Dulce perfección

CAPÍTULO 25

IRINA

 

 

—Es tan extraño tener esto de nuevo en mis manos.

 

Jugueteaba con las zapatillas de punta, tocándolas, sintiendo la dureza de la caja, ansiosa por terminar de coser los lazos. La madre de Ben me había prestado todo, agujas y un par de carretes de hilo, llevaba sentada en el sofá del sótano un buen rato, cosiendo los elásticos y lazos de mis zapatillas, como solía hacerlo cada que compraba puntas nuevas. Ben me observaba sentado en el último peldaño de la escalera, tenía la guitarra en las piernas y tocaba para mí, era mi propio concierto privado.

 

—¿Y bien? ¿Qué esperas para ponértelas?

 

Ben dejó de tocar, puso su guitarra a un lado y esperó a que me terminara de amarrar la cinta de la zapatilla izquierda. La forma en la que se habían acoplado a mis pies era algo que extrañaba en los zapatos convencionales. Añoraba que el tiempo se fuera rápido para poder bailar con libertad en el salón de clase, no me conformaba con adoptar posturas en pointe en este lugar.

 

—Estoy fuera de práctica, necesito volver a adaptarme pero…  

—Es impresionante cómo lo haces. —Dice, esbozando un sonrisa.

 

Ben se puso de pie y se acercó a mí, tomándome de las manos, permanecí en puntas tocando su nariz con la mía.

 

—Por fin te alcanzo.

 

Cerré los ojos esperando a que me besara, sin embargo él lo hizo en mi frente, provocando que bajara completamente para poder volver a pisar el piso.

 

—Ya tengo que irme. Pero necesito esconder todo esto de mi papá.

—Vayamos con Anna, seguro que ella nos puede ayudar.

 

Me senté de nuevo en el sofá para quitarme las puntas y ponerme de nuevo los zapatos. Subimos hasta la habitación de Anna, Ben tocó dos veces la puerta hasta que ella salió para recibirnos, me cedió el paso y su hermana con un ademán me invitó a sentarme en su cama.

 

—Necesitamos tu ayuda. —Él habla por mí—. El padre de Irina no puede verla llegar con todas las cosas que compramos hoy. ¿Tienes un bolso enorme que puedas prestarle?

—Creo que sí.

—Bien, ayúdale por favor con eso. Ya vuelvo, Dylan me está llamando.

 

Ben salió de la habitación sosteniendo su teléfono, mientras tanto Anna buscaba en su armario un bolso que pudiera prestarme para meter mis cosas.

 

La habitación de Anna olía a lavanda gracias a las velas aromáticas que estaban encendidas, este lugar era demasiado ordenado al contrario del dormitorio de sus hermanos. Guardaba un par de CD’s  en un estante que dejaba ver a simple vista su colección de N’Sync, y por lo que daba a notar, amaba a Justin Timberlake por sobre todas las cosas; definitivamente sus gustos musicales eran diferentes a los de Ben. También un par de libros de medicina se escondían en otro estante, justo en dónde guardaba un botiquín médico de emergencia; no estaba acostumbrada a verla con el cabello suelto y mucho menos sin el uniforme de enfermera que la caracterizaba cuando me cuidaba en el hospital.

 

Anna se sentó en la cama conmigo, enseñándome un bolso rosado de tamaño mediano, abriéndolo segundos después para que pudiera ver su interior.

 

—No entiendo porque tienes que esconder tus cosas, son simples compras y además, lo que llevas ahí es hermoso.

—Creo que conociste a papá, él no está de acuerdo con que vuelva a tomar clases. Así que, lo mejor es mantener todo esto en secreto.

 

Saqué las cosas de la bolsa de la tienda. Mis zapatillas de punta que estaban guardadas en su respectiva caja al igual que las zapatillas de tela que utilizaba para hacer demi pointe; el leotardo negro, las mallas blancas que aún se hallaban en su empaque, todo lo que Ben me compró en la tienda ahora descansaba sobre su cama.

 

—¿Puedo ver tus puntas? —Pregunta Anna—. Siempre he tenido curiosidad de saber cómo son.

—Claro, tómalas.



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En el texto hay: musica, ballet, romance

Editado: 21.10.2020

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