Dulce Mentira

Capitulo 4

Desperté abruptamente en medio de la noche, con una sed intensa que me obligó a levantarme y dirigirme silenciosamente hacia la cocina en busca de agua. Entré en la penumbra, mis pasos guiados únicamente por el reflejo de la luz de la heladera. Sin prestar atención a mi alrededor, abrí la puerta y saqué una botella de agua fría. Mientras me volvía hacia la oscuridad de la cocina, un súbito carraspeo me hizo saltar de sorpresa. Instintivamente, cerré la heladera con un golpe y me giré, buscando el origen del sonido.

― ¡La puta madre! ¡Me asustaste! ―grité, mi corazón aun latiendo desbocado. ― ¿Bruno? ¿Qué haces despierto a esta hora? ―pregunté, colocándome una mano sobre el pecho para calmar los latidos.

Bruno, con una expresión tranquila pero sorprendida, levantó su botella de agua en señal de explicación.

― Lo mismo que tú ―respondió con calma, como si estuviera acostumbrado a ser sorprendido en la cocina a altas horas de la noche.

― ¿Podrías dejar de tratarme de usted? ―pedí, tratando de recuperar la compostura mientras saltaba ágilmente y me sentaba en la mesada.

― ¿Por qué? ―preguntó Bruno, dando un trago de su agua mientras se acercaba hacia mí.

― Porque me hace sentir vieja ―confesé, encogiéndome de hombros. Bruno me observó por un momento con curiosidad.

― Está bien ―cedió, deshaciendo el cruce de brazos y apoyándolos en la isla de la cocina. Me aproveché de la cercanía para observar sus rasgos. Vestía unos pantalones de jogging negros y una camiseta ajustada que realzaba cada músculo de su torso.

― He notado que usas muchas palabras en español. ¿No eres de aquí? ―preguntó Bruno, inclinándose ligeramente hacia adelante, apoyándose con los brazos cruzados en la isla y mostrando aún más su físico bien definido. "Que Dios me ayude", pensé para mis adentros.

― No, soy de Argentina ―respondí, moviendo nerviosamente los pies colgando desde la mesada. ― Por eso a veces me salen palabras o frases en español, especialmente cuando me asusto, como acabas de ver ―añadí con una sonrisa nerviosa, pasándome la mano por el cabello.

― Sí, perdón por eso ―se disculpó Bruno, relajando su postura y apoyándose cómodamente en la isla de la cocina. ― Pensé que me habías visto cuando entraste a la cocina, pero luego me di cuenta de que no me habías visto en absoluto ―confesó, inclinando la cabeza en un gesto de disculpa.

― Bueno, ya es hora de que me vaya a dormir ―dije bajándome de la encimera y dirigiéndome hacia la puerta. Antes de poder dar un paso fuera de la cocina, Bruno me detuvo con su voz.

― Sofía ―llamó mi nombre, y me giré para quedarme parada en el marco de la puerta.

― ¿Sí? ―pregunté, mirándolo con expectativa.

Bruno desvió la mirada por un momento.

― Gracias por aceptar jugar con mi hijo ―se rascó la nuca, su gesto se suavizó al mirarme directamente a los ojos. ― Es un niño que le cuesta relacionarse y no le gustan las muestras de afecto ―explicó, acercándose un poco más y tomándome delicadamente un mechón de cabello para colocarlo detrás de mi oreja. ― Te lo agradezco de corazón ―agregó con una sonrisa sincera. "Y yo que pensé que este hombre no sabía sonreír", reflexioné, dándome cuenta de que el Bruno que veía ahora era muy distinto al de la noche anterior.

― No tienes que agradecerme, lo hago porque quiero y realmente me agrada Dante ―respondí con una sonrisa, apreciando el gesto de Bruno.

Bruno bajó su mano lentamente.

― Bueno entonces, buenas noches, Sofía ―dijo con suavidad.

― Buenas noches, Bruno ―respondí, dándome media vuelta para salir de la cocina. Mi corazón latía aún acelerado por la sorpresa, pero una cálida sonrisa se extendía en mi rostro.

Después de dejar la cocina, caminé por el pasillo hacia mi habitación, con el corazón aun latiendo con fuerza por el encuentro . Cerré la puerta tras de mí y me recosté contra ella, dejando escapar un suspiro mientras me pasaba una mano por el cabello, intentando tranquilizarme.

Repasé mentalmente la conversación . A pesar del susto inicial, me sentí cómoda con él. Recordé cómo nuestras miradas se encontraron, cómo él me llamó por mi nombre y cómo agradeció mi disposición para jugar con Dante. La imagen de Bruno, con su sonrisa sincera y su gesto al colocarme el mechón de cabello detrás de la oreja, me quedó grabada en mi mente.

Sin embargo, habia algo que me inquietaba. me preguntaba si había algo más detrás de su calidez . Sus palabras sobre no querer ser tratado de "usted", y eso me hizo reflexionar sobre la distancia que él parecía querer mantener. Pensé en mis propios sentimientos hacia él desde aquel encuentro previo, y me pregunté si él también me había reconocido y por qué no me lo había mencionado.

Mientras me quitaba los zapatos y me preparaba para dormir, una mezcla de emociones me invadió. Por un lado, sentía una atracción hacia Bruno, pero por otro, la incertidumbre sobre su situación personal me hacía dudar. ¿Estaré preparada para involucrarme con un hombre con responsabilidades tan grandes como las de ser padre soltero?

Sacudiendo la cabeza decidí no adelantarme a los acontecimientos. Me tumbé en la cama, mirando el techo en la penumbra de la habitación. Cerré los ojos, dejando que los recuerdos de la noche fluyeran. No podía negar que Bruno me intrigaba profundamente, y que había algo entre nosotros que valía la pena explorar.

Con una última sonrisa en los labios, sofocó las dudas y me dejé llevar por la esperanza de que tal vez, en medio de esa noche llena de sorpresas, había encontrado algo más que una simple conexión casual.

Bruno

Después de que Sofía se fue de la cocina, permanecí allí, sumido en mis pensamientos mientras el silencio de la casa me envolvía. Observé fijamente la puerta por donde ella había desaparecido, mi mente reviviendo aquel beso fugaz que compartimos meses atrás, que había quedado grabado en mi memoria. Reconocerla esta noche, y darse cuenta de que ella no me había reconocido a él, me produjo un nudo en el estómago.




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