Estaba buscando a los cuatro, deseando con toda mi alma encontrarlos. Necesitaba sentirme segura, y sabía que solo ellos podían brindarme esa seguridad. Había recorrido cada rincón de la universidad sin éxito alguno, el miedo y la ansiedad se apoderaban de mí con cada paso que daba. Sentía que algo me faltaba, que si no los encontraba, me hundiría aún más en este caos que comenzaba a ser mi vida.
Mi mente, cada vez más agotada, me susurró una solución: "la biblioteca".
No sabía cómo había llegado a esa conclusión, pero mi subconsciente, siempre tan perspicaz, me decía que allí estaba la respuesta. Recordé el rincón oscuro que solían frecuentar, ese lugar donde todo parecía ser más sencillo, más seguro. Sin pensarlo, corrí en esa dirección, esperando que mi intuición no me fallara.
Al llegar, mi corazón latía desbocado, como si supiera que algo no iba bien. Comencé a buscar por todo el lugar, desesperada por encontrar la entrada al cuarto que tanto anhelaba. Pero no había nada. La cerradura que necesitaba, la llave que me abriría ese espacio tan familiar, no aparecía. Cada minuto que pasaba sentía que el estrés se acumulaba más y más. Había perdido ya parte de la mañana buscándolos, sin éxito, y ahora me sentía completamente perdida.
¿Dónde estaban cuando los necesitaba?, Mi mente daba vueltas, mientras mis dedos temblorosos recorrían las estanterías, buscando cualquier signo, cualquier pista que me guiara. Pero todo seguía siendo igual de vacío. A punto de rendirme, noté algo peculiar en el estante. Un movimiento casi imperceptible, como si alguien me estuviera guiando, como si la puerta finalmente fuera a abrirse. Y lo hizo. El estante se movió hacia adentro, revelando la oscuridad que siempre había estado ahí.
Mi respiración se aceleró al ver el vacío en el interior. Saqué la linterna de mi teléfono y apunté al espacio, pero no había nadie. El cuarto estaba desierto, sombrío, como un eco de lo que alguna vez fue mi refugio. La desesperación me invadió.
"¿Qué estaba pasando?, ¿Por qué no estaban ahí?", Sentí un nudo en la garganta, y una oleada de frustración me recorrió el cuerpo. Suspiré profundamente, intentando calmarme, y me retiré de allí, cerrando la puerta tras de mí con una sensación de impotencia.
Salí de la biblioteca, mis pasos rápidos y apresurados resonando en los pasillos vacíos. El aire frío de la universidad me golpeó la cara, pero ni siquiera eso logró calmar la tormenta dentro de mí. El patio estaba cerca, y aunque no tenía muchas expectativas, mi instinto me impulsó a dirigirme allí. Necesitaba verlos, necesitaba saber que estaban bien, que no me habían abandonado.
Entonces, los vi. Los cuatro estaban allí, junto a las canchas de fútbol, hablando con Ethan y su escuadrón. Los observé por un momento, un nudo formándose en mi estómago al ver cómo se relacionaban con ellos.
"¿Qué tenían que ver ellos en todo esto?", me quejé internamente. Mi enojo creció, y mis pies me llevaron hasta allí, hacia el grupo. Pero algo no estaba bien. El ambiente era tenso, cargado de algo oscuro, algo que no entendía, pero que me hacía sentir aún más perdida.
Ethan, con su actitud arrogante, gruñó, y su voz rasposa me hizo detenerme en seco.
—Alejense de ella—, ordenó con firmeza, como si de alguna manera me perteneciera, como si fuera suya.
"¿Qué?, ¿Qué significaba todo esto?", Mis pensamientos se atropellaban unos a otros, mientras miraba a Rushter, quien respondió de manera fría.
—No lo haremos—. La tensión se cortaba en el aire, y la actitud de Randi no ayudaba en nada.
—No recibiremos órdenes de un chucho—, dijo con desdén, lo que aumentó mi confusión. Estaba cerca de ellos, pero no podía hacer nada. No quería que me vieran, pero necesitaba escuchar, necesitaba entender.
—Ustedes son bestias que la destruirán—, gruñó Karol, con una furia que no había visto antes. Kenji, como siempre, la contenía, su rostro mostraba una mezcla de calma y cansancio.
—No querrás iniciar una guerra, contrólate—, le dijo, y la tensión creció aún más. El silencio que siguió fue pesado, y luego una voz que no reconocí intervino, tranquila, pero cargada de algo peligroso.
—¿Qué posean la misma alma no es razón suficiente para empezarla?—, dijo el hombre de cabello negro, parte del escuadrón de Ethan.
Mi mente trató de asimilar esas palabras, pero algo en mí se rompió cuando escuché a Ethan decir, con un tono más grave y cargado de preocupación.
—No dejaré a mi luna en medio de todo esto—. Mis ojos se cristalizaron al escuchar esa frase. Todo me daba vueltas, y el aire a mi alrededor se volvió denso.
Fue entonces cuando Roderick, con su tono burlón, añadió.
—Te rechazo, ¿no es verdad?, Ya no es nada tuyo—. Mi corazón se detuvo por un segundo.
"¿Cómo sabían eso?", Mi mente daba vueltas, procesando palabras que no entendía, una revelación tras otra, como si todo se estuviera desmoronando alrededor mío.
Pero lo que más me perturbó fue la siguiente frase de Karol.
—Ella no tiene futuro al lado tuyo. Con malditos chupa-sangres, morirá en menos de un año—. Mi mente, ya sobrecargada, no pudo procesarlo de inmediato.
¿Chupa-sangres?
No entendía nada. Todo parecía tan surrealista, tan absurdo, pero al mismo tiempo… real...
Randi, molesto, añadió:
—Cuida tu boca, perra. Somos vampiros—. Todo se desmoronó aún más.
Vampiros. La palabra rebotó en mi cabeza, como un eco que no podía silenciar.
Mi mente se nubló y me negué a pensar más. No podía escuchar, no quería escuchar más. Corrí sin pensar, mis piernas moviéndose por inercia, alejándome de ese lugar. No quería estar cerca de ellos. Sentía que me habían mentido, que todo lo que había sentido, todo lo que había vivido con ellos, no era más que una mentira. ¿Estaba siendo manipulada, iba a ser utilizada como su reserva privada de alimento?
Mi corazón se rompió mientras corría, las lágrimas comenzando a empañar mi visión. No tenía respuestas, no tenía nada. Solo la sensación de ser una tonta, una marioneta en un juego que no entendía.