Dulce Venganza

|10| A la antigua

—Es un gusto hacer trato con ustedes, señor Foster —con una sonrisa, Devin se levantó de su asiento para alargar su mano y estrecharla con la del alcalde de New York—. No tengo duda de que, si gana la contienda, será el mejor primer ministro que Londres haya conocido.

—En lo personal, me alegra que piense eso de mí —aseguró— el partido estará muy dichoso de saber que contaremos con su apoyo.

—Es bueno crear alianzas, señor Foster. —el alcalde tomo de su bebida, mientras Devin solo contemplaba al hombre con gesto temple.

Cada día estaba más cerca de su objetivo.

Estas pequeñas reuniones solo afianzan su camino.

Debía mantener la compostura frente a un alcalde que mantenía sus sucios secretos. El poder lo era todo en su mundo. Y si quería ganar, necesitaba pensar con la cabeza fría, eso significaba atar cabos sueltos, investigar a sus “socios" y siempre tener un az bajo la manga para situaciones sorpresivas.

A excepción del pequeño demonio salvaje que le había dado un inesperado giro de 180 grados.

—Por cierto, escuché por ahí algunos rumores...

Devin mostró una sonrisa agradable, a pesar de su molestia. —Son un poco desagradables. Pero son solo eso, rumores. Usted debe entender que a los periodistas le gusta rondar cerca.

—Comprendo perfectamente. —el alcalde trago duro, tratando de distraer a Devin del rumbo de la conversación. El diablo sabía cómo mover los hilos y tener al oponente dónde quería, por debajo o encima de él.

—Sera solo cuestión de días para que sea eliminado, me estoy encargando de hacer pagar al culpable.

—Muy bien hecho, hijo. Para cualquier cosa que necesites, estoy disponible.

Devin asintió, despidiéndose de su nuevo socio para retirarse de las instalaciones y marcharse al hotel donde se hospedaba. De camino al estacionamiento, saco su celular para revisar una ubicación en específico.

La de Amber.

Al parecer, estaba bastante cerca, seguramente rondando o tratando de averiguar qué cartas jugar.

Era un tema tedioso, juraba que esa chica le vacilaba en cada oportunidad disponible. Pero ninguno entendía que ambos estaban contra la espalda y la pared. Devin se divertía recordando el grito de pánico y el ligero temblar de la indómita chiquilla que quería pasársela de lista con él.

Sin duda, ella no tenía ni idea de quién era él. Y si lo hacía, parecía no está al tanto de todas sus hazañas. Algo que, por el momento, jugaba a su favor.

Devin Foster jamás había sido burlado hasta ella.

Podía permitírselo a sus amigos, que eran un grano en el trasero cuando se lo proponían, en especial, Roman y Elliot. Aunque él tampoco podía excluirse de la lista, le gustaba dar en partes iguales como recibía.

Una llamada entrante a su teléfono lo saco de sus pensamientos. Su progenitora.

Devin miro a su asistente, quien tecleaba de forma muy concentrada en una portátil

—¿Has hecho el depósito a mi madre?

—Sí, señor. El depósito se efectuó el día de ayer.

La madre de Devin no efectuaba mayor comunicación, además de solo extender la mano y tomar los cheques. Ella no le hablaba a su ausente hijo para solo tener una amena conversación.

Necesitaba algo, y la única forma era persuadiendo a su hijo. Devin lo sabía muy bien, sabía leer a la gente, y su propia sangre no era una excepción a esa regla.

Devin simplemente dejo que sonara, y cuando el sonido ceso, volvió a dirigirse a su asistente. —Si mi madre te llama, dale lo que te pida.

Su asistente, al estar acostumbrado, asintió de forma automática. —Lo haré, señor.

En estos precisos instantes, no necesitaba tener respirando a su progenitora sobre él. Tenía una idea del por qué estaba llamando, y aunque su madre tuviera aún poco de temor hacia su hijo, no evitaba que estuviera sobre él todo el tiempo posible.

La imagen y el estatus eran todo para ella.

Lidiar con ella no encabezaba su lista por el momento.

—¿Qué hay de la chica?

Él chico reajustó sus gafas, levantando la vista por completo. —Salió muy temprano está mañana. Su ubicación muestra que está en su horario de trabajo. Estuvo cerca de aquí, seguramente transportando a alguien.

—Muy bien ¿Has averiguado algo más?

—Nada. Tal parece que esa chica simplemente vendió la noticia y se ha lavado las manos ¿Necesita que hagamos algo más?

—Me encargaré de eso —Devin sonrió con malicia— Ella misma se encargará de hacer el trabajo por nosotros. Solo necesita un pequeño empuje.

—¿A qué se refiere?

—Pronto lo sabrás. Por ahora, solo encárgate de mantener un ojo sobre ella. Del resto planeo hacerme cargo. —Devin inclino la cabeza, pensando en el encuentro de la noche anterior.

Pobre pajarito.

Asustadizo.

Un alma salvaje que no se da por vencida.

A Devin le parecía interesante las expresas exhibidas de Amber, quien se atrevió a burlarse en su cara. Cómo si lo que hubiera hecho fuera lo más casual, y no invasión de privacidad, y si él quería, podía acusarla de difamación.

Esa la palabra de la chica contra la suya.

Su influencia contra la de una simple conductora.

Pero no.

Devin solía hacer muchas cosas a la antigua, y tratar a Amber bajo su mandato sería el desquite en el cuál, ella no tenía ni la más remota idea.

—Dile a los demás que preparen que hagan una visita a la casa de Ainsworth y verifiquen en qué condiciones se encuentra.

—¿La casa que está al norte? ¿En el bosque?

—Sí, esa misma.

 

 

No olviden dejar su estrellita y su comentario.

Posible suscripcion.

Si eso llega a suceder, les invito a que esten pendiente de mis redes sociales, para sorteos de codigos. 

Facebook: Karla Canizales.

Instagram: Karl_canizales




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.