Dulce Sorpresa

CAPÍTULO 29

VERDAD

■■¿■¿■■

No puedo creer que una de mis exnovias, haya querido molestar a Serena. Por suerte, actué de inmediato. Por poco, termina con una relación que recién empieza. De todas maneras, no iba a permitir eso. Me costó llegar a este punto. Tuve que trabajar más de lo normal para tenerla a mi lado. Solo apliqué lo que escuché tiempo atrás.

Un hombre que llora es vulnerable.

Ella me besó.

Sonrío complacido por los resultados esperados.

—Eres un demente —comenta Fidelina, mi última exnovia. Tiene un ceño fruncido en la frente—. ¿Desde cuándo tienes esta personalidad retorcida?

—No lo llamo personalidad retorcida.

Resopla.

—¿En serio? Estuve indagando y encontré que metiste a un integrante al club de teatro —comenta con ironía—. Usaste tu poder de presidente del consejo estudiantil a cambio que te haga una escena asquerosa.

Habla de la confesión amorosa que recibí cuando vi a Serena en el árbol.

—¿Eso te interesa? ¿Hablarás sobre eso ante todos los estudiantes?

—¿Lo hiciste por esa chica gordita? —cuestiona, haciendo que la mirara directo. Ella se tensa—. No puedo creer que estés de demente. ¿Y esa tipa no lo sabe?

Despliego una sonrisa, mientras me acerco a ella hasta verla chocar contra la pared. Su mirada se vuelve confundida. Sujeto su mentón y enseguida aparece un sonrojo en su rostro.

Todas las chicas se ponen así por mí….

Menos la que quería en mis manos. Por eso, tuve que atraerla igual que una abeja a la miel.

—Al parecer te sigo gustando por tener este rostro —musito—. Pero déjame decirte que tus rastros de sentimientos, no sirven de nada, Fidelina.

—Al menos recuerdas mi nombre, demente.

—Tengo una buena memoria. Por eso, soy el primero en toda esta preparatoria —Sonrío y acaricio sus labios—. Siempre he escuchado los comentarios desdeñosos de las apariencias de las demás personas. Sobre todo, de la mía.

—Eso significa que tienes un tipo de gustos retorcidos.

Río ante su comentario.

—¿Por qué? ¿Por estar con una chica maravillosa? —cuestiono sin dejarla de mirar—. Mi novia es linda. Todo en ella, es perfecto. Comenzando desde su talento, hasta terminar en esas hermosas piernas gruesas que me vuelven loco. ¿Has visto su ancha cintura? —Su expresión es un caso—. Sí. Es la primera vez que siento varios tipos de atracción por una chica.

—Estás demente, Aiden Winston.

—Lo estoy por ella.

Ella me empuja.

—Si te gustan las mujeres rechonchas, ¿por que estuviste conmigo y tus otras dos exnovias? —pregunta molesta—. Estoy seguro que ni fuiste cariñoso con las que estaban antes que yo.

En eso tiene razón.

Casi no me interesó el contacto físico con nadie.

—Es posible que se deba a mis gustos peculiares por las mujeres —confieso riendo—. Tienes una expresión extraña.

—¡¡No puedo creer que me haya enamorado de ti!!

—Eso es tu culpa por estar fijándote en algo superficial —pronuncio sin darle tanta importancia—. Solo acepté por curiosidad, pero siempre termina en lo mismo. Aunque contigo, fue diferente porque me engañaste con otro chico.

Ella se tensa.

—Normal, porque tú no demostrabas cariño.

—No me interesa el motivo, del cual, me engañaste, Fidelina —comento sin dejarla de mirar—. No te acerques a Serena. Caso contrario, conocerás otro lado de mí que no te va a gustar tampoco.

Ella bufa.

—Ahora comprendo que eres un perfecto actor.

—Gracias.

—¡Te detesto, Aiden Winston! ¡A mala hora que me fijé en ti!

—Es bueno saberlo. Siempre tendremos arrepentimientos que nos enseñan a madurar —digo, mientras saco un pañuelo y se lo entrego. Está a punto de llorar—. Vete de aquí y no vuelvas a pisar esta preparatoria, Fidelina.

Ella aprieta los dientes y rechaza mi pañuelo para luego irse con brusquedad, dejándome de pie. A pesar que no sentí amor por ninguna de mis exnovias, recuerdo las personalidades de cada una.

Con Serena será diferente.

Debo hacer todo lo posible para que esté a mi lado hasta convertirla en una hermosa mariposa. Tendré que ayudarla mucho en trabajar en su autoestima. Reformar nuestra confianza y así, poder avanzar más en nuestra relación.

—Significa que todo ese acto de llorar, era falso.

Volteo a mi lado derecho, viendo al chico que me ayudó con la confesión falsa. Tiene una sonrisa torcida en su rostro.

—¿También quieres soltar rumores sobre ello?

—No me interesa y no tengo tiempo, presidente —responde en un encogimiento de hombros—. Solo que es sorprendente de lo que eres capaz de hacer por una chica.

Lo miro con frialdad.



#3 en Joven Adulto
#39 en Otros
#26 en Humor

En el texto hay: juvenil, romance y humor, chicacurvy

Editado: 29.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.