Capítulo 4: El Tiburón en Aguas de Cordero

El lunes llegó con una luz dorada que parecía diseñada específicamente para resaltar la nueva apariencia de Zack. Mientras caminaba por el campus hacia su primera clase, cada paso se sentía como una actuación para un público invisible. Los susurros lo seguían como una estela, y por primera vez en su vida, esos susurros no estaban llenos de burla o indiferencia.

Estaban llenos de interés.

"¿Quién es ese chico?" "¿Siempre se veía así?" "Dios mío, esos ojos..."

Zack mantuvo la cabeza baja, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa. Mark tenía razón. La atención no era tan aterradora como había pensado. De hecho, había algo embriagador en ser visto, en ser deseado, en caminar por un mundo que finalmente había decidido notarlo.

Estaba tan perdido en esos pensamientos que no notó la figura que se destacaba del grupo de estudiantes populares cerca de la fuente central hasta que una voz suave y cultivada lo detuvo en seco.

"Zack Lourent."

No era una pregunta. Era una declaración, pronunciada con la confianza de alguien que estaba acostumbrado a que la gente se detuviera cuando hablaba.

Zack se volvió y se encontró cara a cara con Ethan Blackwood.

Incluso alguien tan socialmente inepto como Zack sabía quién era Ethan. Era imposible no saberlo. Alto, con cabello rubio perfectamente desordenado y ojos azules que prometían pecados deliciosos, Ethan era el tipo de persona que aparecía en las fantasías de estudiantes universitarios de todos los géneros. Más importante aún, era el centro no oficial del círculo social más exclusivo del campus, el tipo de persona que podía hacer o destruir reputaciones con una sola palabra.

Y ahora estaba mirando a Zack como si fuera algo que quisiera devorar.

"¿Nos conocemos?" preguntó Zack, su voz apenas un susurro.

Ethan sonrió, y la expresión fue como ver a un tiburón decidir si valía la pena el esfuerzo de atacar.

"No oficialmente. Pero he estado... observándote. Especialmente después de tu impresionante transformación del fin de semana." Ethan se acercó un paso, invadiendo el espacio personal de Zack de una manera que era tanto intimidante como extrañamente seductora. "Debo decir que quien sea que haya hecho el trabajo merece una ovación. Aunque me pregunto..." sus ojos se entrecerraron ligeramente, "¿por qué alguien gastaría tanto tiempo y dinero en un proyecto tan... ambicioso?"

Había algo en la forma en que dijo 'proyecto' que hizo que el estómago de Zack se contrajera con una ansiedad indefinible.

"Mark es mi amigo," dijo Zack, aunque las palabras sonaron débiles incluso a sus propios oídos.

"¿Tu amigo?" Ethan rió, un sonido musical que no llegaba a sus ojos. "Oh, cariño. Los amigos no hacen lo que Mark hizo por ti. Eso requiere un nivel de... inversión... que va mucho más allá de la amistad."

Ethan comenzó a caminar lentamente alrededor de Zack, como un depredador evaluando a su presa. Sus ojos recorrían cada detalle de la transformación: el corte de cabello que costaba más que el alquiler mensual de Zack, la ropa que gritaba marca de diseñador, incluso la nueva forma de caminar que Marcus el estilista había enseñado.

"Dime, Zack," continuó Ethan, su voz adoptando un tono casi paternal, "¿alguna vez te has preguntado qué quiere Mark a cambio de todo esto?"

"No quiere nada a cambio," protestó Zack, pero incluso mientras decía las palabras, recordó la intensidad en los ojos verdes de Mark la noche del viernes, la manera posesiva en que lo había tocado, la promesa inquietante de que 'nunca podría deshacerse de él'.

"Oh, mi dulce, ingenuo Zack," murmuró Ethan, deteniéndose directamente frente a él. "Todo tiene un precio. Especialmente la generosidad aparentemente desinteresada. La pregunta es: ¿estás preparado para pagar cuando Mark venga a cobrarlo?"

Zack retrocedió un paso, pero Ethan siguió avanzando, manteniéndolo atrapado en una burbuja de intimidad incómoda.

"No sé de qué estás hablando," mintió Zack.

"¿No?" Ethan inclinó la cabeza, estudiando a Zack con ojos que parecían ver directamente a través de él. "Entonces déjame aclararte algunas cosas. Mark Castell tiene lo que podríamos llamar... tendencias obsesivas. Ha estado observándote durante meses, mucho antes de su gran gesto de rescate. Tomando fotos, siguiéndote, aprendiendo tus patrones. ¿De verdad crees que un día despertó y decidió ayudar a un desconocido por pura bondad?"

El mundo de Zack comenzó a inclinarse peligrosamente. Las palabras de Ethan resonaron con una verdad inquietante que había estado tratando de ignorar. La manera en que Mark sabía exactamente dónde encontrarlo, cómo conocía sus horarios, sus preferencias, incluso sus inseguridades más profundas.

"Estás mintiendo," susurró Zack, pero su voz carecía de convicción.

"¿Lo estoy?" Ethan sacó su teléfono y comenzó a deslizar el dedo por la pantalla. "¿Quieres ver las fotos que tiene de ti durmiendo en la biblioteca? ¿O prefieres las que tomó desde los arbustos cerca de tu apartamento?"

Zack se tambaleó como si hubiera recibido un golpe físico. "¿Cómo...?"

"Porque Mark no es tan discreto como cree," dijo Ethan, guardando el teléfono con una sonrisa satisfecha. "Y porque he estado observando al observador."

Ethan dejó que las palabras se asentaran, observando con fascinación cómo la realización se extendía por el rostro de Zack como manchas de tinta en papel blanco. Era hermoso, realmente, ver el momento exacto en que la inocencia comenzaba a fracturarse.

"Pero no vine aquí para destruir tus ilusiones," continuó Ethan, su tono volviéndose casi gentil. "Vine a ofrecerte una alternativa."

"¿Una alternativa?"

"Libertad." Ethan extendió la mano, no para estrecharla, sino simplemente como una oferta. "Mi círculo siempre está buscando nuevas adiciones interesantes. Y tú, mi querido Zack, eres definitivamente interesante."

Zack miró la mano extendida como si fuera una serpiente que podría morderlo.