Dulce venganza

Capítulo 11

Cuando Henry llevaba en brazos a su esposa no era el hombre más cuidadoso del planeta tierra,Layla sintió como la herida en su pierna se abrió aún más,sabía que ahora estaba peor que antes,todo en general había empeorado.Lo que en un momento había creído sería un problema menor que podría solucionar sin ayuda alguna,se convirtió en toda esa pesadilla que por curiosa se había ganado.

—¿Qué me costaba quedarme en aquella maldita habitación?—piensa haciendo puchero.

—¿Como te hiciste eso?—pregunta Henry,la mujer se queda en silencio.

Digamos que el hombre de fríos ojos no tenía mucha paciencia,y menos cuando se trataba de la persona a su lado,esa mujer le ponía los nervios de punta con solo respirar.

Dejó ir un suspiro volviendo a preguntar para nuevamente no recibir respuesta,una simple mirada era lo que Layla le dedicó.

La rubia no sabía con exactitud que contestar,si le decía la verdad de que él la había lastimado de aquella horrible forma las cosas se pondrían peor. Sabía que al engreído de Henry no le haría mucha gracia que dijera eso,estaba segura de que le comenzaría a dar un discurso súper largo diciendo que no dijera tales barbaridades que podrian poner el apellido de su familia en una mala posición.Cabe aclarar que nada sería mentira pero si fueran a juicio ella saldría perdiendo gracias al gran poder de su esposo y a que ella no tiene el dinero suficiente para un abogado que sepa cumplir con su trabajo. Además Layla tenía algo de miedo a la reacción de aquél ser humano si le decía que la culpa era de él,que por una casita casí la deja sin pierna. Simplemente decidió que mejor era quedarse en silencio esperando que Henry olvidara,al menos por ahora,el como se hizo esas heridas.

Henry detuvo el auto de golpe,Layla se vuelve a verlo confundida pero no da demasiada importancia,su cuerpo duele y su esposo no ayuda cuando de la nada se desabrocha su cinturón de seguridad presionando a su esposa contra el asiento para advertirle su descontento con todo el asunto que había creado.

—Contesta cuando te hablo—su voz grabe golpea de lleno la cara de la joven—Siempre haciendo alboroto,no te cansas de llamar la atención.

La pobre chica niega con la cabeza.

—No,no es así.

—¿No?—rie sin gracia—Desde que nos casamos no dejas de llamar la atención con tus cosas,y ese idiota de Jackson no deja de ponerme de los nervios—la mirada cansada de Layla lo mira directo a los ojos.

Lo que menos quería en esos momentos era discutir,le dolía cada miserable parte del cuerpo y el idiota con el que la habían obligado a casarse era de todo menos amable o empático.

—Estoy cansada—susurra.

Layla se sintió agredida por su esposo,el hombre en ningún momento dejó de presionarla sobre el asiento del automóvil haciendo que el miedo invadiera su interior,el cansancio era lo único que le impedía a la joven defenderse de ese imbécil.Pero por su parte Henry pensó que una mujer que firmaba un contrato así no era digna de ser compadecida,una mujer que firmaba conciente tales actos no merecía ser bien tratada.

—Firmaste aquél contrato sin pararte a pensar en nada,no mereces que sienta siquiera una pizca de lástima por tí—escupe las palabras como veneno.

Layla observó a su esposo confundida,la mujer comenzó a sospechar que había otros contenidos en el contrato además de la contribución de Henry para ayudar a su familia a sobrevivir a la crisis financiera,algo extraño de lo que su esposo estaba conciente pero ella no tenía ni la más mínima idea.

La rubia se sintió mareada e inconscientemente se apoyó en el hombro de su esposo,Layla tenía fiebre por lo cuál se volvió aún más atractiva,sus mejillas tenían un suave color rojizo y sus ojos junto a su boca estaban entreabiertos de una forma que la hacían aún más llamativa que antes.

El deseo de Henry despertó inexplicablemente,sin embargo le sorprendió mucho porque nunca lo había sentido así de fuerte por alguién,ni siquiera frente a Lucile que era muchísimo más hermosa que la mujer frente a él,para Henry Lucile era la mujer perfecta,pero ahora se volvió loco por una chica común.

Henry pensó que se debía tal vez a que hacía un tiempo no estaba con una mujer,su mente le comenzaba a jugar en contra,estaba loco si pensaba en acostarse con su esposa,ella era común y corriente. No es que Layla fuera fea,era todo lo contrario debía de admitir,su esposa era una mujer digna de admirar, con una belleza sin igual pero estaba seguro de que toda esa belleza era solo por fuera,Henry estaba convencido de que la persona a su lado estaba podrida por dentro y de solo imaginarse acariciando aquel esbelto cuerpo sentía un desagrado que inundaba su alma.

—De verdad me siento muy mareada—susurra la mujer frente a él volviéndolo a la realidad.

—Ash,no dejas de ser un completo problema en mi existencia,Dios te envió como castigo por mis pecados en vidas anteriores—suelta a la joven que se apoya enseguida en la ventana y Henry vuelve a acomodarse en su lugar.

—Eres una carga ¿estás conciente se ello?—la chica asiente sin entender mucho,Henry solo deja ir un suspiro apartando un mojado mechón del rostro ajeno.

Sacude la cabeza al verse perdido observando a la mujer que era su esposa por contrato,confundido por sus acciones arranca nuevamente el auto camino al hospital,de vez en cuando deja que sus ojos se desvíen del camino para mirar en dirección a su esposa,Layla tenía sus bonitos ojos cerrados con fuerza,el dolor ya comenzaba a ser demasiado fuerte,estaba segura que en solo minutos se iba a desmayar,su respiración era agitada y la fiebre no dejaba de aumentar.

—Creo que hasta aquí llegué—piensa aguantando el dolor.

Sus heridas punzaban,dolían y ardían de una forma que jamás creyó sentir,dejó ir un sollozo con miedo de ser regañada por aquel hombre de ojos sin expresión otra vez,sentía frío y extrañaba el calor de sus padres,aunque habían partido de este mundo cuando Layla era solo una niña ella los recordaba vívidamente,la suave voz de su madre la oía con claridad al igual que la risa de su padre,ambos adultos eran maravillosos con su pequeña pero lastimosamente tuvieron que dejarla sola en contra de su voluntad.




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