Dulce Muerte

Soportando el Tratamiento.

Tome de nuevo conciencia, estaba acostado en una camilla amarrado de brazos y piernas, como si estuvieran experimentando conmigo. La lámpara blanca cegaba mi vista.

- Ya despertaste. No llevas ni un día y ya intentaste escapar. Las personas que están aquí quieren mejorar, por eso los ayudamos, porque ellos lo pidieron y los que estaban aquí por obligación se dieron cuenta que estaban mal y empezaron a cambiar a voluntad propia. No sé qué ganas con creerte a ti mismo tu farsa. ¿Quieres evitar responsabilidades no es así? No, si es así, no eres la primera ni la última persona que hace alboroto fingiendo estar enfermo para evadir responsabilidades, así que te diré una cosa, si dejas que esto vaya más lejos, te empezaremos a tratar como un enfermo, a medicar conforme descubrimos tu “problema”, evita provocarte daño.

La correa de la mano derecha la sentía floja como para soltarme, pero estaba esperando el momento en que se acercara.

- Traje a una persona para que hable contigo.

El psiquiatra abre la puerta y entra mi padre. Se acerca y se sienta en la silla que se encontraba aún lado de la camilla.

- Hijo, ¿Qué pasa? Sabes que tú no eres así, ¿Qué fue lo que paso? Si tú no hablas esto se hará más difícil – Pone su mano encima de la mía – Será el tiempo que estarás aquí si no colaboras. Confía en tu viejo, sabes que estamos aquí para apoyarte y escucharte.

Gutiérrez puso su mano en el hombro de mi papá y lo acompaño a la puerta, por más que él hablara mi cerebro no quería ceder.

En ese momento saque la mano de la correa, desabroche el que tenía en el cuello y rápidamente empecé a quitarme la correa de la otra mano. Gutiérrez se dio cuenta de mi segundo intento de escape y grito para pedir ayuda, abrí un cajón que estaba a mi izquierda y tome las tijeras que había dentro, se acercó el psiquiatra para quitarme las tijeras, pero mi brazo se movió tan rápido que le corte la nariz. Corte la correa de los pies y empuje la camilla hacia Gutiérrez, llego Marco a dar respaldo, movió la camilla y corrí hacia él para clavarle las tijeras en la pierna, su voz era grave hasta cuando grita. Tomó mi muñeca donde tenía las tijeras y la retorció para que las soltara, tomó mi cara y me puso contra el suelo, coloco su pesada rodilla sobre mi pecho, un compañero llego con una camisa de fuerza y entre los dos me la volvieron a poner. Marco era tan profesional en su trabajo que, aunque tuviera una herida profunda, el seguía en su trabajo por controlarme. Su compañero me agarro y me llevo a una habitación completamente acolchada. Al principio estaba oscura la habitación, más al rato las encendieron las luces y la bocina empezó escuchase.

- Estas en una habitación totalmente segura, aquí no podrás hacerte daño y no podrás hacer daño a los demás, acabas de hacerle una herida profunda a Marco con esas tijeras, obviamente eres un peligro para la sociedad si te dejamos libre solo porque crea que estas fingiendo una enfermedad. Ya se acabó el tiempo de ser amables, desde ahora serás tratado como un enfermo y las consecuencias se te verán afectadas.

Me puse de pie y empecé a estamparme contra las paredes una y otra vez queriendo desatar la energía que emitía mi cuerpo involuntariamente.

- Será inútil cualquier intento de daño, si finges un ataque nos daremos cuenta fácilmente, te digo esto porque no importa que intentes no te dejaremos salir, permanecerás aquí mientras te estudiamos.

En uno de los golpes que hacia contra la pared, me había dado tan fuerte que cuando caí, perdí el equilibrio cayendo al piso acolchado quedando acostado boca abajo.

Empezaba a perder la cordura, ya mis pensamientos no estaban claros, estaba perdiendo razón de mí, me estaba adentrando a un pasillo completamente oscuro, alejándome de la luz a un paso muy acelerado.

Una voz me hablaba, no era la bocina, no era una persona físicamente a mi lado, era mi mente, mis pensamientos me hablaban, pero no era una voz nada más.

- ¿Por qué te detienes idiota? ¿Qué acaso no puedes contra unas simples paredes?

- Déjalo en paz, no lo escuches, no pierdas la cordura.

- Levántate que todavía te quedan fuerzas, solo piensa toda la satisfacción que lograras si sigues de aferrado.

- Un estúpido es lo que eres, un idiota enclenque, mátalos a todos.

- El cuerpo humano es tan frágil, ingéniatelas para escapar sabiendo eso.

- Sé que puedes resistir los impulsos.

- Sigue tus impulsos, has daño a todo lo que veas, hazte daño a ti que lograras el mismo nivel de satisfacción que si mataras a una persona.

- Sal de aquí y podrás hacer lo que quieras.

Las voces se escuchaban más fuerte y más fuerte conforme hablaban hasta que no podía entender lo que decían. Solo me hacían gritar “¡Ya basta! ¡Ya basta! ¡Ya basta!” pero ni yo mismo me podía escuchar lo que decía por las voces que se escuchaba más y más fuertes.

Gutiérrez frente a la pantalla evaluaba lo sucedido.




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