CAPÍTULO 39

IRINA

—Irina ¿puedes venir un momento? —Ekaterina me llamó una vez que terminó su clase—. Necesitamos hablar.

Me acerqué a ella mientras se encargaba de recoger sus cosas. Salimos juntas del salón y una vez que el corredor estuvo lo suficientemente despejado decidimos caminar.

—Te he visto trabajar muy duro, eres una de mis alumnas más sobresalientes. Así que propuse tu nombre en el consejo, para el recital de diciembre. Te propuse para que seas Odette.

—¿Espera, qué? ¿Odette? ¿El cisne blanco?

—Sí, en verdad espero que lo tomen en cuenta. Te han estado observando, espero que vean lo mismo que yo he visto en ti.

Ekaterina se despidió, ella tomó su propio camino y yo me quedé allí, emocionada pero al mismo tiempo no quería hacerme ilusiones, lo pasé con Marcus cuando me dijo que Damon me tenía en su lista de favoritas, no quería pasarlo de nuevo creyendo que esta vez el principal sería mío. Sin embargo, que Ekaterina haya propuesto mi nombre en el consejo era un gran paso, si bien no me quedo con el personaje de Odette, podría tener algún otro como solista, no me caería mal ser la princesa Polaca del segundo acto.

Me quedé un momento más ahí en el corredor, intentando sacar una horquilla de mi cabello que llevaba rato molestándome, fue cuando sentí una mano tibia sobre mi hombro.

—¿Irina?

—Dianna, ahmm… Hola, ¿cómo has estado?

—Muy bien, ¿tienes tiempo? Podemos ir por algo a la cafetería, ¿qué te parece?

La acompañé a la cafetería. Dianna lucía tan linda como hace un año, con su cabello recogido en una coleta, me percaté de que había aclarado su rubia cabellera con algunos tintes pero aun así lucía increíble, la única gota de maquillaje que tenía encima era su brillo labial y vestía un pantalón deportivo por encima de las mallas y el leotardo.

Nos sentamos y mientras sacaba su cartera de su bolso yo me deshice de mi moño, dejé que mi cabello castaño se ondulara sobre mis hombros y esperé por ella al mismo tiempo que revisaba los mensajes que tenía en mi celular.

—¿Cómo has estado? —Cuestiona—. Supe que te mudaste durante un tiempo a California.

—Sí, estuve con mi papá un par de meses.

—También supe de tu enfermedad. ¿Cómo te sientes ahora?

—No estoy totalmente recuperada pero he estado trabajando en ello.

—Quise llamarte pero no tenía tu teléfono y cerraste tu cuenta de Facebook. Así que… Te tenía en mis pensamientos cada que asistía a la iglesia.

Dianna lamentó una vez más no haber estado para mí durante los primeros meses del año, cuando estuve en el hospital y todos creían que tendría el mismo final que Nathaly, pero yo ya no quería continuar hablando de eso. Quería saber qué era lo que hacía aquí, con su talento, ella debería estar ya en la compañía.

—Tuve un accidente. —Responde rascándose la nariz—. Me lesioné la pierna de apoyo y estuve incapacitada seis semanas, así que no pude formar parte del recital y me quedé aquí, ahora me han ofrecido un papel para el Lago de los Cisnes. Hacer a Odette aquí sería raro después de haberlo hecho en Benward-Lee.

Era como tener un deja-vú, Dianna lo decía con tanta seguridad que me hacía perder las esperanzas de interpretar a Odette. Las cosas no eran diferentes de Benward-Lee, ella era Dianna Fitz, la favorita de todos, la de la técnica impecable, la de los pies correctos; y yo era Irina Westwick, la que siempre estuvo en el cuerpo de baile, en los corifeos, la que perdió su oportunidad por culpa de un chisme.

[...]

El día había estado lleno de recuerdos. Lo supe cuando vi la cabellera rizada de Julianne, ella se encontraba pidiendo un pretzel en el carrito en dónde solíamos comprar saliendo de clases de Benward-Lee, no pude evitar sonreír al verla, todo había cambiado y aun así sentía que no había pasado ni un día.