Z A R E K
Me dejó caer con cansancio sobre la cama. El sudor recorre mi cuerpo y mi respiración va a mil. A mi lado, noto el movimiento de Lana por querer acercarse más a mi. Así que antes de que se acurruque me levanto desnudo de la cama y me dirijo al baño, escucho el resoplido de molestia que suelta Lana pero me vale mierda si se molesta, ella sabe perfectamente que no me gustan los cariños después de tener sexo. Pues solamente es eso; sexo sin amor, solo por placer.
Cierro la puerta con seguro una vez estoy dentro, pues no me apetece tener compañía mientras me baño. El agua fría me cala el cuerpo pero eso es lo de menos, lo que necesito es relajarme y eso es algo que el agua fría me da; relajación.
Paso al rededor de veinte minutos en la ducha, para cuando salgo del baño noto la cama tendida y no hay rastro de Lana, por lo que supongo que se ha marchado. Me seco el cuerpo y el cabello, para después comenzar a vestirme.
Mi vista se clava en mi pecho atravez del espejo, en el tatuaje en honor a Liliana que me hice dentro de prisión. Una punzada en el pecho me hace apretar los puños con fuerza, ella era la única persona que me quedaba en la vida. Y me la arrebataron.
Suelto un grito de pura rabia y estrelló mis puños contra el espejo, lo hago con tanta fuerza que pequeños trozos de cristales votan a mi rostro y me rasguñan la mejilla, inmediatamente mis nudillos comienzan a sangrar.
Mierda
V A L E R I E
Cerca de cuatro horas después, me encuentro arrastrando mis maletas a lo largo del aeropuerto, mamá me dijo que me estaría esperando en la zona donde venden los souvenirs. Así que con un poco de dificultad, pues los audífonos me cuelgan del cuello apunto de caerse, me dirijo hacia allí. Una inmensa sonrisa se dibuja en mi rostro cuando capto el cartel blanco que sostiene una mujer de cabellera castaña. En el se lee "Bienvenida a tu nueva casa, pequeña Valerie" en letras de color rosa con violeta, mis colores favoritos.
Tomo fuerzas y con mis manos sosteniendo fuertemente mis maletas, corro en dirección a mi madre, a quien no he visto en casi un año. Los audífonos se me han caído pero no me importa, solo quiero llegar hacia donde está mi madre y tirarme a sus brazos, pero siento que el camino se me va haciendo cada vez más largo. Por eso, cuando estoy a solo unos pasos de distancia suya, suelto los mangos de mis maletas haciendo que están caigan con brusquedad al piso llamando la atención de algunas personas a nuestro al rededor. Pero no me importa, rompo a llorar con fuerza justo antes de lanzarme a los brazos de Sarah Brown, quien al igual que yo, deja caer el cartel blanco colorido y me estrecha entre sus brazos. Ella también está llorando, puedo oírla. Nuestros cuerpos se agitan con los sollozos que soltamos, mi madre posa sus manos en mis hombros desnudos para echarme un poco hacia atrás y que pueda observarme. Sus delgadas manos están frías, pero aún así siento la calidez con la que me abrazo y ahora mira.
Observo su rostro, cabello y cuerpo, mientras ella hace lo mismo. Su cabello lacio está corto y un poco ondulado, sus ojos verdes me miran cristalizados y su blanca piel está roja, seguramente por el sol de Los Angeles. Entre Drake y yo, mi hermano es quien se parece más a mi madre, ojos verdes, cabello castaño y piel blanca. En cambio yo tengo los ojos avellanas y la piel morena de papá. De mamá solo tengo el color de pelo, pues mi papá es pelinegro.
Le sonrió a mamá, ella me la devuelve.
— Me alegra que estés aquí, mi niña. — Se inclina hacia adelante para dejar un beso en mi frente — Fue un largo año sin verte.
— Lo sé, te extrañe mucho.
— Yo igual, Valerie.
Nos damos otro abrazo para después separarnos, pues mamá me dice que dejó el auto en doble fila y puede que seguramente ya tenga una multa, así que le ayudo a recoger el cartel y después de tomar mis maletas, comienzo a caminar detrás de ella, en dirección a la entrada del aeropuerto. Por suerte mamá no encuentra ninguna multa en el cristal de su auto cuando regresa, así que me apresura para meter mis cosas en la cajuela y tras tener todo listo, ambas nos montamos en si camioneta y nos marchamos de ahí.
Le envío un mensaje a papá avisándole que llegue sana y salva a Los Angeles, me contesta que le alegra que le haya avisado y que cualquier cosa, no dude en llamarlo. Así requiera su presencia, también me dice que me instalé y ya me llamara mañana, que disfrute del día de hoy al lado de mi madre. Le digo que lo amo y después de que me contesta con un "Yo también", guardo mi celular en mi pequeña mochila y miro a mi madre.
— ¿Cómo has estado, mamá? ¿Cómo van las cosas en el hospital? — Decido romper el silencio, mamá me da una breve sonrisa llena de entusiasmo antes de volver su mirada al frente.
Dos meses después de que mis padres se divorciaron, mamá aún vivía en la casa. Un día recibió una llamada de su jefe sobre una oferta de trabajo en Los Angeles, mamá no dudo en aceptarla, Drake mudandose con ella. Primero comenzó siendo jefa de enfermeras, tres años después, mamá ahora es la directora del hospital. Hablar de su trabajo es algo que la entusiasma siempre.
— Uno que otro problema y demasiado estrés, pero de ahí en fuera todo va de maravilla.
Mamá me comienza a contar sobre su trabajo en el hospital, sobre sus compañeros y compañeras, incluso se atreve a contarme que tiene un pretendiente, cuando me lo dice me mira con escrutinio, quizás pensando que me molestaría escuchar eso, pero en realidad me alegra. En Chicago, papá también comenzó a salir con alguien hace tres meses. Me hace feliz que ambos intenten rehacer sus vidas.