CAPÍTULO 19

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Mi mente y corazón están hecho un caos de locura hormonal.

No pensé que iba a tener que experimentar esto en mi vida. Sigo sin creer lo que acaba de pasar. ¿En serio este chico está enamorado de mí? ¿El chico popular de toda la preparatoria? ¿El que tiene exnovias bonitas y perfectas? No entiendo lo que ocurre. Ni mucho menos que su boca está sobre la mía, depositando un tierno beso.

Su exnovia dije que no le gusta los acercamientos.

Esto dice lo contrario.

—Serena —musita muy cerca de mi boca. Eso hace reaccione una vez por todas—. Cuando te besan, debes cerrar los ojos y abrir más los labios.

Sí. Puede que esto sea un sueño.

—No me he besado a nadie.

—Lo sé —recalca él entre una pequeña risa susurrante que acaricia mis labios—. Me gusta ser el primero en todo en tu vida. Hace que me sienta especial.

¿Un sueño? ¿Me he quedado dormida? ¿En qué momento lo hice?

—Esto es un sueño.

—No lo es. ¿Quieres que lo sea?

¡Esto no es verdad!

Sin embargo, antes que vuelva a sumergirme en mis pensamientos, sus labios recaen en mí. Esta vez hago lo que él dice y me dejo llevar por esa avalancha de emociones que atacan a mi corazón.

Es difícil besar.

Al principio los labios buscan encajar a la perfección. Los latidos del corazón se apresuran y una sensación electrizante sube por todo el cuerpo hasta que las piernas empiezan a temblar.

Mis piernas tiemblan.

Y mucho.

—Esto es real —murmuro en nuestros labios—. No puedo creerlo.

Sí. Tampoco lo creo.

¡¡Estoy besándome con el presidente del consejo estudiantil!!

—Lo es.

—¿Te gusto?

—Sí.

—¿Por qué? —pregunto retrocediendo dos pasos. Ya mismo me derrumbo al suelo—. No comprendo. Tu exnovia fue la exanimadora. Ella es perfecta en todo el sentido de la palabra.

¡Sigo sin comprender nada!

—Eso no tiene nada que ver contigo, Serena.

Dios. ¡No entiendo nada de esto!

—¿Por qué no? ¡Nos besamos! ¡Dijiste que te gusto!

—Sí. Me gustas mucho, pero no tiene nada que ver con mi pasado —explica sin dejarme de mirar con esa expresión llena de seriedad—. El problema es tu bajo autoestima. Piensas que nadie se puede enamorar de ti. Estás equivocada en eso.

Muerdo mi mejilla interna.

Ha dado en el punto exacto.

—Es algo complicado.

—Es por lo que pasó con ese tipo —recalca, sujetando una de mis manos—. Voy a decirte algo importante. —Su mirada oscura brilla—. Jamás me he confesado a nadie. Las chicas con quienes he salido, solo las he aceptado porque estaba aburrido.

¿Qué cosa?

—¿Por aburrimiento?

—Suena algo frío, pero mi vida es así, Serena.

—¿Y yo no lo soy?

—No —responde sonriendo sin parar de acariciar mis manos—. Eres espectacular. Diferente a todas las personas que he conocido hasta ahora.

¿En qué momento le gusté de esta manera?

¡Estoy tratando de procesarlo!

—Esto es algo que debo pensarlo.

—Sí. Tienes que hacerlo —concuerda, sonriendo—. Pero debes entender que no beso a cualquiera. Dudo que también seas así.

Beso.

Esa palabra se repite en eco en mi mente.

—¡Claro que no beso a cualquiera! ¡Fue mi primera vez! —exclamo avergonzada—. Bien. Eso…

Ríe, mientras me abraza contra sí.

—Sí lo sé.

—Necesito procesar esto —declaro en un susurro—. No puedo decir otra cosa más.

Sí. Necesito hacerlo. Dudo que sea capaz de aceptar la realidad del asunto. Soy muy mala para entender esta situación que hay entre los dos.

—Te daré tiempo.

Oh, cielos.

—Sí.

—Pero no para que me rechaces —aclara, buscando mi mirada—. Te daré tiempo para que puedas aclarar tus pensamientos negativos que tienes respecto a ti.

Trago saliva al observar esa mirada.

—¿Cuánto tiempo me podrías dar?

—Una semana —responde, volviendo a sujetar mi rostro—. Pero no significa que no estemos cerca. Tendremos citas y todo eso.

¿Qué?

—Espera, presidente.

—¿Piensas que te iba a dar tiempo a solas? —pregunta entre una pequeña risa, mientras se acerca de nuevo a mis labios. ¡Mi corazón quiere salirse de mi pecho!—. Estás equivocada, Serena.

No puedo creerlo.