IRINA
Junio, 2016
Un mes entero ha pasado y lo he vivido de la mejor forma a un lado de Ben. No podía describir todo lo que me hace sentir, pero estaba segura que no cambiaría por nada esa sonrisa que esboza cada que me ve caminar hacia él, esos ojos turquesa que miraban los míos fijamente antes de unir nuestros labios en un beso. Aún me emocionaba pensar en salir con él en citas, todas esas que hemos tenido han sido más que increíbles, todas diferentes y divertidas. Julianne solía decir que el primer mes es único, el amor está en el aire, no puedes quitarte las manos de encima, no había peleas y todo parecía sacado de una película romántica.
Yo no quería que ese mes de oro terminara.
—Ya casi se acerca el verano, ¿acaso no piensas venir a verme? —Pregunta mamá a través del teléfono—. Ya hablé con Demian y está dispuesto a comprarte el pasaje.
—¿Por qué no vienes tú?
—Irina, sabes que tengo que trabajar. —Me hace saber su respuesta—. Antes te escuchaba decir todos los días que no podías esperar para regresar a casa, ahora no quieres ni venir en el verano, ¿qué te mantiene atada a Los Ángeles?
—Ben, estamos saliendo desde hace un mes. No quiero dejarlo, mamá realmente me hace feliz. Además, me ha estado ayudando con todo el proceso, me acompaña a la terapia y me hace sentir hermosa con lo que soy.
—¿Y qué hay de todos esos sueños que tenías acá? ¿Qué hay de las clases de ballet? ¿De la NYC Ballet Academy?
—Estoy tomando lecciones de ballet aquí, sólo no le digas nada a papá. La profesora Leena es excelente y estoy aprendiendo mucho de ella.
Me quedé con mi mamá hablando quince minutos más, de todo lo que había pasado conmigo en estos últimos meses, de mis lecciones de danza, de las noches en Blackout, de Luke, Travis y Alex, de Ben especialmente. Celia entró a mi habitación y supe que era momento de terminar la llamada.
—Irina, ya está aquí.
Abandoné mi cama y me acerqué a la silla que se encontraba frente al tocador, me miré por última vez al espejo acomodando mi cabello con las manos, poniendo finalmente mi celular en un pequeño bolso cruzado café. Bajé por la escalera y miré a Celia, Ben no se encontraba en el vestíbulo como siempre solía hacerlo cuando demoraba en salir de mi habitación.
—Está afuera. —Celia me hace saber—. Yo me encargo de Demian, tú sal a divertirte.
—¡Gracias! Te veo después.
Salí de la casa cerrando la puerta detrás de mí. Ben esperaba junto a una motocicleta, con los lentes oscuros puestos, usando esa cazadora de piel negra que tanto me gustaba; me acerqué a él para averiguar de qué se trataba todo esto.
—Sam me hizo un préstamo. Bonita, ¿cierto?
—Sí, me pregunto qué te pidió Sam a cambio por prestarte a su bebé.
—Ven, sube.
Me aferré a su torso una vez que estuvimos arriba, era la primera vez que me subía a una motocicleta. Lo abrazaba fuertemente, con mi mejilla sobre su espalda, mirando el camino que recorríamos a una velocidad considerable en la motocicleta de Sam, él aún no quería decirme a dónde me llevaría para nuestra cita de hoy, prefería mantener el secreto, quería sorprenderme, casi siempre lo hacía.
—Así que… Santa Mónica Pier. Tenía mucho tiempo sin venir.
—La última vez que vine, vencí a Luke en Playland. ¿Quieres que haga lo mismo contigo?
—Mis habilidades en el hockey de mesa te sorprenderían Ben Miller.
Entramos a Playland tomados de la mano, listos para comenzar nuestra competencia en los diferentes juegos arcade que teníamos disponibles. Los dos teníamos habilidades diferentes, él me ganaba en todos aquellos que tuvieran algún control remoto, yo le ganaba en todos esos en dónde era elemental tener buena puntería. Finalmente jugamos cuatro veces en el hockey de mesa, no mentía cuando decía que mis habilidades eran muy buenas, solía pasar tardes enteras con papá jugando hace algunos años.