Dulce venganza

Capítulo 04

El que los miraba desde fuera creería que se llevaban bien y que se conocían de toda la vida,o que se dedicaban a bailabar como profesionales,pero la realidad de esos dos era muy diferente.

—Bailas bien,pero creo que no eres suficiente para Henry—se burlaba una vez más aquél guapo desconocido.

—¿No te callas nunca?—preguntó con una sonrisa la joven rubia ya harta de que la rebajara un tipo como él.

—Es que la familia Harper nada en dinero y sin embargo tú...—hizo una mueca mientras acariciaba los brazos de Layla.

—¿Yo qué?—alejó sus brazos enfadada sin dejar de bailar.

—No pareces ser de una gran familia como de la que proviene Henry—la sonrisa burlona en su rostro hacía que Layla perdiera la cordura.

La mujer ya deseaba que terminará la canción de una buena vez para buscar a su esposo y alejarse de ese desconocido que al parecer era bastante cercano a Henry.

—No deberías meter tus narices en los asuntos de los demás—susurra con una sonrisa.

—Supongo que ya viste la fotografía que posa en su habitación.

La música dejó de sonar y ambos se alejaron de la pista de baile junto a uno que otro invitado.

Layla sabía con exactitud a que fotografía el desconocido se refería,era la única foto que reposaba en aquella habitación que desde la noche anterior compartía con su esposo,era la única fotografía que estaba en aquél lugar sin un solo rasguño guardada con todo el cariño que de seguro Henry solo guardaba para esa mujer.

O así lo veía Layla.

—Ella sí es digna de alguién como Henry—le susurra al oído.—Ella sí és exquisitamente perfecta para ser la esposa de uno de los magnates más codiciados de toda Europa.

Un nudo se formó en la boca de su estómago y ya no dijo palabra alguna,el desconocido había ganado esa batalla con aquellas simples palabras.

Le había dado a entender que no podía hacer mucho, que no tendría que estar esforzándose por caerle bien o llevarse de la mejor manera con su esposo,había quedado claro que solo era utilizada como una herramienta.

Él jamás iba a amarla,ya tenía a alguién más y Layla se sentía cada vez más deprimida,pensando en que tal vez,solo tal vez si Henry no amara a alguién más,tendría la oportunidad de enamorarlo y de verdad terminar en un matrimonio real.

Pero ríe sin ganas.

—Todo se termina una vez tenga a su hijo—susurra para sí misma.

El hombre desconocido sonríe y la vuelve a ver de pies a cabeza.

—Deberías buscar a alguién más—la rubia lo mira entrecerrando los ojos.

—¿Quién? ¿Tú?—la sonrisa cuadrada apareció y su tono de burla junto a ella.

—No me casaría contigo pero si pasaría varias noches fundido en tú piel—la mujer lo ignoró.—Sí me disculpas tengo que volver—se despidió con prisa pero cortésmente al encontrarse con los ojos de Henry.

Su esposo se acercó a ella en cuanto la vió sentarse en la mesa para beber un vaso con champagne.

—¿Desde cuando conoces a Jackson?—se sentó a su lado algo enfadado.

—¿Jackson?—pregunta confundida.

Su esposo asintió.

—El idiota con el que bailabas muy a gusto—sonrió,una sonrisa que no mostraba una pizca de alegría.

—Con que así se llama ese maldito—ahora que sabía su nombre lo iba a maldecir toda la noche.

—Te advierto que no puedes coquetear con ningún otro hombre,es una de las primeras condiciones del contrato mientras estemos casados—Layla rueda los ojos,cansada de escuchar sobre las reglas.

—Reglas y más reglas—hace un ademán con la mano mientras habla.

—Estoy siendo muy bueno contigo,lo único que tienes que hacer es seguir tú papel y no arruinar nada—Henry habló entre dientes haciendo que su esposa aparta la mirada.

A su mente llegaron las duras palabras de Jackson,haciéndola imaginar el pasado de su esposo con esa mujer en aquella imagen,que posaba con delicadeza sobre la cabecera de su cama.

¿Alguna vez la habrá hecho sentir como si fuera nada,un ser humano que no vale su peso en nada?

Era obvio que no.

A Layla solo le quedaba imaginar lo que su esposo le daba a alguién más,que todo el calor y cariño era entregado a esa mujer mientras que ella se quedaba con esos ojos color mar que la miraban siempre con frialdad,que le recordaban a cada momento que la persona de la que alguna vez se había enamorado ya ni la recordaba.

Sentía una molestia horrible en el estómago,su corazón latía con fuerza y mirar a Henry a los ojos no había sido una de las mejores ideas en ese momento,ojos fríos cual noche de invierno en el polo era lo que recibía.

Siempre la misma mirada en su dirección.

—Lo sé,solo estabamos bailando—la chica no puede evitar que su voz salga con un deje de rabia.

—¿Bailando?—Henry negó. —Ese era un baile moderno de apareamiento.

Quien mirara al hombre desde el exterior notaria la furia escapando por su nariz y orejas,odiaba que de todos con los que su esposa se pusiera a bailar fuera con el idiota de Jackson Fillips.

—No estaba coqueteando ni nada parecido—dijo Layla con el ceño fruncido.

El protagonista se encontraba sin escuchar las palabras que la chica tratando de explicar la situación le decía,simplemente creía que su esposa no entendía de advertencias.

Henry observó como los ojos de su esposa iban de un lado a otro tratando de reprimir las lágrimas,suspirando se acercó a ella sin pensar demasiado y besó su frente con suavidad,hasta él mismo se sorprendió por lo que hizo.

Pero volvió a mirarla con sus ojos azules,Layla tenía las mejillas rojas y sus ojos brillantes a punto de soltar las lágrimas,dichas lágrimas no eran de tristeza como el joven idiota creía,eran de rabia por la situación en la que la joven mujer se encontraba.

—¿Fingiendo estar triste planeas hacerme entender que te has enamorado de mí, un "esposo" al que sólo has visto tres veces?

—No—negó con la cabeza—jamás me atrevería a enamorarme de alguién tan frío como tú—Layla hablaba con voz suave,sonrió de lado.




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