Dulce perfección

CAPÍTULO 31

IRINA

 

 

Ahora que Leena había puesto su confianza en mí para interpretar la variación de Esmeralda, sabía que tenía que esforzarme tanto cómo una vez lo hice en Benward-Lee. Sin embargo, esta vez era mucho más difícil para mí escaparme de mi papá para tomar mis lecciones y ensayos extra, las excusas para escaparme de la casa o del despacho se me iban terminando.

 

—¿No crees que últimamente sales mucho con esos chicos? En especial con ese tal Ben.

—Vamos papá, merezco salir un poco. Ya bastante hago ayudándote un par de horas en el despacho, ¿no lo crees?

—¿Al menos llegarás a cenar?

—Lo haré. —Me pongo de pie, empujando la silla dentro del comedor—. Iré a cambiarme y llamaré a mi mamá. Te veo en veinte minutos.

 

Subí hasta mi habitación para cambiarme de ropa, después llamé a mi mamá dejando el teléfono en alta voz en mi cómoda mientras terminaba de acomodar mi bolso, en dónde metí todas mis cosas de la clase de ballet, hoy tendría que salirme temprano del despacho y aún no ingeniaba una buena excusa para hacerlo.

 

Sabía que me había comprometido a trabajar con mi padre para tener la libertad de irme a clase por las tardes, él creía que continuaba asistiendo a las terapias grupales de Emily, cuando la única terapia en mi vida era ese salón de clase lleno de bailarinas de mi edad que disfrutaban hacer lo mismo que yo. Así como a él le encantaba permanecer encerrado en su oficina a mí me encantaba hacerlo en el salón de Leena.

 

—¡Hola William! ¿Pudiste resolverlo? —Mi papá se pone de pie y se encamina hacia otra parte de su oficina con su teléfono en la mano—. ¡Tienen que hacer algo pronto! Por ahora no puedo volar a San Francisco.

 

Al parecer a Demian le habían surgido problemas y lidiar con mis excusas era lo de menos hoy, estoy segura que ni siquiera le tomó importancia saber que tenía que irme temprano, prefería resolver sus asuntos antes de saber las razones por las que me fui del despacho.

 

La idea de presentar un solo me tenía realmente emocionada, había practicado ya tanto mi variación que ya no quedaba un detalle más que pulir. Leena parecía estar fascinada con todo el esfuerzo que le estaba poniendo a su coreografía, todas las horas gastadas los últimos días repitiendo hasta el cansancio esos dos minutos como Esmeralda, con un pandero, marcando con precisión los pasos que se coordinaban con los tiempos.

 

—Estoy muy satisfecha con lo que haces Irina, me has dejado claro que recibiste un buen enteramiento en Nueva York, me sorprende que no estés ya en una compañía. —Leena me decía recogiendo sus cosas—. Sé que algún día te posicionarás como una de las mejores de este país, lo aseguro.

 

Leena abandonó el aula dejándome sola, sonriéndole al espejo, mirando a Ben a través de él entrar al salón.

 

—Hola preciosa, ¿cómo está la mejor bailarina del universo?

—No lo sé, deberías preguntarle a Svetlana Zakharova y de paso, ¿podrías presentármela?

—¿Por qué hacerlo? Tal vez puedo fingir que no te conozco y así podría salir con ella.

—Eres un bobo.

—Pero soy el bobo que más te quiere.

 

Lo abracé por la cintura y él me rodeó con su brazo, salimos del salón y esperó por mí a que fuera cambiarme para salir como lo teníamos planeado.

 

—Anna quiere que el jueves vayamos a Malibú. Es su día libre y quiere salir de la ciudad, ¿quieres unirte?

 

Fue lo primero que Ben dijo después de haber estado dos horas en el cine en silencio.

 

—Me encantaría.

 

Caminábamos tomados de la mano por los corredores del centro comercial, de repente nos detuvimos en una tienda, había visto un bonito vestido que se exhibía en el aparador, el maniquí se veía hermoso.

 



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En el texto hay: musica, ballet, romance

Editado: 21.10.2020

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