Eran cerca de las cuatro treinta de la tarde cuando Henry volvió al hospital,observó a su esposa desde la puerta con su acostumbrado semblante serio,la hermosa joven parecía estar muy centrada en su celular como para notar la presencia del hombre,hasta que éste habló.
—¿Qué haces? llevo parado aquí hace diez minutos y ni cuenta—Layla se vuelve a verlo con una sonrisa,fastidiando a su esposo.
Esa sonrisa cuadrada era tan molesta para Henry,le provocaba un sentimiento de familiaridad bastante extraño,cosa que odiaba,y ese calor que subia hasta sus orejas era algo que deseaba hacer desaparecer.
Se sentó en el sillón con el ceño fruncido mientras sus ojos miraban fijamente a la rubia que habia vuelto su atención a aquel aparato en sus manos.
—Tu madre dejó dicho que pasaras por su casa antes de que caiga la noche—la mujer dejó a un lado su celular para mirar a su esposo.
—Pasaré mañana,ahora tengo algo importante que discutir contigo.—Layla frunce el entrecejo,tenía el presentimiento de que no era nada bueno lo que la boca de su esposo dejaría ir.
Henry se sentó con las piernas abiertas,apoyando ambos codos sobre sus piernas y colocando sus manos debajo de su barbilla,su mandibula se encontraba apretada,la joven mujer lo miraba con una sonrisa y el hombre cerró los ojos,frustrado.
—No te acostumbres a mi buen trato,recuerda que nada más lo hago para no levantar sospechas,volvamos a retomar nuestros malditos papeles pronto.—su esposa no borró la sonrisa de su rostro,siguió.—recuerda mejorar tu actuación,en algunas cosas aún pareces muy fría y poco profesional—la rubia borró su sonrisa y rodó sus oscuros ojos.
—No es como si hubiera tomado clases de actuación,maldito infeliz—Henry se paró de su lugar,caminando los pocos pasos hasta su esposa que por dentro tembló al ver al hombre yendó en su dirección de forma agresiva.
—Entiende de una buena vez quien eres,respétame y no vuelvas a referirte a mi de tal forma—Layla simplemente dió vuelta su cara,ignorando a su esposo.
Henry dejó ir un suspiro,aguantando las ganas de tomar a la joven de ambas mejillas para que lo mirara directo a sus ojos,no podía hacer eso,de seguro su blanca piel quedaría con morados en menos de dos segundos.
Por su parte Layla observaba al hombre por el filo del ojo.
—En fin,cuida tu boca,cumple con tu parte y las cosas no serán dificiles—asiente con la cabeza,confirmaba con cada palabra que una vez mas solo era una herramienta para Henry y su familia.—comportate como la muñeca que eres.
A Layla le dolía,admitía que la sensación en su pecho era algo horrible,tenía ganas de vomitar y el nudo en su garganta hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas que ella no permitiría jamás salir frente a su esposo.La comparación con un objeto,un juguete como lo era una simple muñeca, la habia hecho darse cuenta de donde estaba y lo mala que era su situación.Henry sintió que la palabra muñeca no tenía que haber abandonado su boca,pero no se iba a retractar.
Tal vez no quería que su esposa lo viera con otros ojos,no quería verse como un hombre debil frente a ella,no quería que ella supiera que en realidad tenía un corazón blando,que palpitaba nervioso sin razón alguna con el simple olor de su perfume.No estaba en sus planes que ella formara parte de su futuro y ni loco dejaría que esa mujer hiciera lo que quisiera con él.
Sus ojos se encontraron y el hombre bufó.
Tal vez,Henry ¿temía enamorarse de ella?
—Ya que estamos en el hospital no deberias ir a...—guardó sus palabras para si mismo,negando.—deberías descansar,iré a ver a mi madre—dió la vuelta huyendo con rapidez,Layla negó.
—Cada día es más bipolar—cansada se recostó en la cama,mirando las nubes blancas por la ventana.
El nudo en su garganta se hizo más grande y las lágrimas escaparon en busca de libertad,una vez mas se encontraba llorando en silencio,con el corazón mal herido,el orgullo a ras del suelo y la angustia rasgando su alma.
Su celular vibró notificando una llamada entrante,secando sus lágrimas lo tomó en sus manos temblorosas.
—¿Hola?—contestó sin ver el nombre en la pantalla.
—¿Como te encuentras? ¿necesitas algo?—reconoció la voz de Matías desde el otro lado del aparato y una suave sonrisa se pintó en su bello rostro.
—Estoy bien,gracias,solo algo cansada—Layla no sabía si contarle a su primo las duras palabras de su esposo para con ella o dejar las cosas en el olvido.
—Iré a verte en un rato,descansa por ahora,nos vemos—y colgó sin darle a la joven la oportunidad de despedirse,pero no prestó demasiada atención,Matías tendía a hacer eso bastante seguido.
Layla despertó encontrandose a su primo que pelaba algo de mango,sonrió al verlo.
—¿Como supiste que quería comer eso?—el hombre se volvió a ver a la bonita mujer.
—Te conozco muy bien,sé que cuando te encuentras triste algo de fruta te alegra la vida,aún más si son fresas o un delicioso mango—acercó la bandeja con fruta a la joven para que comiera algo.
—No puedo ocultarte nada ¿cierto?—Matías negó con una sonrisa.
—No olvides que soy psicólogo,mujer—la rubia dió un mordizco a un trozo de mango y su primo se sentó en la silla a un lado de su cama.—Los abuelos vinieron a verte—Layla lo mira extrañada,su esposo no le mencionó nada sobre eso.
—¿Por qué Henry no me dijo nada?—su primo se encoge de hombros.
—Tal vez no lo recordó o simplemente no le pareció importante—Layla frunció el ceño.
—Es raro que ellos vinieran a verme,me pregunto que habrán hablado con Henry—desgraciadamente sus abuelos no vendrían para solo saber el estado de salud de su nieta,ambos lo sabían.
Necesitaban saber que tramaban esos ancianos ahora.
—Layla—la bonita mujer mira curiosa a su primo,esperando que soltara las palabras que se trababan un poco con nerviosismo.—¿Qué sientes por Henry?—la pregunta la toma por sorpresa haciendo que la fruta se atore en su garganta.
Editado: 15.10.2024