Dulce Tentación

~ Capitulo 23 / Ashly ~

Estaba en la cafetería esperando a que Fanny consiguiera nuestro almuerzo para irnos al huerto de flores con Karol, quien nos esperaba allí porque tenía que atender una llamada.

—Son guapísimos —dijo ella, mirando a las "cuatro R", que caminaban como los malditos reyes del lugar.

Ambas estábamos en la fila del almuerzo. De alguna manera, me había convencido de acompañarla.

—Son como cualquier otro —respondí sin ganas, cruzándome de brazos.

Era la primera vez que coincidía con ellos cuatro al mismo tiempo desde aquella "charla". La verdad, los evitaba lo más que podía. Eran realmente extraños y, para colmo, yo actuaba raro cerca de ellos.

—¿Estás loca? —protestó Fanny con dramatismo, dándome un leve codazo en las costillas—. No parecen de este mundo… —suspiró de manera exagerada y soñadora.

Rodé los ojos ante su actitud.

"¿Por qué todos actúan de esa manera cuando están respirando el mismo aire que ellos?", pensé con aburrimiento, observando cómo cada persona que se cruzaba con ellos reaccionaba de forma extraña. Lo raro era que Karol ahora actuaba con más decencia cerca de ellos. Bueno, al menos menos "te lanzo las bragas, mi vida" y más "te acercas y te muerdo".

—Me voy, te espero allá… —dije rápido, saliendo de la cafetería.

No me gustaba el aura que se formaba cerca de los hermanos Riffirshon. Era extraña y, a la vez, deliciosa… pero no me dejaría atrapar por ella. No después de lo que sé.

Estaba a punto de salir totalmente de la cafetería cuando un escalofrío me recorrió la espalda, poniéndome los pelos de punta. Sentí como si algo pesado cayera sobre mí, intentando aplastarme, como ya se había hecho costumbre desde que ingresé aquí. Volteé en la dirección de esa sensación.

"Maldición..."

Chocamos miradas. Rasher, el mayor de los Riffirshon, me observaba. Luego, les habló a sus hermanos y señaló en mi dirección con un leve movimiento de cabeza. Todos voltearon a verme.

El tercero sonrió de manera seductora. Los otros solo me observaron con curiosidad, como si acecharan a su presa. Salí de allí de inmediato tras ese extraño momento.

Tal vez todos tenían razón… realmente parecían de otro mundo. Más razones para mantenerme alejada de ellos. Y más aún sabiendo que esa parte del mundo de la que quiero escapar está más cerca de lo que imagino.

Cerré los ojos y suspiré pesadamente, pasando mis manos por mi rostro para calmarme. Tal vez estaba exagerando. Tal vez… solo tal vez.

—Lucette.

Fruncí el ceño con molestia. Nadie conocía mi segundo nombre aquí en Riffirshon. Abrí los ojos y aparté las manos de mi rostro, volteando para ver quién me había llamado.

Abrí los ojos de par en par al ver a Roderick acercándose. ¿Cómo demonios sabía mi segundo nombre?

—¿Qué pasa, Roderick? —pregunté, aún con el ceño fruncido.

Sus ojos azules eran tan malditamente enigmáticos que atrapaban a cualquiera con facilidad. Pero yo me resistía. No podía caer en esa dulce tentación… No con uno de ellos. Y mucho menos con todos.

Eso intentaba con todas mis fuerzas, pero sentía que cada vez era más difícil.

—¿Estás bien? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

—¿Por qué no habría de estarlo? —respondí en tono serio.

De la cafetería salieron Rusther y Randi. Apreté los puños con impotencia al ver a Rusther después de tanto tiempo. Sus hermosos ojos lila estaban apagados, casi oscuros, y eso me llenó de amargura.

Sus ojos se encontraron con los míos mientras avanzaba. Una punzada de ardor en el pecho me recorrió cuando su mirada pareció apagarse aún más.

Roderick miró a sus hermanos. Rasher salió de la cafetería unos segundos después.

Los cuatro Riffirshon estaban frente a mí. Y cada uno de ellos tenía una expresión que, de alguna manera, me afectaba. No entendía por qué… pero al mismo tiempo, un sentimiento de culpa se instaló en mi pecho.

Coloqué mis manos en la espalda, clavando las uñas en mis palmas para calmarme.

La verdadera pregunta era…

—¿Ustedes están bien? —pregunté sin poder evitarlo.

"¿Por qué no simplemente me doy la vuelta y me voy?"

Randi soltó una risa sin gracia.

—¿Por qué no habríamos de estarlo? —dijo, arqueando una de sus cejas negras.

Apreté la mandíbula, frustrada. Hundí aún más mis uñas en la piel hasta sentir una leve punzada. Una gota de sangre resbaló por mi mano.

Los cuatro se tensaron al instante.

—No sé ni para qué pregunto —dije, bajando las manos.

—¿Te importa acaso? —murmuró entre dientes Rusther, su cuerpo rígido.

Lo miré directamente.

—Si no me importara, no preguntaría —solté sin pensar.

Por primera vez en días, lo admití en voz alta.

Suspiré y solté la presión en mis manos. La sangre de las pequeñas heridas resbaló entre mis dedos hasta caer al suelo. Los cuatro dieron dos pasos hacia atrás.

Los miré, preocupada.

—¿Qué pasa?

—Na-nada… —respondió Rasher de inmediato.

—Ashly… —me llamó Karol desde atrás.

Volteé, extrañada.

—Sácala de aquí —murmuró Rasher, con los ojos apretados.

Ella lo miró, confundida. Luego miró mis manos. Y en un instante, corrió hacia mí y me puso detrás de ella en posición defensiva.

—¡Ahora! —gritó Rasher, abriendo los ojos de golpe.

Di un respingo. Sus ojos brillaban de una forma extraña.

Rusther apretó la mandíbula, manteniendo los ojos cerrados. Su rostro estaba tenso, mirando en otra dirección.

Randi soltaba pequeños gruñidos ahogados en su garganta.

Roderick se alejaba aún más, pero su mirada seguía clavada en la mía. Sus ojos azules parecían reflejar los rayos del sol sobre las olas. Su cabello rubio estaba completamente alborotado.

Un escalofrío me recorrió.

No por miedo a lo que pudieran hacerme.

Sino por lo que les estaba ocurriendo a ellos.

—Tenemos que salir de aquí —susurró Karol, retrocediendo conmigo.




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