Dulce Tentación

~ Capitulo 19 / Rasher ~

Me arreglé de manera rápida, algo que ya había aprendido a hacer por la prisa constante en mi vida. Bajé por el balcón, un salto rápido y bien calculado. Aterrizando con agilidad, vi a Rusther recostado sobre el coche, con los brazos cruzados, su postura de desdén era evidente. No parecía tener muchas ganas de existir en ese momento, y su mirada vacía al frente lo dejaba claro. Si alguien podía expresar la frustración sin palabras, ese alguien era él.

Randi, por otro lado, también parecía molesto. La incomodidad en su expresión era tan palpable como el sol que lo envolvía, con los lentes de sol puestos como una barrera entre él y el mundo que lo rodeaba. No me sorprendió en absoluto ver a Roderick con una cara de enojo profundo, su rostro estaba tan marcado por la furia que parecía estar a punto de estallar en cualquier momento. Podía casi sentir la tensión emanando de él, como si estuviera esperando una oportunidad para descargar su rabia en alguien o algo. Sin duda, la atmósfera en el aire estaba cargada.

-Al fin -se quejó Randi, soltando un gruñido molesto que reflejaba su evidente impaciencia-. Vámonos -agregó, entrando al auto sin más preámbulo. Asentí sin decir palabra, subiendo al vehículo con una ligera sensación de incomodidad, sin saber del todo por qué me sentía tan inquieto. El ambiente estaba pesado, tenso, como si algo estuviera a punto de estallar. Cerré la puerta, sin más, y encendí el motor, tomando el rumbo hacia la universidad sin perder la calma que aún me quedaba.

Los minutos pasaron con el sonido del motor como única compañía. Randi seguía molesto, con sus manos nerviosas jugando con los lentes, mientras que Roderick se sumía en sus pensamientos, aparentemente procesando cada segundo con un nivel de concentración que me desconcertaba. Rusther seguía con esa actitud distante, sin intercambiar palabra con nadie, como si no estuviera ahí, como si estuviera en otro mundo, en otro lugar del que nadie podría sacarlo.

Cuando finalmente llegamos, Rusther fue el primero en salir del coche, seguido por Roderick y Randi. Cerré la puerta con calma, observando cómo los tres se mantenían al margen, como si algo pesado los uniera en su silencio. Mi curiosidad aumentaba con cada paso que daba, y no pude evitar notar cómo sus miradas se mantenían fijas, en un mismo punto, como si algo los hubiese hipnotizado. Sentí una extraña necesidad de saber qué estaba ocurriendo, qué les pasaba. ¿Qué los tenía tan alterados?

Mi mirada siguió la suya, buscando lo que tanto les causaba esa reacción. Y entonces la vi. Estaba de pie, conversando con una de sus compañeras cerca de la entrada de la universidad. Era imposible no notarla. Ella no estaba allí por accidente, su presencia era como un destello que atrapaba a todos los que la miraban.

Llevaba una falda negra con pliegues que le llegaba hasta la mitad del muslo, una camisa ombliguera de un verde militar, con mangas largas que contrastaban perfectamente con la frescura de su presencia. Sus botas negras, altas hasta justo debajo de la rodilla, daban un toque audaz a su look, mientras su cabello, suelto y ligeramente despeinado, caía sobre su rostro de una manera que la hacía ver incluso más encantadora. Un aro negro adornaba su peinado simple pero cuidadoso, que apenas era visible, dejando que su fleco cayera suavemente sobre sus ojos. Los lentes azules que llevaba puestos añadían un aire de misterio, haciéndola aún más intrigante.

Sus movimientos eran gráciles, su sonrisa ligera y sincera, casi como si el mundo entero estuviera en pausa solo para que ella pudiera disfrutar de su pequeña burbuja de paz. Con un libro abrazado a su pecho, tratando de evitar que cayera, parecía una imagen sacada de un sueño. La forma en que se movía, como si todo a su alrededor careciera de importancia, pero al mismo tiempo se mostraba consciente de cada detalle, me dejó atrapado en su presencia. Era una visión tan atractiva que ni mis hermanos pudieron evitar mirarla con una fascinación casi palpable. Aquel momento, aunque fugaz, fue como una pausa en la rutina, algo que se me quedó grabado de inmediato.

De repente, ella miró hacia nosotros, como si en ese instante nos notara, después de todo, nos estábamos mirando fijamente. Sus ojos, al principio distraídos, se fijaron en los nuestros con una rapidez que me sorprendió. No pudo evitar rodar los ojos con algo de exasperación, como si no pudiera entender por qué estábamos allí, observándola de esa forma. Sonrió a su amiga, disculpándose por algo que no entendí, antes de entrar rápidamente a la universidad, dejando a los cuatro atrapados en una mezcla de emociones.

Rusther, al ver su reacción, gruñó con evidente frustración. Sus puños se apretaron con fuerza, su cuerpo tenso como un resorte a punto de romperse. Puedo decir que fue uno de esos momentos en los que su ira se volvió casi tangible. Azotó la puerta del auto con tal fuerza que me hizo sobresaltar, llamando la atención de los tres de inmediato. Sin decir palabra, comenzó a caminar hacia la universidad, su mirada fija en algún punto invisible, la furia claramente reflejada en su rostro.

-¿A dónde vas? -le preguntó Randi, con tono burlón, pero Rusther no le prestó atención.

Cerré la puerta del coche con un suspiro, tomando un momento para procesar lo que acababa de suceder. Rusther, como siempre, prefería no expresar lo que sentía, pero esa reacción suya era una advertencia de que algo no estaba bien. Caminé tras él, seguido de Randi y Roderick, quienes no podían evitar burlarse de la actitud de nuestro hermano mayor. Las bromas que hicieron, aunque suaves, no conseguían calmar la tensión en el aire. La mirada de Roderick era de algo más profundo que solo rabia, y Randi, aunque se reía, tenía una inquietud que no era normal en él.

Mi mente seguía viajando hacia ella, la chica que había dejado a todos tan descolocados. ¿Qué era lo que nos atraía tanto de ella? ¿Qué historia se escondía tras esa fachada tan perfectamente construida? No podía dejar de preguntarme cómo alguien como ella podía tener tanto poder sobre nosotros, sin siquiera saberlo. Y, mientras caminábamos hacia la universidad, mi curiosidad crecía. Sabía que no era una simple atracción superficial. Había algo más, algo que desbordaba el simple hecho de mirarla. Pero, ¿qué era exactamente?




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