IRINA
Anna, la enfermera y por lo que sabía ahora, hermana de aquel chico que no dejó de hablar durante horas, me regresó a la cama. Revisó mi presión arterial y se encargó de darme el medicamento correspondiente. Intentaba encontrarle parecido con Ben, pero lo único que tenían en común eran los ojos, turquesa, profundos, hermosos. Ella no era tan alta como él, tampoco tenía aquellos adorables cabellos ondulados oscuros que él tiene ni el lunar que él tiene en la barbilla. Anna es amable y silenciosa, lo contrario de su hermano que nunca se cansa de hablar. Además, me agrada porque nunca me molesta con preguntas, nunca intenta saber más como los demás miembros del equipo médico.
—¿Anna, cierto?
—Sí, ¿necesitas algo?
—Tal vez... Una respuesta. ¿Sabes cuándo podré irme a casa?
—Bueno, escuché al doctor Daniel decir que te estás recuperando muy bien pero los otros doctores piensan que no estás completamente sana aún.
—Pero me siento bien.
Ella lee su bitácora antes de mirarme de nuevo.
—Y te estás recuperando bien, es cuestión de tiempo para que te dejen ir. —Dice, sonriendo.
—Puedes ir a revisar a otros pacientes, ya hiciste tu trabajo conmigo.
—Tengo órdenes de no dejarte sola.
Mi papá seguramente impuso esa regla. Sin embargo, Anna desobedeció a Mr. Westwick hace unas horas, así que este era el momento para sacar a Ben en el tema de conversación.
—Me dejaste sola hace un rato con ese chico...
—Confío en Ben, no estabas completamente sola.
—Ben es tu hermano, ¿cierto? —Ella asiente—. ¿Qué hacía aquí?
—Está haciendo servicio comunitario, ¿te trató bien?
—Habla demasiado y a veces lo hace demasiado rápido. Pero supongo que sí me trató bien, a pesar de que me porté un poco grosera. Le hice perder el tiempo.
Y él es un chico muy adorable y guapo, no puedo negar ese pequeño detalle, incluso Anna es hermosa, así que supongo que su familia tiene buenos genes. Sin embargo no puedo decirlo en voz alta, no en frente de su hermana. Además necesitaba callarme acerca de Ben y su visita, ya que mi mamá entró a la habitación y saludó a Anna, preguntando por mi salud y todo lo que había ocurrido en su ausencia.
—Gracias por estar con ella, Anna, lamento haberte dejado sola demasiado tiempo, tenía que resolver unos asuntos de mi trabajo y su padre está ocupado con un cliente.
—Está bien señora Westwick, las dejaré solas. Si necesitas algo... —Anna me mira directamente a los ojos—, presiona el botón y estaré aquí lo más rápido que pueda.
Sonreí sin separar los labios y Anna se fue. Entonces mi mamá se acercó a la cama, sentándose en la orilla, tomando mi mano.
—Señora Westwick —recuerdo con ironía—, quiero ir a casa, ya no soporto estar aquí.
—Quiero ir a casa contigo también, pero necesitamos hablar de esta situación. —Mi mamá me mira con seriedad—. He tomado una decisión que puede resultar dolorosa pero es por tu bien. Hablé con Demian esta mañana y ambos llegamos a la conclusión de que debes quedarte aquí, con él.
—¡¿Por qué?! Sé que te está haciendo pensar que todo esto es tu culpa, pero no lo es. Quiero irme contigo a Nueva York, no quiero estar aquí, no pertenezco a este lugar. No sabes lo mucho que extraño nuestro hogar.
—Lo sé, mi amor, pero necesitas tener a alguien que te cuide y eso es algo que no puedo ofrecerte. Celia será la encargada de estar a tu lado durante tu recuperación.
—Dijiste que solo venía por unas semanas. —Hice a un lado su mano—. En abril el estudio de danza hará Giselle y el profesor Damon dijo que el protagónico sería mío, ahora entiendo porque me quiere dejar afuera otra vez.
Mi mamá deja de mirarme, dirigiendo ahora su mirada hacia sus manos, eso era una mala señal.
—Hay algo más de lo que necesitamos hablar, no vas a volver a ese estudio de danza. Esa obsesión de ser el protagónico en las obras de ballet no es saludable, has sacrificado tu propia salud por el ballet y no quiero que lo sigas haciendo con tal de pertenecer a una compañía de danza.
—¡No puedo creer que acabas de decir eso!¿Acaso mi papá te lavó el cerebro? Eras la única que me apoyaba en esto, ¡sabes que he bailado toda mi vida para pertenecer a una compañía! —Menciono, negándome con la cabeza—. Preferiría estar muerta antes que dejar el ballet.
Mi mamá no pudo decir nada, se concentró en la entrada de mi papá, venía cargando su portafolio, vistiendo un nuevo traje de color gris. Él deja el portafolio a un lado y me mira, preguntándose porque estaba tan molesta.