Dulce Navidad

Capítulo 4: Una canción navideña.

Demie salía corriendo hacía la mansión para buscar a su jefe. Estaba muy preocupada por su estado después de lo ocurrido en el puerto, sabía que las consecuencias del ataque de la familia Gambino habían desestabilizado a Riccardo.

La mujer que dirigía con mano dura el ejército del hombre más temido de las aguas del Mediterráneo, vio a su líder, el centro de toda su organización totalmente perdido, arrodillado en la orilla de la playa a la vez que los rayos del Sol comenzaban a rozar la arena.

Todo se estaba volviendo oscuro, lo único que Riccardo podía ver era la sangre de la niña en sus temblorosas manos. El calor del líquido rojo que escapaba entre sus dedos, lo hizo regresar directo a los dolorosos recuerdos que lo atormentaban todos los días sin cesar. Ese era el precio que estaba obligado a pagar por ser un superviviente, un precio demasiado alto para un hombre que había sufrido lo indecible.

—Era una niña… Solo era una niña inocente… no, no puede estar muerta… ¿por qué… por qué le hicieron eso…por qué tanta maldad…por qué?... Ella solo era un ángel, no… no puedo salvarla… no puedo salvar a nadie…—Riccardo desvariaba diciendo cosas incoherentes. No podía tener un pensamiento claro, pues todos se mezclaban con aquella pesadilla que solía tener aún estando despierto.

Ver a la niña que encontró en uno de sus barcos herida por una bala que estaba destinada a él lo dejó totalmente consternado.

—Fue mi culpa, está muerta por mí… por mí culpa. No la he protegido… está muerta…

Una bofetada lo sacó de ese estado catatónico. Demie lo trajo de vuelta a la realidad utilizando el dolor físico. Esa era la única medicina que el Don conocía.

—¡Está viva, Riccardo, la niña está viva! —bramó Demie agarrando bruscamente su rostro, hablando con autoridad. —Esa niña no es Amelia. No está muerta como ella, la chiquita que está ahí dentro sigue respirando y es gracias a ti.

Riccardo respiró con más calma mientras Demie limpiaba la sangre de las manos con el agua del mar. Pero estaba segura de que no sería suficiente para alejar los demonios de su jefe y amigo. Estos estarían incrustados en el alma del italiano hasta los últimos días de su vida.

—Según el doctor ha sido un milagro. El disparo casi alcanza su corazón por unos centímetros, pero el proyectil salió por la espalda sin rozar ningún órgano vital. —explicó Demie muy despacio, haciéndole recordar algo que le había contado el médico media hora antes.

—Está viva… ella está viva… —murmuró Riccardo echando sus cabellos hacia atrás, echándose el agua salada en la cara. Por unos instantes volvió a perder la poca cordura que le restaba, y eso era un lujo que no se podía permitir muy a menudo.

—Está viva y pronto se recuperará. —afirmó Demie dándole palmaditas en la espalda.

Demie tenía que contarle lo que había descubierto a cerca de las dos chicas, pero en ese momento eligió callarse. No podía arriesgar a que Riccardo perdiese la cabeza por la posibilidad de tener un peligroso enemigo tan cerca.

Riccardo se incorporó con la urgente necesidad de ver a la niña con sus propios ojos, y poder asegurarse de que estaba realmente bien y a salvo. Demie intentó seguirlo, pero iba tan rápido que era prácticamente imposible alcanzar sus pasos.

En la habitación Sabrina hacía una trenza en el cabello a su hermana, buscando calmarla después de que Nayla despertara de la anestesia asustada.

-Vas a estar bien, no me voy a ir de tu lado, hermanita, te lo juro. Te juro que nadie más te hará daño. -aseguró Sabrina que todavía tenía el miedo en el cuerpo por lo que había sucedido, entonces aquel hombre enorme de espalda ancha y mirada severa abrió la puerta de sopetón.

Sabrina cubrió su rostro con el velo y su hermana se escondió debajo de las sábanas. El corazón de Riccardo se encogió por la niña. Aunque no sabía exactamente cuál era el motivo, le dolía que tuviese miedo. Como si él fuese un monstruo.

Sus miradas de encontraron y Sabrina volvió a perderse en el brillo de aquellos ojos, pero recordó su situación en aquella casa, pues Demie le había dejado muy claro que eran ahora prisioneras hasta último aviso, aunque en realidad por parte de aquellas personas solo había recibido buenos gestos y amabilidad cuando su hermana recibió un disparo. Entonces con timidez Sabrina prestó su agradecimiento al hombre que salvó la vida de su hermana.

-Gracias. -murmuró bajando la mirada y Riccardo frunció el ceño sorprendido.

-¿Hablas mi idioma?

Sabrina asintió evitando su mirada.

-Hablo seis idiomas, entre ellos el italiano. -contó la joven dejando impresionado al mafioso. -Estaba estudiando para ser traductora. En mi país las mujeres que tienen esa profesión son tratadas con algo más de respeto y alcanzan más privilegios, pues son necesarias. -Sabrina miró a su hermana pasando la mano por su cabecita y se armó de valor para volver a mirarlo. -Gracias por salvar mi hermana.

Riccardo miró a la niña con curiosidad, pues pensó que se trataban de madre e hija, pero estaba claro que se había equivocado.

Nayla lo observaba con miedo, pero también con una pizca de curiosidad. El italiano era muy distinto de los hombres que había visto en su país, y aunque le causaba mucho miedo también tenía interés por la persona que había amenazado a su hermana horas antes con una pistola.

Riccardo se dio cuenta de su mirada curiosa, pero cuando la miró directamente a los ojos Nayla volvió a esconderse bajo las sábanas llorando.

Sabrina se sentó a su lado con rapidez y agarró su mano para tranquilizarla. Una actitud que enterneció a Riccardo.

-¿Qué tiene la niña? -preguntó Riccardo evitando demostrar demasiada preocupación. -¿Está muy asustada todavía?

Sabrina lo miró con interés. Por la manera como las miraba era evidente que estaba más preocupado de lo que quería demostrar.

-El miedo es parte de nuestra vida diaria desde hace varios meses. Solo se ha intensificado porque ahora está herida y así se siente muy desprotegida. -explicó Sabrina buscando calmar a Nayla, pero el ceñito fruncido de la niña hablando en árabe con su hermana era una señal de que le hacía falta algo más. -Dice que siente muchas molestias en el hombro.




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