■■¿■¿■■
No he dormido nada desde que se confirmó la relación que tengo con el presidente. Sigo sin creerlo que ya tengo novio. ¿Cuánto tiempo debo esperar hasta aceptar la realidad de mi situación? Tengo que contarles a Bonnie y Stella de mi situación. Por otra parte, me he levantado a las cuatro de la mañana y aproveché adelantando mi comic que entrará en el concurso.
Sé que tengo bolsas grandes debajo de los ojos por la trasnochada.
No es la primera vez que me sucede esto. Es decir, cuando empiezo a dibujar, pierdo la noción del tiempo por estar tan concentrada.
—¡¡Serena!! —exclama Bonnie corriendo hacia mí con Stella—. ¡¡Cuéntanos!!
Estamos en la entrada de la preparatoria y no han esperado mucho para la preguntadera.
—¿Son novios? /¿Aclararon el asunto?
Ambas han preguntado a la vez.
—Sí y Sí.
—¡¡Oh, Dios!! —exclama Bonnie emocionada—. ¡¡Nuestra amiga ya tiene novio!!
Le cubro con la boca.
—No es necesario que grites a los cuatro vientos mi situación.
—No pensarás mantenerlo en secreto, ¿verdad? —habla Stella con una ceja arqueada—. Además, ya están los rumores que se han besado. Solo deben confirmarlo y listo.
Sí. Es verdad lo que dice.
—Lo sé, pero será después. Aún sigo procesando que tengo novio —confieso, mientras friego mi sien—. Es complicado, ¿comprenden?
Ambas se miran para luego mirarme.
—¿Al menos sabes si está de acuerdo el presidente con tu punto de vista problemático? —cuestiona Bonnie seria—. ¿Acaso no piensas que es algo egoísta de tu parte hacerlo así?
¿Es egoísta?
—Ese chico te quiere y puede que se ponga triste al querer seguir ocultando su relación sentimental —opina Stella—. Por eso, mejor piénsalo bien.
No lo había pensado de esa manera.
Si lo pienso así, sí es egoísta de mi parte decidir esto.
—No he hablado esta decisión con él.
—¡No ves! ¡Así no funcionan las relaciones! —asegura Bonnie—. ¡Habla con tu chico y ya!
Mi chico.
Aiden Winston es mi novio. Mi chico. La persona que siente algo de amor por mí. Eso he repetido toda la noche, haciendo que sea difícil conciliar el sueño.
—¡¡Rodéenlas!!
¿Qué cosa?
En segundos, tanto mis amigas y yo estamos en medio de un círculo humano que se han agarrado de la mano.
—¡¿Qué creen que hacen, dementes?! —exclama Bonnie molesta—. ¡¡Quítense ya!!
Su exclamación viene acompañada de una lluvia de arroz y sal que nos lanzan sin remordimiento. Una de ellas, entra al circulo y alza el mismo muñeco de la otra vez.
—Nuestro Dios, les lanzará una maldición.
¿Qué?
—Tengo miedo —musita Stella a mi lado—. ¡Nunca me gustaron las cosas paranormales!
—No diría que sea así, más bien, es una especie de locura que están haciendo estas dementes —dice Bonnie poniéndose enfrente de ella—. Quítate, antes que conozcas el mismo chamuco saliendo de mi cuerpo para lanzarte al suelo y quedarte igual que una pordiosera.
—¡¡No amenazas al frente de nuestro Dios, pecadora de carne!!
—¿Qué acabas de decir, demente? —pregunta Bonnie, queriendo irse hacia ella, pero tanto Stella y yo la sujetamos—. Suéltenme que, en este momento, daré rienda suelta al chamuco que ellas despertaron.
—Deja de decir eso o pensaré que estás poseída —habla Stella—. Por favor, Bonnie.
—¿Poseída? ¿Yo? ¡¿En qué momento lo estoy?!
Oh, Dios mío.
—Si estás poseída, realizaremos una purificación de energía con nuestro Dios —comunica otra que entra al círculo. Tiene la misma bolsa de la otra vez—. Luego podemos agarrar un mechón de pelo de tu axila para clavarlo en el tronco de manzano que está a un lado de nuestro santuario.
¿Qué cosa?
—Tengo miedo, chicas —murmura Stella—. Será mejor que nos vayamos de aquí.
—¡¡Toquen mi axila y les lanzo una maldición para que se queden calvas!! —grita Bonnie—. ¡¡Quítense ahora!!
Esto se pondrá peor.
Hubiera sido mejor que me encontrara primero con Aiden, pero él dijo que llegaría tarde por su trabajo de presidente del consejo estudiantil. Si sigue así, tendremos problemas con el comité disciplinario que no demora en llegar.
—Hay que tranquilizarnos —hablo tratando de tranquilizar la situación—. No podemos meternos en problemas, Bonnie.
—¡Ellas empezaron! ¡No se quieren quitar! —recalca casi en un grito—. ¿Piensan que me quedaré tranquila cuando nos han rodeado una secta de locas?
—¡¡No somos una secta!!
Bonnie resopla.
—¿No? ¿Y que hay de ese muñeco extraño? ¿Y ese polvo raro? —cuestiona Bonnie de mala gana—. ¿De qué era eso? ¿Huesos y qué más? ¡¡Necesitan de un psiquiatra!!