Dulce perfección

CAPÍTULO 8

BEN

 

Marzo, 2015

 

Cuando se está en depresión, buscas que todo a tu alrededor también lo sea. La forma de vestir, la música que escuchas, la forma tan amarga de pensar que toma de la mano a esa tristeza. Cualquier cosa que me hiciera extrañarla más era válida. A pesar de que, según Anna, parecía que me gustaba comportarme como todo un masoquista, sabía que no quería sacar a Katherine de mi mente. Quería tener claro todo de ella, su voz, su imagen, incluso su olor, pero con el pasar de los días, parecía alejarse cada vez más.

No quería que se alejara, ni siquiera su recuerdo, mismo que me encargaba de mantenerlo lo más vivo posible.

 

—¿No quieres ensayar?

 

Anna rompe con el silencio que gobernaba en mi habitación, estaba recostado sobre la cama sin hacer, aún en pijama, sin lavarme los dientes y sin tan siquiera bañarme. Tenía una barba de nueve días de crecimiento y mi cabello era un desorden, no me había importado mi apariencia del todo en los últimos días.

 

—¿No tienes que trabajar hoy?

—Hoy es jueves. Es mi día de descanso, ¿lo olvidas?

 

Sí, Anna. Lo olvidé.

 

—Deberías aprovechar el día para descansar. —Propongo con voz glacial—. O tal vez podrías salir a tomar un poco el sol.

—Te tomaré la palabra. ¿Por qué no vienes conmigo?

—Porque no quiero salir.

 

Me doy la vuelta en la cama evadiendo su mirada, cubriéndome la nuca con la almohada.

 

—Ben, no puedes hundirte en tu propia miseria, estoy aquí para ti. No voy a permitir que mi hermano menor detenga su vida para llorarle a su novia que ahora está reducida a cenizas. —Dejó escapar un suspiro, sé que intentaba cuidar sus palabras, pero mi hermana sabía que si necesitaba hacerme entender algo la sutileza no funcionaba—. Tus lágrimas no van a traer de regreso a Kat y te entiendo, sé que la extrañas y que una parte de ti se fue con ella pero no eres el único que está sufriendo con todo esto. ¿Has pensado cómo sufrimos nosotros por verte así? Mi mamá tomó tu turno en Hall's para guardar tu lugar, Sam incluso trabaja horas extras para reponer el dinero que tu aportabas, tus amigos han hecho lo posible por hacer que la banda siga funcionando pero recuerda que son cuatro, no tres. Te necesitamos Ben, todas las personas que te rodean te necesitan.

—Hall dijo que podía tomarme mi tiempo para regresar cuando me sienta listo, y no sé si sigo en la banda después de lo que les hice en Dallas, Dylan corrió a la banda de Blackout o algo así dijo Alex.

—Necesitas salir y recuperar tu vida tan pronto como sea posible.

 

No me sentía listo para regresar a mi realidad. No sabía si podría tocar otra vez como lo hacía antes en Blackout sabiendo que ella no iba a estar en la audiencia. No sabía si podía regresar a The Hall's Corner para ser amable con el resto de las personas, porque Hall exigía que siempre lleváramos una sonrisa en el rostro y tratemos a todos con amabilidad, pero no tengo ganas de sonreírle a los extraños. No estoy listo para regresar a mi vida «normal», ni siquiera recuerdo cómo era todo antes de Katherine Wyle.

Anna se acercó a la ventana y la abrió. Sin permiso alguno comenzó a levantar las cosas que estaban regadas por el piso que estaba de mi lado de la habitación, por primera vez el lado de Sam parecía más limpio que el mío y era de esperarse, tenía más de dos semanas que no ordenaba mi parte.

Jugueteaba con la pelota de baseball que pertenecía a mi padre mientras mi hermana se encargaba de sacar la basura, compuesta especialmente por envolturas de golosinas y latas de cerveza.

 

—¿Por qué no tomas un baño y salimos?

 

Me negué con la cabeza, arrojando de nuevo al aire la pelota que cachaba antes de que tocara el piso. Anna salió de mi habitación con la basura, minutos después ella entró de nuevo a mi habitación, esta vez acompañada del estuche que contenía mi guitarra acústica, tenía semanas que no la veía.

 

—¿No quieres tocar?

—No tengo ganas de tocar. —Expuse—. Además, a ti no te gusta la música que me gusta tocar, siempre te quejabas del ruido que hacíamos cada que ensayábamos en el sótano.

—Pero esta vez tengo ganas de escucharte. —Insiste, tiene la guitarra en las piernas y me mira intentando convencerme—. Toca algo para mí.

—No me sé ninguna canción de Justin Timberlake.

—Lo sé, tampoco bailas como Justin Timberlake porque tienes dos pies izquierdos.

—¡Hey! —Esbozo una sonrisa a medias—. Yo sé cómo hacer música, no cómo bailarla.

—Entonces quiero escucharte tocar. Recuerdo cuando te dieron esta guitarra y empezaste a aprender, ¡me hiciste odiar Paranoid y a Black Sabbath demasiado! No te detenías. Era la única canción que te sabías, después te convertiste en un gran músico, así que... ¿Me darías el placer de escucharte?



#403 en Joven Adulto
#5006 en Novela romántica

En el texto hay: musica, ballet, romance

Editado: 21.10.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.