Dulce Venganza

|4| Entrometida y salvaje

—Un jodido escándalo. —gruño Devin lanzando todo el contenido de su escritorio al suelo. 

—Se-Señor… —tartamudeo uno de sus asistentes tras ver esa acción despotrica, intentando avanzar hacia él. 

—He tratado de evitar toda mi puta vida los malditos portales de chismes. —Devin estampó su puño sobre la pared, lo que provocó varios jadeos por parte de todo su séquito de asistentes. 

E-S-C-Á-N-D-A-L-O. 

—Estamos tratando de eliminar el portal AlInfiniti, señor. 

—¿Todavía? —Foster clavó su mirada en el hombre, cuyas palabras solo hacían enfurecerlo más—. Les di una tarea. ¡Una! Y me vienen a decir que no han podido completarla. —Devin señalo la puerta—. Los quiero fuera de mi vista, y solo regresen cuando el responsable de difundir mis malditos momentos privados sea encontrado. 

—A sus órdenes, señor Foster. 

Devin les dio la espalda. Maldiciendo tranquilamente hasta que la puerta se cerró, dejándolo completamente solo en su oficina. 

No era común de Devin mostrar esas acciones tan violentas, pero por primera vez en su vida, se sentía enojado de que las cosas no salieran como él las planeaba. 

Ciertamente, su visita a New York no estaba saliendo como él quería. 

¿Cómo había llegado ese chisme tan rápido a los medios? Era imposible. 

A no ser que… 

Su mente inmediatamente evocó la imagen de aquella chica de cabellos castaños que huyó de su presencia. 

Lo último que podía ser era estúpido, por lo que fácilmente intuyó que, si huyó despavorida del piso, no era por haber olvidado algo en su coche. 

Esa chica escuchó toda la pelea, o por lo menos, disfruto presenciando las partes más importantes. 

Sabía de antemano que nada bueno podía venir de eso, pero dejo huir a la chica en vez de cazarla y hacer que guardara silencio, sin importar cuanto fuera el precio por su lealtad. 

Su trabajo como asesor político del partido conservador en Inglaterra, no podía permitirle ser una persona de carácter “influenciadora en las redes” por lo que pequeños percances como el de ese momento podía costarle caro. 

Por ahora, las noticias solo eran divulgadas en la gran Manzana. Lo que mantenía en un hilo de alivio a Devin, pero no estaba a salvo de los rumores que correrían a boca del partido. 

Meterse con Olivia era el peor error que pudo cometer, más cuando no tenía idea de la manera tan impulsiva en que solía actuar cuando se sentía “engañada”. Él más que nadie sabía que la modelo no era ni la más devota, ni la más santa de entre todas las que se ponían a su disposición. Sin embargo, su relación fue divertida mientras duro. 

Sin amor, el cual, para él, solo era más que un término sobrevalorado. 

Devin mantenía a Olivia bajo amenazas, y no creía que está fuera en contra de su pacto y lanzará el rumor a la prensa. 

La reputación de ella y su familia estaba en juego. 

Whitney podía ser la persona que lo traicionó, pero la chica es demasiado temerosa como para intentar desafiarlo de esa manera… Aunque lo temerosa quedaba en el olvido cuando decidió trepársele como gata en celo, pidiendo atención que el gustoso le dio. 

Sus opciones eran limitadas, por lo que todo quedaba resumido a la pequeña salvaje. 

Devin se rascó la barbilla, indagando sobre una forma de encontrar a aquella chica. 

Primeramente, hablaría con ella, y si le ocultaba algo, lo sabría, por qué detectar a los mentirosos era su mayor especialidad. 

Devin reviso su agenda, y tras darse cuenta de que debía ponerse en marcha para llegar a tiempo a una reunión con el alcalde. 

Todos se pusiera tensos cuando observaron a Devin salir con su habitual cara de póquer y su expresión de creerse el dios del mundo. 

—Me reuniré con el alcalde en media hora. Necesito que ustedes se queden y terminen de eliminar cualquier horda de chismes que lleve mi nombre plasmado. —todos asintieron a las órdenes de Foster—. Además de eso, quiero que contacten con el gerente del hotel y le pidan las grabaciones del día de ayer por la mañana, necesito encontrar a alguien urgentemente ¿Entendido? 

—Sí, señor Foster. —replicaron sus asistentes. 

Devin salió de la habitación sin esperar que sus empleados terminarán con su respuesta, claramente no estaba de humor para perder más tiempo en vanidades. 

Podría haber ocupado esas horas cerrando algún trato o creando conexiones, quien sabe, ese paso más a la cima tuvo que posponerse para ocuparse de ciertos baches que obstaculizaban su paso.

 

*****

 

Enigma. 

Aquella chica que corría despavorida hacia el ascensor le producía una sensación de inquietud. 

Una extraña sensación de querer saber más. 

Claramente para destruirla. 

Le parecía un enigma que debía descifrar pieza por pieza. 

—¿Encontró lo que buscaba, señor? 

Devin siguió mirando la pantalla, siento como el gerente del Four Seasons esperaba su respuesta. 

—Sí… acérquese por favor. —el hombre de complexión baja atendió las órdenes de Foster y se acercó con cautela a la pantalla—. ¿Observa a esta chica? 

—Si, señor Foster. 

—Quiero saber quién es, que hace, donde trabaja, quien es su familia. —Devin fijo su mirada sobre el hombre, sin compasión o escrúpulos—. Hasta el último detalle. 

—La señorita del vídeo no está en nuestros registros. 

—¿Entonces como ingreso ella a estas prestigiosas instalaciones? —inquirió Devin—. Por la puerta trasera no fue. 

—Trataremos de resolver sus inquietudes, señor Foster. Le prometo que… 

—No quiero promesas, necesito acciones. —frustrado de no obtener respuesta, Devin asintió hacia un guardia—. Si tiene alguna información más puede contactarme a mi número privado. —él le extendió una tarjeta con su información personal—. Si me disculpas, tengo una reunión a la que asistir. 




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