Dulce Poeta

Capítulo: 27

Si te vas llévate todo, tu amor, tu aroma, tu calorSi te vas llévate tu ternura, tu locura y tu pasión, si te vas llévate también mi corazón

Si te vas llévate todo, tu amor, tu aroma, tu calor
Si te vas llévate tu ternura, tu locura y tu pasión, si te vas llévate también mi corazón.

Si no vuelves no me busques, no me llames y no me escribas.
Si no vuelves no me importa, no me incumbe y no me afecta
Yo estaré aquí esperándote hasta el día en que me muera.

Horrible, asqueroso, feo. Una mierda. No logro escribir nada decente. La papelera está hasta el tope de borradores inútiles e inservibles. Necesito más alcohol para no pensar en ella.

─Hijo ya llegué...─ la voz de mamá se oye desde la planta baja. Hoy llegó temprano, faltan quince para las diez de la noche. Casi un puto mes. Un mes desde que la imbécil de la bruja del carajo Adrover me hizo esa sucia jugada. ¡Un puto mes! Mátenme por favor. Soy tan cobarde que no me animo a matarme yo solito.

Luego de verla ese día que estaba borracho, el día que fui buscar a alguien que me crea, no volví a asomarme por su casa ni por su trabajo y menos en la Universidad. No me da la cara de la vergüenza.

─ ¿Nazareno?─ mamá seguía tratando de llamar mi atención.

Mierda.

─ ¿Qué pasa?─ bajé la escalera de mala gana, no quería hablar, hace días no quiero pero ella insiste ¿cómo no llegan más clientes para que acaparen toda su atención y me deje en paz?

─Nada, quería saber si estás bien...─ me dijo, se acercó y beso mi cara. Aún sigo enojado por lo de mi tía Alejandra.

─Rebosante de alegría ¿no ves? ─ dije rodando los ojos y agarrando una botella de tequila del bar.

─ ¿De nuevo? Hijo, tienes un problema.─ me giré y le di un seco trago al líquido que quemó mi garganta. Delicioso.

─Sí, y tiene nombre y apellido, y unos ojos azules que matan...─ dije dando mi segundo trago del día. Hoy tampoco fui a la escuela. Es la primera vez que bajo de mi habitación.

─Hijo...cielo, no puedes seguir así, entiendo que te hayas enamorado, que desees volver a verla, pero autodestruyéndote no lograras nada.─ las mismas palabras que uso cuando rompí con Melody.

─No digas eso, no es lo mismo que con Melody, la amo, es algo que nunca sentí por nadie en mi vida excepto por...─ La mano de mi madre tomó mi botella de tequila y la volvió a guardar donde estaba antes.─ Por ti...─ me giré y mamá estaba de espaldas a mí.

─Sé quién le ayudó a Melody a hacer ese sucio plan...─ no sé si fue la noticia o el tequila ingerido con el estómago vacío lo que me mareo un poco haciendo que me sujete de la mesa para no caer.

─ ¿Quién fue? ¿Cómo lo sabes? ─ dije a punto de llorar.

─León, el amigo de Deyamira...─ la noticia me impactó ¿Acaso todos son traidores? ¿Todos son malos amigos? ─ Lo hizo por dinero, lo necesita para la operación de su padre.

─Me voy...me voy a mi cuarto.─ caminé a mi cueva de nuevo. ¿Por qué siempre soy yo a quien le cuentan las cosas? Primero Ale y ahora León ¿Todos engañan y lastiman? ¿Todos están cubiertos de mierda que no es visible a simple vista?

Me tiré a mi cama y cerré los ojos en busca de paz, pero no la hallé. 
Esa noche, la noche de la tormenta, no deja de repetirse una y otra vez en mi estúpida cabeza.

Horas antes de que Deya llegara a mi casa alguien tocó el timbre, el asombro al abrir la puerta fue demasiado para mí, ver a esa rubia, la que yo solía adorar, yo daba todo por ella, tenerla de nuevo frente a la puerta de mi casa y con los ojos llorosos provocaba algo muy dentro de mí, confusión, un frenesí de sentimientos y algo en mi memoria que quería provocar un impulso para abrazarla y reconfortarla olvidando todo lo que me hizo. Pero lo ignoré.

─ ¿Qué haces acá?─ pregunté.

─Necesitó hablar con alguien, ya no soporto...─ soltó un llanto.

─ ¿Por qué lloras?─ no pensaba dejarla entrar a mi casa así como así, es una excelente actriz.

─ Por todo lo que mi padre me está presionando a hacer, estoy cansada, ya no puedo hacerlo...─ sus palabras sonaron sinceras, y era el momento ideal para ayudar a mi mamá con todo ese asunto.

─Pasa, así te calmas y de paso hablamos para buscar una solución.─ me hice a un lado y ella llorando ingresó tropezando y se hubiese caído de frente al suelo si yo no hubiese alcanzado a sujetar su cintura.

Hacía mucho que no la tenía tan cerca. Su aroma a lavanda mezclada con cigarro, tan característico en ella, llenó mis fosas nasales.

─Gracias...─ dijo incómoda entre mis brazos y noté que debía de soltarla.

─ No fue nada...─ Mel caminó a la sala, ella conoce ésta casa tanto como yo.




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