Capítulo uno

Las vacaciones de verano habían terminado y los estudiantes volvían perezosos a la universidad cargando bolsos pequeños con un cuaderno y un bolígrafo en él. Inmediatamente el bullicio de la gente llenó el lugar.

Unos minutos antes de llegar a las ocho y media ingresaron las dos personas más controversiales del instituto. Grace y Ethan. Eran amigos desde el Kinder y sus familias estaban demasiado unidas no solo por negocios.

Grace era la típica jovencita introvertida, adicta a los libros y el estudio, tranquila, pero con una personalidad admirable, popular ante el consejo de estudiantes en general. Tenía el cabello negro como el ébano, el cielo despejado y brillante en sus ojos, y labios pequeños rojizos. Su cuerpo no estaba mal, muchas la eviadaban por eso. Pero fuera de ello jamás alcanzó el nivel de Perra Malnacida que tenían sus amigas.

Ethan era otro lío, un excelente lío. Se consideraba asimismo el badboy de la universidad aunque no era capaz siquiera de golpear una pared. Sin embargo, el cuerpo de dios griego combinado con su cabello rubio ondulado y los ojos negros como la noche le daban esa reputación errónea. Fuera de los estereotipos de la sociedad, Ethan era un joven divertido, amable, sincero y muy, muy sentimental.

Ninguno concordaba con su propia fama de estudiante. Y tampoco se llevaban tan bien como aparentaban.

Regresaron a verlos caminar cuando pasaron a su lado. Totalmente embobados. Algunos solo sacaron sus teléfonos móviles y comenzaron a grabar como si se tratase de dos grandes actores asistiendo a una premiación de Grammys.

—¡N'ombre! ¡A mí me los pones en frente y olvidaría cómo se respira! —grita un moreno a su acompañante plantándose en su camino.

—Hasta pareciera que Grace bebé es una top model que trabaja para Victoria's Secret —agrega la rubia con voz chillona y divertida, colgándose en los hombros de la chica. Acaricia el cabello sedoso de su amiga y sonríe con admiración.

—Brittany, deja la tontería de lado —Grace rueda los ojos disimulando una sonrisa.

—Ethan está de acuerdo conmigo, cariño —regresa su mirada al nombrado y coge su mandíbula moviéndola con sutileza—. Así es, querida Britt. Tienes toda la razón del mundo —dice con voz grave simulando el hablar del chico.

Inevitablemente se escapa una risa de todos. 

Ethan toma las manos de su amiga rubia y la separa con cuidado. Luego mira con atención a Grace y le jala el cabello con diversión.

—Admitamos que en tu vida serás una modelo si solo pasas metida en los aburridos libros de ciencia ficción y fantasía —Sus ojos se cierran cuando muestra una gran sonrisa perfecta.

—Esos "libros aburridos" son los que me impiden suicidarme para no seguir viendo tu estúpida cara. Deberías estar contento de que, por ellos, te siga hablando —bufa con una sonrisa cínica.

Brittany vuelve la mirada divertida a su acompañante y ambos ríen maliciosos.

—Una buena forma de iniciar el día, claramente. Sus peleas tontas nos alegran la mañana. ¿No lo crees así, Alan? —El moreno asiente acomodandose las gafas— ¡Pues genial! Ahora déjense de coqueteos porque debemos ir a clases.

—¡¿Qué?! —gritan asustados por esa afirmación. Sus caras de desfiguran en una mueca de asco y se miran con odio.

—¡Primero muerta antes que enamorarme de tí! —grita Grace cruzando los brazos frente ella como una especie de escudo invisible.

—¡Ya quisieras que te viera como mujer, imbécil! ¡Eres solo un insecto ante mí! —se defiende Ethan cerrando con fuerza los ojos.

—Al menos soy un insecto —sonríe mirándose las uñas—. Para mí tú eres una piedra, una insignificante piedra. ¡Idiota!

—¡Irracional!

—¡Animal!

El timbre suena indicando el inicio de la primera hora escolar. Brittany y Alan habían desaparecido hace mucho pues no querían llegar tarde, así que solo quedaban ellos y algunos chicos entrometidos en el patio.

Grace se agarra el cabello con un moño en una coleta alta y estampa sin miedo su puño en el rostro pálido de Ethan.

—Esto no acaba aquí —afirma besando la mejilla que había golpeado y sale corriendo al salón.

Ethan lleva una mano a su cara y se limpia con desdén, fregando varias veces el lugar con las mangas de su suéter de lana blanca.

—¡Maldita! ¡Pagarás por esto! —le grita al vacío fruncido el seño. Estira su cuerpo y corre por la misma dirección que su "amiga".

Se perdieron en los pasillos y la multitud de estudiantes alarmados que apresuraban el paso en dirección a sus clases. Cabellos negros, castaños, rojos y rubios, ojos claros y oscuros, pero entre todos aún se podía distinguir el par de chicos peculiares corriendo uno tras otro sonriendo como infantes.

En el patio, ahora vacío, aparecieron dos figuras intangibles vestidas con largas túnicas blancas y una corona de rosas en la cabeza. 

Una de ellas era mayor que la otra por solo unos meses. Su actitud era severa y muy estricta. Tenía el cabello castaño lacio, brillante y trenzado, ojos azules casi blancos y labios delgados. La menor era su perfecta contraparte.

—Oh, ¿serán ellos? —pregunta la más chica dando pequeños saltos.

—Esperemos a ver qué hacen. Recuerda que ellos lo deben pedir, directa o indirectamente —señala con seriedad su contraria.

—¡Esperaré ansiosa el momento en que deseen ser el otro! Con esto le demostraré al inútil de Cupido que sus flechas de amor ya no son tan necesarias. —Cierra un puño en el aire y lo jala a su pecho como muestra de determinación.

—¿Tú forma de unir parejas es haciéndolos cambiar de alma?

—Es original —se defiende con un berrinche.

—Es extraño —corrije su hermana.

—¡Funcionará y es lo importante! ¡Andando! —Comienza a caminar con las mejillas rojas de vergüenza— ¡Sigamos a mi primer pareja, mi obra de arte!

—Sí, genial. Vamos. ¡Ujú! —La sigue sin ningún ánimo de hacerlo. 

Tenían una misión, y aquella era conseguir que dos personas totalme opuestas se amasen apesar de su odio mutuo... Aunque, ¿en realidad se odiaban?