Dulce venganza

Capítulo 26

Henry suspira acercándose a su esposa,Matías lo mira por el filo del ojo,el mayor estaba algo harto de ese comportamiento arrogante y cara de no rompo un plato que se cargaba el castaño. Henry ignoró al hombre y tomó el rostro de su esposa con una mano,haciendo así que la rubia volteara su cara encontrando sus bonitos ojos.

—Tengo algo urgente que hacer,me voy—la rubia asintió.

Layla estaba segura de que eso "urgente" que tenía que hacer su esposo tenía un bonito rostro que lo esperaba sonriente.

—Vete por la sombra—la rubia se soltó del agarré de su esposo y le sonrió falsamente.

—Pero es de noche—susurra Matías.

Layla y Henry lo vuelven a ver.

Ignoran al mayor y Henry vuelve a hablar.

—¿Con quién regresarás?—pregunta.

—Con Matías—ambos están de acuerdo.

Layla sabía que la pregunta de su esposo era para ver que no fuera a casa con algún desconocido para él. Henry dió medía vuelta para emprender su camino fuera de aquella casa y lejos de esa gente que le parecía en demasía falsa y egocéntrica,él y su familia eran igual pero esto ya era algo exagerado para su gusto.

Por un momento Henry voltea a ver a su esposa,ésta muy alegre charlaba con Matías y en el castaño se instaló un sentimiento extraño,de un momento a otro ya no quería irse,observando a su esposa de lejos le recordaba a aquella chica en su memoria,la pequeña castaña que vivía en el fondo de su corazón en espera de ser encontrada. Pero negó al instante ante su ridículo pensamiento,la joven que conoció en su infancia tenía una mirada dulce,voz suave y una personalidad vivaz.

Todo lo contrario a su esposa,la mujer con la que lo habían casado era odiosa,mal hablada y algo tonta a su parecer.

Salió de la casa despidiéndose de los abuelos de su esposa de forma educada y con una sonrisa,al salir subió a su auto camino a casa de aquella mujer que hasta ahora era la única que podía ayudarlo a calmar cada parte de su ser.

—Sabes muy bien que nuestro abuelo haría cualquier cosa por dinero—la rubia asiente.

—Por esa razón necesito que me ayudes—Matías observa las estrellas y deja ir un suspiro antes de volver a ver a la mujer a su lado.

—¿En que soy bueno?—Layla observa a su alrededor,en esa casa habían demasiados ojos y oídos que no durarían dos segundos en saltar sobre ellos.

—Necesito información—susurra—información sobre esta empresa—la rubia le entrega un papel con un nombre a su primo y este asiente.—Resulta ser que nuestro abuelo y mi esposo invirtieron en esta empresa de manera filial,pero siento que hay algo muy raro en todo esto—los ojos oscuros observan al mayor y éste mira el papel en sus manos.

—No te metas en nada peligroso,por amor a todo lo bueno.—la cara preocupada de su primo hizo a la rubia tragar.

—Estaré bien,solo traeme buena información—le susurra aferrándose al brazo ajeno mirando el paisaje frente a ellos.

—Solo cuídate—Matías apoya su cabeza en el hombro de la joven y esta su cabeza sobre la del mayor.—Por cierto—se endereza en su lugar dejando a la rubia algo confundida.—¿tu esposo tiene una amante?—Layla lo mira sin expresión alguna.

—Lo más probable,él suele desaparecer de vez en cuando—sin darle demasiada importancia acarició su vestido mirando el suelo.

—Pero eso está en contra de las reglas, ¿verdad?—la mujer quedó mirando el suelo gracias a la pregunta del mayor.

—Claro,pero ellos escribieron las reglas y de seguro él puede amar libremente a esa persona—susurra.

—Lo siento—su primo se disculpa al ver el semblante de Layla.

La mujer podía negarlo miles de veces,podía mentirse a sí misma tanto como quisiera, pero muy en el fondo,se apreciaba como su corazón dolía de tal manera que en sus ojos negros podías ver,con total claridad, su sufrir. El hombre tomó su posición como su psicólogo e indagó en los pensamientos de la bella mujer que a su lado se encontraba.

—¿Quieres contarme algo?—la joven miró al mayor con ojos fríos y negó.

—Creo que volveré a la casa—se paró de su lugar para a continuación entrar a la casa nuevamente,su primo se quedó en silencio,observando la espalda de su prima.

Matías sabía que algo rondaba por la cabeza de la joven,algo que su mente se negaba a dejar ir.

Layla se sentó en el sillón donde minutos antes su esposo se había sentado,observó el cuadro sobre la chimenea y sus ojos se llenaron de lágrimas,el vacío en su pecho se volvió enorme y su cuerpo comenzó a temblar,cerró los ojos volviendo la mirada al suelo,despejando su mente de todos esos pensamientos que parecían torturarla.

—Layla—alzó la vista encontrando a su abuela.

Parpadeando rápido disipó las lágrimas que segundos antes gritaban por rodan en sus mejillas,saludando a su abuela le regaló una sonrisa suave,sonrisa que fue ignorada por la anciana.

—No tuvimos una adecuada conversación debido al último incidente—la rubia sabía a donde la llevaría esta conversación con su abuela.

Desde la muerte de sus padres su abuela es quien más la hizo sentir miserable,sola y dañada.

La encerraba en su habitación por horas mientras ellos salían a malgastar y consumir el dinero que sus padres le habían dejado,Layla no tenía más opción que estudiar y esperar a crecer. Durante muchos años había planeado graduarse y largarse lejos de todos ellos,empezar de cero una buena vida,pero su familia la había vendido al mejor postor.

Dejó ir un suspiro volviendo a su realidad,una de la que con todas sus fuerzas quería y deseaba escapar.

—¿Como pudiste hacer un escándalo en aquella fiesta?—la joven,como ya le era costumbre,solo escuchaba con la cabeza gacha.

Aún le costaba trabajo entender como sus abuelos podían haber dado a luz y criado a su hermosa madre,Ruby era una mujer encantadora,tan bella por dentro como por fuera,todo lo contrario a sus abuelos,ellos eran bellos por fuera pero monstruos por dentro.




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