Dulce Mentira

Capitulo 12

Capitulo 12

Sofia

Después de la cena con Bruno y Dante, el pequeño Dante se quedó profundamente dormido casi de inmediato, agotado tras la comida y los juegos. Observé cómo su cabeza caía lentamente sobre el hombro de Bruno, y en ese momento supe que era hora de irme. Mientras Bruno lo cargaba con cuidado en sus brazos, me acompañó hacia la puerta con pasos silenciosos, procurando no despertarlo.

—Mi chofer te llevará a casa —me dijo en voz baja, sin dejar de mirar a Dante—. Mañana temprano pasará por ti y por tus cosas, para que te instales en la casa y podamos empezar con esta... —se detuvo un segundo, luego me miró directamente, con una sonrisa torcida que hizo que mi corazón latiera un poco más rápido— dulce mentira —añadió, casi en un susurro, mientras abría la puerta para mí.

Le devolví la sonrisa, aunque una parte de mí sentía el peso de lo que estábamos a punto de hacer. —Bueno, entonces... buenas noches —dije con una ligera inclinación de cabeza, caminando hacia el auto que ya me esperaba—. Nos vemos mañana.

Antes de subir al coche, lancé una última mirada a Bruno, quien seguía en la puerta con Dante dormido en sus brazos. Ese simple cuadro me provocó una extraña calidez en el pecho. Asentí una vez más y me acomodé en el asiento trasero del auto.

Durante el trayecto a casa, no pude evitar que mis pensamientos regresaran al momento en que Dante, con esos ojos llenos de inocencia y esperanza, me pidió que fuera su mamá. Sentí nuevamente ese cálido y reconfortante nudo en mi pecho. Aunque sabía que todo esto no era más que una farsa, me reconfortaba la idea de que, al menos por un tiempo, podría experimentar lo que tanto anhelaba... aunque fuera solo una mentira.

El sol apenas asomaba entre las cortinas cuando comencé a sacar la ropa del armario. Sentía una mezcla de emociones mientras armaba las valijas; todo esto parecía tan irreal, pero ya no había vuelta atrás. Me iba a mudar, aunque fuera temporalmente, a la casa de Bruno.

Camila entró a la habitación con su típico andar tranquilo, llevando dos tazas de café. Dejó una en mi mesita de noche y se sentó en la cama, observándome en silencio mientras yo doblaba cuidadosamente la ropa.

—Entonces... ¿me vas a contar qué tal fue la cena? —preguntó con una sonrisa, aunque noté la curiosidad y el leve toque de preocupación en su voz. Sabía que no terminaba de entender ni aceptar del todo mi acuerdo con Bruno. Y, honestamente, a veces ni yo misma lo entendía.

Suspiré, deteniéndome un momento para encontrar las palabras adecuadas. —Fue... diferente. Dante fue un amor, como siempre. Estaba tan emocionado... Y Bruno... —Hice una pausa, recordando su mirada intensa y esa sonrisa torcida que me había dedicado en la puerta—. Está siendo muy convincente con todo esto.

Camila levantó una ceja, con esa expresión que me decía que estaba a punto de hacerme una pregunta que no quería contestar. —¿Convincente cómo? ¿Acaso lo estás empezando a ver de otra manera? —bromeó, aunque noté un leve tono de advertencia.

Me apresuré a negar con la cabeza. —No es eso. Es solo que... verlo con Dante me hizo pensar en cómo sería si esto fuera real. Bruno lo cuida con tanto cariño, y no sé... por un segundo pensé que podríamos ser una familia de verdad. Pero sé que es solo mientras dure esta farsa.

Camila se inclinó hacia adelante, sus ojos buscando los míos. —Sofi, no quiero que te ilusiones con esto. Mi hermano lo está haciendo por Dante, pero no es real. No quiero que te rompan el corazón.

Bajé la mirada, concentrándome en doblar una camiseta. Sabía que tenía razón, pero parte de mí quería aferrarse a esa pequeña ilusión, aunque fuera solo por un tiempo. —Lo sé —murmuré.

Camila se quedó en silencio por un momento, como si estuviera evaluando lo que acababa de decir. Al final, suspiró y se levantó para ayudarme con la ropa que quedaba en la cama.

—¿Y cómo estaba Dante? —preguntó finalmente, cambiando de tema.

Sonreí al recordar el momento en que Dante me había mirado con esos ojos llenos de inocencia y me pidió que fuera su mamá. Solo pensar en ello me llenaba de una calidez indescriptible. —Estaba tan feliz... Me rompe el corazón saber que esto no es real. Pero mientras dure, al menos puedo hacer que se sienta seguro y querido.

Camila no dijo nada por un buen rato, solo asintió mientras me pasaba una blusa para que la guardara. Finalmente, rompió el silencio con un suspiro. —Mira, si esto es lo que te hace feliz, estoy contigo al cien por ciento. Solo prométeme que, si en algún momento sientes que esto es demasiado para ti, me lo vas a decir. Se que bruno puede ser demasiado.

Le sonreí, agradecida por tenerla a mi lado. —Te lo prometo.

Continuamos empacando en silencio durante unos minutos, hasta que Camila decidió romper la tensión con una sonrisa traviesa. —Ahora, cuéntame más ¿Cómo fue esa despedida? ¿hubo un beso de buenas noches? — pregunta moviendo las cejas sugestivamente

No pude evitar reírme, dándole un suave empujón en el hombro. —no hubo ningún beso, me despedí de el en la puerta ya que tena a Dante.

Camila sacudió la cabeza, con una sonrisa divertida en los labios. —Bueno, estoy segura de que habrá muchos besos —comentó, mientras se recostaba en el borde de la cama, observándome.

Yo solté una pequeña risa y negué con la cabeza, también divertida. —Ya, ya... dejemos de hablar de tu hermano y ayúdame a terminar de preparar la valija mientras me cambio —le respondí, señalando la maleta a medio cerrar antes de dirigirme hacia el armario en busca del conjunto que ya había dejado apartado.




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