Dulce Obsesión: Entre Sombras y Destellos

Capítulo 3: Reflejos en Aguas Turbias

La noche había caído sobre la ciudad como una manta empapada en tinta, y Zack caminaba por las calles desiertas con pasos que vacilaban entre la euforia y el terror. Cada farola que pasaba creaba un halo dorado alrededor de su nueva apariencia, y no podía evitar detenerse en cada superficie reflectante que encontraba: ventanas de tiendas cerradas, charcos de lluvia reciente, incluso la pantalla negra de su teléfono.

¿Era realmente él esa persona que lo miraba de vuelta?

Sus dedos temblaron mientras sacaba las llaves de su apartamento, un estudio diminuto que sus padres habían conseguido para él con la esperanza de que "la independencia lo fortaleciera". Lo que no sabían era que Zack había convertido ese espacio en un santuario de soledad, un lugar donde podía existir sin la presión constante de ser juzgado, evaluado, encontrado deficiente.

Pero ahora, mientras abría la puerta y encendía la luz tenue del apartamento, se sentía como un extraño en su propio refugio. Los libros apilados en cada superficie disponible, las cortinas perpetuamente cerradas, la ausencia total de espejos grandes —todo eso pertenecía a la versión anterior de sí mismo, la versión que había sido enterrada hoy bajo capas de productos caros y expectativas cuidadosamente construidas.

Se dirigió al baño, el único lugar donde había un espejo lo suficientemente grande para ver más que solo su rostro. Lo que vio allí lo dejó sin aliento.

No era solo el cabello perfectamente peinado o la piel que brillaba con salud artificial. Era la postura, la manera en que sus hombros ya no se curvaban hacia adentro en un intento de volverse invisible. Era la expresión en sus ojos, algo que no había visto nunca antes: la posibilidad de ser deseado.

"¿Quién eres?" susurró a su reflejo, y por primera vez en su vida, no fue una pregunta cargada de autodesprecio.

Sus manos se movieron hacia su rostro, trazando las líneas que Marcus había resaltado con productos que costaban más de lo que Zack gastaba en comida en un mes. Todo cortesía de Mark. Mark, que había aparecido en su vida como un salvador disfrazado de estudiante universitario. Mark, que lo había visto cuando nadie más lo hacía.

Mark, que lo había tocado como si fuera algo precioso.

El recuerdo de esas manos en sus hombros envió una descarga eléctrica por su columna vertebral. Zack nunca había permitido que alguien lo tocara así —con familiaridad, con posesión, con algo que podría haber sido ternura si él hubiera sabido reconocerla.

Se quitó la camisa que Mark había elegido para él, observando cómo la tela se deslizaba sobre su piel pálida. Por primera vez, no se apresuró a cubrirse. Por primera vez, se permitió estudiarse, imaginar cómo se veía a través de los ojos de otra persona.

¿Cómo se veía a través de los ojos de Mark?

La pregunta envió ondas de calor a lugares de su cuerpo que había aprendido a ignorar. Zack se tocó el pecho, imaginando que eran las manos de Mark, y el gemido que escapó de sus labios lo sorprendió con su intensidad.

Se apartó del espejo bruscamente, el corazón latiendo tan fuerte que podía oírlo en el silencio del apartamento. ¿Qué le estaba pasando? ¿Qué había despertado Mark en él con esa transformación?

Pero incluso mientras trataba de alejarse de esos pensamientos, sus ojos regresaron al espejo, a esa nueva versión de sí mismo que prometía posibilidades que nunca había osado considerar.

A cinco millas de distancia, Mark estaba sentado en la oscuridad de su habitación, rodeado por un santuario que habría horrorizado a Zack si hubiera sabido de su existencia.

Las paredes estaban cubiertas de fotografías. No las fotos profesionales que había tomado hoy —esas estaban guardadas en un álbum especial en su escritorio— sino las otras. Las que había estado tomando durante meses desde distancias cada vez menores, con lentes cada vez más potentes.

Zack estudiando. Zack caminando. Zack comiendo solo en la cafetería. Zack saliendo de la ducha de los dormitorios con el cabello húmedo pegado a su frente. Zack durmiendo en la biblioteca con un libro abierto sobre el pecho, sus labios entreabiertos de una manera que había hecho que Mark se masturbara hasta sangrar esa noche.

Pero las fotos de hoy eran diferentes. Estas mostraban la evolución en tiempo real: Zack nervioso en el probador, Zack sorprendido por su propia apariencia, Zack sonrojándose bajo la atención de extraños, Zack mirando a Mark con algo que podría haber sido adoración.

Mark pasó los dedos sobre la imagen más reciente: Zack en la cafetería, con los ojos brillando de gratitud mientras Mark le sostenía la mano. Era hermosa, era perfecta, y era completamente suya.

Su teléfono vibró. Un mensaje de texto de un número que no reconocía, pero el contenido lo heló hasta los huesos:

"Impresionante trabajo con el patito feo. Aunque personalmente prefiero mis juguetes con un poco más de experiencia. - E"

Mark conocía solo a una persona en el campus cuyo nombre comenzara con E y que tuviera la arrogancia de enviar un mensaje tan amenazador: Ethan Blackwood.

Ethan, que había convertido la seducción y abandono en una forma de arte. Ethan, que coleccionaba corazones rotos como trofeos. Ethan, que aparentemente había notado la transformación de Zack y había decidido que quería un pedazo de la acción.

Mark apretó el teléfono hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Había gastado meses planeando, esperando, trabajando para llegar a este punto. No iba a permitir que un depredador de segunda categoría arruinara todo ahora que finalmente tenía a Zack donde lo quería.

Se levantó y se acercó a su computadora, abriendo archivos que había estado compilando sobre varios estudiantes del campus. Si Ethan quería jugar, Mark le demostraría exactamente con quién se estaba metiendo.

Pero primero, necesitaba asegurarse de que Zack estuviera completamente bajo su control antes de que Ethan pudiera hacer su movimiento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.