Dulce obsesión

Capítulo 6 "Extraños conocidos"

“Levanta mediante sueños aquellas sonrisas secas y sombrías que se crearon por ausencias y que en torpes intentos por ocultarlas se albergaron en tu agonizante corazón.

Atrevete a escupir todas aquellas palabras que en algún momento intentaron adentrarse en tu mente herida y llena de debilidad.

Animate a escuchar cada pregunta echada al horizonte y sacude cada duda que impregna con su impureza lo más profundo de tu flagelado ser.

Teme a todo lo que dicen los hablantes, pero valora que comprueban los razonantes.

Nada es lo que vez, incluso cuando crees que todo está bien…”

26 de septiembre (continuación)…

Llegué a mi casa aun con aquella sensación de que Jack se encontraba a lo lejos y contemplaba desde una posición adecuada cada torpe movimiento que yo pudiese dar.

Intentaba sujetar mis llaves de tal modo que mis manos no se notaran temblorosas, temía que al intentar abrir la puerta pudiese notar mi nerviosismo, o peor aún, que del otro lado estuviese Dan recibiéndome.

Pero mis temores fueron injustificados, pues aparentemente Jack no me seguía, ni mucho menos Dan esperaba recibirme. Al entrar solo encontré la misma casa vacía que me había esperado durante muchas noches.

Aventé mis llaves sobre el pequeño sillón que se encontraba en el recibidor, y subí rápidamente hasta mi habitación, empaque todo lo que pude sin olvidar el ultimo regalo que Allison preparo para mí, se encontraba tal y como ella lo había entregado, envuelto en un hermoso papel mate de color vino, con su delgado listón plateado y con el último mensaje “No lo abras hasta que los muertos regresen”.

Me lo había entregado al igual que con una pequeña carta para pedirme perdón y comprensión “Ellos también son culpables” fue su despedida, ellos… pero no especificó quienes eran ellos. Una promesa, y un recuerdo a su memoria era lo mínimo que podía darle después de su funeral.

Entremezclé aquel regalo con mi ropa, sabía que en cualquier caso ni a Frank ni Sophie les gustaba invadir la privacidad. Había muchas cosas que quería ocultarles hasta aclarar mi mente, y tenía aún más cosas por preguntar, una parte de mi creía que ellos eran los únicos en quienes podía confiar, pero algo más en mi impedía que abriera mis sentimientos y dudas con ellos.

Quería dejar una nota para Dan explicando la situación y el riesgo que podría ser el que lo descubrieran, pero por unos segundos imagine que si él no alcanzaba a llegar antes que Jack todo se arruinaría.

Y al final esperé pacientemente, después de todo Jack pidió que fuera a casa de Sophie más no dijo que fuese a la brevedad.

Cada segundo transcurrido parecía ser una eternidad, ni siquiera comprendía muy bien por qué había decidido apoyar a Dan, él y yo no teníamos ningún tipo de relación, únicamente nos ataba el recuerdo de Allison.

Se suponía que mi fidelidad debería estar al lado de Frank y Sophie y que mi confianza tenía que estar al lado de Jack, pero ninguno era el mismo desde aquella muerte. Y siempre sentí que nada volvería a ser igual.

El tiempo parecía transcurrir aún más lento mientras me adentraba en mis pensamientos, tronaba los dedos de mis manos y parte de las muñecas con sumo nerviosismo, en buenas noticias aparentes no había señales de Jack, pero en otras muy malas tampoco parecía haber rastro de Dan.

La tarde desaparecía y con ella arrastraba los últimos rayos de luz presentes, y traía consigo una profunda oscuridad.

Fue casi media hora después del anochecer que pude escuchar movimiento en la parte baja de mi casa. Estaba preparada para recibir a quien estuviese ahí, pero deseaba sobre todo que Dan fuese el único que visitara mi morada.

La luz que iluminaba las escaleras se encendió, y escuche aquellos pasos lentos que recorrían el camino de subida, no parecían tener prisa alguna, por el contrario, mantenían toda la cautela posible.

En un leve movimiento pude reconocer aquella cabellera que se asomaba en la entrada de mi habitación, sin duda alguna, lo que deseaba se cumplió, era Dan, analizando en espacio en el que ahora se encontraba.

Su mirada denotaba que parecía saber mucho más que yo sobre el tema, y su conocimiento no se hizo esperar, pues inmediatamente la lluvia de preguntas comenzó…

–¿Qué ha sido todo aquello que dijiste? –preguntó con curiosidad y un tono con un poco de burla.

–No lo sé… solo, no quería ocasionar más problemas.




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