BEN
Estar con ella significa no pensar en Kat, Irina es la mejor forma que he encontrado para escapar de lo extraordinario. Mis tardes a partir de ese día estaban dedicadas a ella, solía gastar mi tiempo en el hospital tonteando sólo para hacerla reír más seguido y de alguna manera disfrutaba de esa parte de mi día. Ella es una chica asombrosa, difícil de obtener, pero una vez que la conoces mejor te das cuenta de que es adorable. No sé qué es lo que más me gusta de ella, la manera en la que me habla de las obras de ballet y de sus días de gloria en su estudio de danza al punto de que me hizo involucrarme en el ballet por primera vez en mi vida o si es lo bien que huele, o sus ojos brillantes... ¡Mierda!
Sin embargo, aún no era capaz de contarles a mis amigos sobre ella. Ni siquiera sé porque no puedo hacerlo, quizás me daba miedo sus reacciones. Sabía lo mucho que Travis y Luke querían que empezara a salir con otras chicas de nuevo, pero Alex... Él está en contra de eso, siempre se encargaba de recordarme que tenía que guardarle luto a Katherine y lo entendía un poco, ella era como su hermana, su muerte aún nos duele a ambos.
Además, tampoco sabía si en verdad debía decírselos, no estoy saliendo con ella, sólo pasamos tiempo en su habitación escuchando música y platicando, no somos algo más.
—Voy a ir a la tienda de danza. —Le digo a mamá cuando recibo mi paga.
—En verdad te agrada esa chica del hospital.
—Necesita un amigo. No es fácil para ella pasar por todo esto, apenas comenzó a ir a la terapia grupal ayer, y... quiero darle algo.
—Si tú lo dices. Te conozco cariño y esa chica está moviendo algo dentro de ti.
Mi mamá piensa que estoy enamorado de ella solo porque estoy siendo amable, pero juro que solo es amistad lo que busco. Sigo amando a Katherine y siempre lo haré, y pienso que no es un crimen que me dé la oportunidad de conocer mejor a Irina. Es tres años más joven que yo, ama los días lluviosos, el morado es su color favorito, le teme a las abejas y odia el sushi. Por lo que veo, Irina es una introvertida, ni siquiera tiene redes sociales y solo tiene dos amigas en Nueva York. Así que ser tan cercano a Irina ahora me hace sentir especial de alguna manera.
[...]
Debo aceptar que aventurarme a su mundo fue una de las cosas más interesantes que he hecho. Tenemos gustos diferentes, no es lo mismo entrar a una tienda musical en dónde ya sabía a qué departamento dirigirme para comprar el CD que Katherine quisiera más, incluso sin que me lo pidiera. Conocía tan bien sus gustos musicales que cualquiera que eligiera terminaba gustándole, pero con Irina todo era diferente, ella es lo opuesto a la chica de Nevada.
Cuando entré a aquella tienda de danza no supe hacia dónde dirigirme, vi estantes llenos de ropa muy brillante, otros cuantos exhibían accesorios que supongo utilizaban en clase, las paredes estaban decoradas con muchísimas fotografías de bailarinas que quería creer eran famosas, no sé muchas cosas del mundo de la danza como sé del musical. Me sentía tan perdido, no pude evitar mirar las zapatillas extrañas que estaban en el aparador. Las únicas que conocía eran las de punta, que incluso venían en tamaños y formas muy diferentes, junto a ellas se exhibían otro tipo de zapatos de lona, algunos de piel y por debajo se encontraban unos sneakers de danza que en mi vida había visto.
—¿Puedo ayudarte con algo? —Una empleada amable se acerca a mí—. Esos son un nuevo modelo, se ajustan mejor a tu pie para tener mejores resultados.
—No soy bailarín. —Me disculpo—. Ahmm... Estoy buscando un regalo para una amiga, pero no sé qué escoger de todo esto.
—¿Conoces sus medidas?
—Es muy delgada, supongo que cualquier cosa le queda.
—Tenemos un increíble modelo, es un nuevo leotardo que apenas llegó.
Me hizo seguirla para enseñarme el leotardo que recientemente les llegó, sin embargo, no me convenció del todo. No sabía cuál es el tipo de leotardo que más le gusta a Irina, fue por eso que regresé el leotardo rojo vino a su lugar.
—Gracias, pero seguiré buscando.
Recorrí la tienda por lo menos tres veces. No sabía que escoger para pagarlo y llevárselo a Irina. No podía comprarle unas zapatillas de punta porque era como comprar una guitarra, no es lo mismo una Gibson a una Fender, supongo que lo mismo pasaba con Gaynor y Grishko.
Estuve a punto de abandonar mi misión cuando dirigí la vista a una vitrina que estaba cerca del lugar designado para pagar. Allí se exhibían algunos CD's de ballet clásico, muchos accesorios para diferentes disciplinas, y además, ahí encontré lo que estaba por comprarle a Irina.