Dulce Mentira

Capítulo 3

Sofia

Regresamos al salón donde se celebraba la fiesta, con dante a mi lado, justo cuando me agache para preguntarle cual era su padre este salió corriendo en dirección a la mesa dulce donde un hombre lo alzo.

Decidí acercarme y ver quien era el hombre, dante tapaba su cara con su cuerpo.

—¿Dónde te habías metido figlio? — le pregunto el hombre mientras dante me apuntaba con su pequeño dedo

—Estaba en el patio con Sofia— dijo dante con una sonrisa

Decidí acercarme a presentarme —hola soy Sofia — le di una sonrisa y miré al hombre enfrente de mí. Mis ojos se abrieron con sorpresa porque el padre de dante era el mismo hombre que meses atrás me había robado un beso en Italia, pero tan pronto como vi su cara decidí no comentar nada ya que era obvio que él no me reconocía.

—¿Qué hacías con mi hijo? — me pregunto mientras y pude ver por su entrecejo arrugado que no estaba muy contento con que haya pasado tiempo con su hijo.

—Sabe, es de mala educación no saludar, creería que un hombre como usted sabría como saludar a la gente— dije, puse mi espalda recta y me crucé de brazos

Se sorprendió con mi respuesta, pero tan rápido como se sorprendió volvió a su cara de “odio a todo el mundo”. Y era obvio mi respuesta solo lo había enojado más.

—¿y una ragazza como usted va a decirme lo que tengo que hacer? —

Que pena que un hombre, apuesto como él sea tan gruñón. Pensé

Antes de y pudiera responderle con algún insulto, dante interno — Papá, Sofía me ayudó afuera. Estaba llorando porque los otros niños en la escuela se burlan de sus ojos. Pero ella me hizo sentir mejor —explicó Dante, mirando a su padre con ojos expectantes.

El hombre frunció el ceño, como si no supiera cómo reaccionar ante la información que le acababan de decir. Me mantuve en silencio, observando la interacción entre padre e hijo.

—Ahora ¿puede ser tan amable de decirme su nombre? — dije con ironía

Dante al ver que su padre me iba a ignorar devuelta respondió — Pa no es educado ignorar a la gente, vos me has enseñado a hablar con resto y más cuando se trata de una Bella signora— mientras lo miraba con los brazos cruzados.

¡Mierda! Hace menos de una hora que conozco a este niño, pero ya lo amo, es muy maduro para su edad. Y es obvio que le gusta molestar a su papá.

El hombre maldijo entre dientes y decidido mirarme —Bruno Rossi—

Mis ojos se abrieron como platos y me quedé petrificada. No podía ser verdad. ¡Qué mala suerte la mía! El mismo hombre que me había dado el mejor beso de mi vida, el que no había podido olvidar en seis largos meses, era el hermano mayor de mi mejor amiga.

Tan sorprendida estaba que no noté cuando una señora tropezó y casi me hizo caer al suelo junto con ella. Fue entonces cuando Bruno me agarró por la cintura, sosteniéndome firme contra su cuerpo, aún con Dante en brazos. Nos quedamos mirando el uno al otro en lo que pareció una eternidad, hasta que un carraspeo detrás de nosotros nos sacó de nuestra burbuja. Me di cuenta entonces de que todavía tenía sus manos en mi cintura y las mías en su pecho. Bajé la mirada hacia nuestras manos entrelazadas y luego hacia sus ojos, notando que todo el mundo nos observaba.

Le lancé una mirada de disculpa y me separé rápidamente.

—Gracias— murmuré tímidamente mientras acomodaba mi vestido.

Bruno simplemente me miró y luego desvió su atención hacia la persona que había carraspeado.

Decidí girarme para ver quién había carraspeado, y al hacerlo, me encontré con Isabella y Luca Rossi, los padres de Camila. Mi rostro se tiñó de vergüenza al darme cuenta de que habían sido testigos de la escena anterior.

— Tanto tiempo, Mio caro— dijo Isabella con una sonrisa cálida mientras me abrazaba. Luca saludó a su hijo y nieto con un gesto amistoso.

— Sí, la última vez que nos vimos fue hace seis meses en Italia— respondí con un abrazo para Luca.

Isabella me miró con cariño. — Cada día estás más hermosa— comentó con sinceridad. — Parece que ya conociste a mi hijo Bruno y a mi precioso nieto— añadió con una risita mientras besaba a Bruno y jugueteaba con las mejillas de Dante. — Espero que haya sido amable— me susurró con complicidad. — A veces tiene un genio fuerte— agregó con una mirada juguetona.

— ¿Un poco?— pregunté, riéndome, pero me callé rápidamente cuando Bruno me lanzó una mirada molesta.

Isabella regresó junto a Luca, formando una pareja impresionante. Ella con su cabello rubio como el sol y unos ojos azules brillantes como el cielo, su figura radiante que el tiempo parecía haber mejorado. Luca, por su parte, era un hombre alto y corpulento, con el cabello oscuro como la noche y unos ojos color miel que reflejaban calidez y sabiduría. Bruno era la viva imagen de su padre, con su misma presencia imponente, mientras que Camila tenía la belleza y gracia de su madre. Santi, con su cabello rubio y ojos miel, era una encantadora mezcla de ambos mundos.

Carraspeé para cambiar de tema. — Fue un placer verlos, pero si me disculpan, voy a supervisar algunas cosas en la cocina— me despedí de los señores Rossi con una sonrisa educada.

— ¡Ciao, Sofia!— me despidió Dante con entusiasmo mientras me alejaba.

Mientras caminaba hacia la cocina, noté que los señores Rossi me observaban. Había algo en sus miradas, como si mi presencia les inspirara algún tipo de esperanza.

Encogí ligeramente los hombros, intentando restarles importancia a mis pensamientos. Probablemente estaba imaginando cosas. Continué hacia la cocina con paso decidido.




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