“Soñé que existía un poema. Un poema eterno que hablaba sobre la muerte y el cruel destino que son la espera y el olvido. Sus versos me conducían hasta tus últimos latidos; y en una canción vacía, se entonaban las pequeñas lágrimas de los corazones anhelantes en un adiós inevitable.
Soñé con las promesas de la vida, y los misterios de cada alma, soñé con tu regreso, esa tan ansiada llegada… pero morí desangrada en la espera, pues cuando desperté, noté como cada mañana, que ya no había nada, solo frío y soledad.
Maldito sea quien te alejó, maldito sea en la muerte, por manchar de rojo el alma de una flor. Condenado a la agonía de seis dagas en su corazón.
Olvidar el daño que causas. Un gran error…”
22 de agosto…
Fue exactamente un mes después de la muerte de Allison que todo comenzó a ser distinto. Su recuerdo poco a poco se convirtió en suspiros, que a través del viento fueron empujados al olvido. Ahora, parecía ser que la forma en que se marchó no había causado un gran impacto en quienes la conocieron (mejor dicho, en quienes pensaron que la conocieron).
Jack era nuestro mejor amigo, y también mi pareja, durante el funeral se encontraba destrozado por la pérdida de nuestra amiga, pero ahora parecía ser el de antes, sonreía, continuaba su vida como si nada hubiese cambiado.
–Sam, debes seguir adelante y olvidar– era lo que Jack siempre decía antes de proponer reuniones como al principio de nuestra relación. Por fuera parecía ser el mismo chico que había conocido hace cinco años, sin embargo, ahora al mirarlo a los ojos, no podía entender como una persona podría ser tan buena para fingir sobre sus engaños.
Él era un chico común, que poseía encantos especiales, y un misterio oculto tras su melena risada color caoba y su piel durazno que reflejaba perfectamente cuando sentía timidez, pero la mayoría de las chicas coincidían en que su mayor misterio lo guardaban sus ojos aceituna, aquellos que convertían su mirada en la de un felino buscando a su presa. Por mi parte podía asegurar que su encanto se albergaba en su sonrisa, y es que poseía una sonrisa tan perfecta y tan diabólica que abría los corazones de cualquiera que estuviese disponible para darle un lugar…
Nuestra relación comenzó, así como empieza lo inevitable, después de dos años de intercambiar miradas cada que fuese posible, de evitar dirigirnos la palabra y compartir aquellos rostros avergonzados que evitaban mostrar los colores chillantes de nuestra timidez. El coqueteo duro alrededor de 2 años, hasta que finalmente comenzamos a salir, habían bastado un par de citas, unas cuantas conversaciones y aquellos largos y maravillosos paseos para que Jack me confesara lo que sentía por mí.
–Sam– escucharlo pronunciar mi nombre cada vez que le miraba, era lo único que deseaba preservar por siempre en mi memoria, la forma en que lo repetía, entre tiernas sonrisas simplemente lo volvía especial. Y es que se volvía imposible evitar contemplar esos hechizantes ojos, todo en él era magnifico y a pesar de eso, lo que más amaba de Jack era su cabello y su seductora voz.
Pero antes de él, antes de todos, solo existíamos Allison y yo. –Las obsesiones son malas, querida– mi madre siempre me decía eso antes de prepararse y salir con cuanto hombre cruzara en su camino… Creía que con Jack todo sería distinto, pero nada cambió, dejamos de ser ella y yo solas, pues ahora teníamos un amigo más, alguien más en quien confiar.
En tan poco tiempo todo había cambiado, ahora estaba únicamente él frente a mí, pronunciando mí nombre en un susurro e intentando dibujar una sonrisa en mi rostro. Siempre había dicho que adoraba verme sonreír y yo siempre dije que adoraba verlo frente a mí, pues todo se convertía en una explosión de sentimientos entre nosotros.
Perfección… así describía él cada detalle en mí –Tu sonrisa, tu cabello, el dulce aroma que brota de tu piel, incluso esa pequeña cicatriz en tu mejilla derecha– cada palabra pronunciada por él erizaba mi piel, por cada palabra suya era capaz de morir o matar. Tan solo bastaba escuchar su voz para transformarme en un inmenso escenario con miles de fuegos artificiales explotando en mi interior.
Por otra parte, se encontraba aquella dulce y única voz que siempre me hacía despertar de cualquier fantasía, escucharla alegraba aún más a mi corazón –¡Samy! – era su manera especial para llamarme, y solo ella tenía esa magia.
Quizás mi madre tuvo razón todo el tiempo, quizás no debí ignorar las señales, Jack era el chico perfecto ante mis ojos (gracioso, atractivo y demasiado cariñoso), y Allison era el ser que más he querido en esta vida (mi amiga, mi hermana, mi confidente). Jamás me habría cansado de escuchar a Jack y tampoco me habría cansado de estar al lado de Allison, aun si ella estuviese equivocada, después de todo tan solo somos humanos, y entre nosotros las equivocaciones ocurren (con demasiada frecuencia).
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misterio y drama, romance y tragedia, traiciones venganza y muertes
Editado: 05.02.2020