Dulce Venganza

|7| Mensaje

—¿Dónde está la chica? —inquirió Devin en un tono frío, notando como su asistente tragaba duro ante su pregunta. 

Era obvio que algo había salido mal. 

Por qué si no, estaba más que claro que aquel blog de chismes ya hubiera desaparecido de la faz de la tierra junto con sus editores, y con ello toda la horda de chismes que le rodeaban y empezaba a llegar a oídos de sus superiores. 

Por la mañana tuvo una extraña llamada de parte de su jefe, el presidente del partido conservador, lo cual no era muy común cuando viajaba, lo que le hacía pensar que indiscutiblemente ya estaban enterados de lo que aquí en New York estaba sucediendo con su persona. 

Su tiempo se estaba acabando, y debía poner un puto final para poder volver a la normalidad. 

—Señor... —su única asistente femenina, Dinah. Tartamudeaba sus palabras, temiendo la reacción de su jefe. 

—¿Dónde está Elon? Hasta este día extendí mi plazo para que trajeran a la mujer. 

—Ellos la perdier-ron de vista, señor F-Foster. 

Devin le dio un vistazo a la su asistente, empuñando sus manos tan fuertes que los nudillos empezaban a tornarse blancos. 

No podía creer que la perdieran de vista. 

Nadie podía hacer una maldita cosa bien. 

—Dile a Elon que venga él mismo a decírmelo. Por lo pronto, tú solo encárgate de transferirme solo llamadas importantes. Ya puedes irte. 

Dinah asintió antes de darle la vuelta y marcharse rápidamente de la habitación, dejando a un Devin enojado y frustrado. 

—¿Qué mierda está pasando? —se preguntó Devin, sosteniendo un vaso con vodka que tomó de un solo trago. 

Olivia negaba las acusaciones de Devin, dando sus propios argumentos y descuidos, con cada palabra que salía de la boca de la modelo, hacía que Devin cuestionar la estúpida decisión que comprometía pensar más con su amigo de abajo. 

Ella también, se había encargado de dar con la chica a la cuál recurrió por ayuda cuando se dio cuenta que estaba siendo "infiel".

Según lo que Devin sabía, Olivia quería que el jefe de Amber Johnson la despidiera. 

Pero Devin se rehusó a eso, desterrar a un soplo de esa manera era la forma más fácil de acabarlo. 

Amber estaba en el ojo de Devin Foster, y este tenía muchos escenarios preparados para ella. 

Empezando por el hecho de que cuando la tuviera frente a él, la haría cantar los nombres de las personas a quienes les divulgó la información. 

Devin hizo a un lado sus asuntos personales y se enfocó en el motivo de su viaje, por lo que después de varias horas de estar absorto en el trabajo, escucho que alguien tocaba la puerta de su oficina. 

—Adelante. 

Su jefe de seguridad ingresó, con una actitud un poco inquietante, sin embargó, sabía cubrirla con una expresión vacía. 

—Señor Foster. 

—¿Sucedió algo? —hasta ese momento, Devin se dio cuenta de que afuera estaba muy oscuro, probablemente era media noche. 

—Su asistente, Elon. Acaba de llegar al edificio, hice que ingresarán por la puerta de servicio. 

—¿Y la chica? —inquirió Devin, levantándose de su silla para situarse frente al hombre. 

—Sin rastro de ella. 

—¿Entonces...? —Devin esperaba una respuesta. 

—Sera mejor que lo vea usted mismo, señor Foster. 

—Estos hombres solo pierden mi tiempo. —aseguró Devin, saliendo de su oficina. 

Maldita sea, si esto seguía así, tendría que tomar la situación por cuenta propia. 

—Si no tienen una buena excusa, los despediré a todos. 

—No lo creo, señor. —inquirió el hombre, siguiendo sus pasos y guiándolo hacia otro apartamento. 

Devin entro con pasos seguros, logrando que algunos se levantarán para saludar. Sin embargo, él estaba muy lejos de eso, lo que quería era saber el porqué de los inconvenientes. 

A duras penas, Elon intento ponerse en pie, lo que provocó que una ola de mareos, estando a punto de mandarlo de bruces al suelo. Si no fuera por Dinah y otro de sus guardias. 

—Esa mujer es una loca. —gritó Elon, cayendo al sillón—. No sé qué mierda me inyectó en el cuello, solo recuerdo sentir el pinchazo. 

Devin miro a los dos hombres, uno tenía una bolsa de hielo en su cabeza, mientras que el otro la sostenía contra su paquete. 

—No entendió como paso esto. —mascullo otro de los guardias, haciendo una leve mueca de dolor. 

—¿Había alguien más con ella? —inquirió Devin, caminando hacia ellos. 

—Solo ella. —gruño Elon. 

—¿Cómo es posible que una simple chica haya acabado con tres hombres? —Devin hizo una mueca de burla—. Debería contratarla a ella como mi seguridad y despedirlos a todos ustedes, no puedo creer su ineptitud. 

—Debe tener algún conocimiento. —comentó otro guardia—. Conoce muy bien como dar golpes. 

—No me digan... —Devin miro a Dinah—. Contacta con el médico del hotel para que venga a chequearlos. 

—Esa chica es demasiado lista. —se quejó Elon—. Se burlo de nosotros al dejar su auto en el trabajo, salió por la puerta de atrás y desapareció de nuestro radar por varias horas. Después, apareció caminando hacia su apartamento, y ahí decidí interceptarla, estaba sola y sin nadie a quien pedir ayuda, destruimos su teléfono para evitar que grabará algo o llamase a sus amigas... —este se quedó callado. 

—Dile lo que te dijo. —Elon frunció los labios, dedicándole una mala mirada al guardia que estaba a espaldas de Devin. 

Devin se cruzó de brazos, esperando que terminara de hablar. —No me hagas perder el tiempo. Dile de una maldita vez lo que dijo. 

—Dile al señor Foster que la próxima vez mande hombres de verdad. 

—Supongo que tiene razón. —comentó Devin en un tono burlón.

—Pero…

Si Amber tenía las agallas de mandarle órdenes de esa forma tan peculiar, merecía que alguien a la altura de sus desafíos acudiera a la acción.

—Dinah, necesito que canceles mis reuniones de mañana. —Tras un último vistazo, Devin le dio la espalda a su personal y salió de nuevo rumbo a su oficina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.