Dulce venganza

Capítulo 29

Henry regresó a casa bastante cansado,se dio un baño y vistiendo ropa cómoda bajó a cenar algo,una de las chicas se acercó a él con la comida en una bandeja y en completo silencio sirvió la cena a su empleador.

—¿Layla aún no llega?—pregunta sin mirar a la mujer,extendido la tela de seda que formaba parte de su servilleta sobre sus muslos.

—No,señor,ella aún no regresa a casa.

Henry asiente probando un bocado del apetecible plato frente a él,felicita a la mujer y esta se aleja con una sonrisa. Bebiendo su té recibió una llamada,sonrió al leer el nombre en la pantalla,esperaba buenas noticias de parte de su amigo.

—Lorenzo,cuéntame las nuevas—habla alegre.

—Me hablaste sobre conseguir un nuevo proyecto ¿cierto?—Henry escucha atento.—encontré a una persona con una mente brillante y con proyectos que no solo podrán levantar una nueva empresa sino varias.

Henry sonrió a lo grande,satisfecho con las buenas noticias, volvió a retomar su seriedad cuando una de las chicas del servicio se quedó mirándolo con los ojos bien abiertos en sorpresa,Henry no solía mostrar sus emociones para con sus empleados domésticos,tal vez sentía algo de miedo que lo vean vulnerable y quieran aprovecharse de ello.

—Que gran noticia,ahora,de lo otro ¿tienes información de ella?—Lorenzo negó a la pregunta de su amigo.

Para él no era nada fácil encontrar a una niña que para ese momento debería de ser una mujer adulta,ve tu a saber si ya no estaba casada o fuera de este mundo,las posibilidades de encontrarla eran de 1 en miles de millones,en diez años esa niña puede estar en cualquier parte del mundo y su apariencia ya no sería igual por lo tanto no podía hacer mucho.

—No entiendo como es que viviste tanto tiempo pegado a ella y nunca indagaste por su nombre—Henry algo avergonzado bebe de su taza de café,su amigo tenía razón.

—En ese momento no estaba pasando por nada bueno,ella me hacía sentir muy bien y ni ella ni yo nos paramos a preguntar nuestros nombres—susurra,Lorenzo suspira.

—Lo peor de todo es que sigues igual de pendejo—Henry hace una muñeca y su amigo ríe al imaginar el rostro ajeno.

En ese momento la puerta principal es abierta y frente a sus ojos llega la imagen de la bella mujer que era su esposa,unos ojos negros conectaron con los suyos y el corazón de Henry hizo golpe de presencia,el hombre se dijo a si mismo que el golpetear en su pecho se debía al susto que su esposa le había dado gracias a la forma brusca de abrir la puerta.

—¿Hola? ¿Henry,sigues ahí? —la voz de Lorenzo lo hizo volver a la realidad.

—Hablamos mañana en la empresa—y colgó sin esperar respuesta.

Se acercó a su esposa que con cansancio se había quitado los tacones,la rubia le daba la espalda mientras colgaba su abrigo en el armario a un lado de la entrada,la espalda perfecta lo recibía,ese vestido se le veía demasiado bien,las curvas de su cuerpo encajaban a la perfección en cada pliegue de la prenda,sus largar piernas al descubierto debido a lo corto de su vestido lo hacían perderse,tan torneadas y a la vista parecían muy suaves,su cabello rubio que caía en cascada hasta su fina cintura le estaba llamando,el perfume inundando sus pulmones con ese exquisito aroma,nublando sus pensamientos y sin poder controlar su propio cuerpo.

—¿Dónde estabas?—pregunta con su voz ronca.

—En mis cosas—Habla Layla sin prestarle demasiada atención.

—Sabes que no puedes estar demasiado tiempo sola por ahí—poco a poco volvió a su lucidez,necesitaba dejar de lado sus tentaciones y pensar con la cabeza fría.

—No te preocupes por mi,querido—habló la joven con ironía.

—No eres tú quien me preocupa,es la reputación de mi familia—Henry sonríe mostrando los dientes.

La rubia rueda los ojos negando,estaba cansada y no tenía ganas de discutir con el idiota de su esposo en esos momentos,simplemente lo ignoró subiendo a su habitación,a Layla le parecía extraño que Henry no se negara a su mudanza pero recordando lo que había pasado lo entendió.

—No es necesario,no tenemos que acostarnos juntos para llegar a hacer el amor—susurra decepcionada a como todo fue terminando.

Entró al baño y al sacarse la ropa se observó en el espejo,una vez más tenía heridas en su blanca piel,observó las cicatrices con dolor,llevaba tan poco tiempo con él y su cuerpo había terminado de tal forma. Observó su vientre,no sentía absolutamente nada,pero no estaba segura de sí debía de sentir algo,tenía miedo de estar embarazada,no quería que su hijo naciera en ese lugar,en esa casa y mucho menos de esa forma tan traumática en la que había sido obligada a concebir.

Dejó ir un pesado suspiro,lleno de tristeza y dolor.

Se acostó en su cama con suavidad,sentía paz al poder dormir sin que su esposo estuviera a su lado,se sentía libre en aquellas cuatro paredes de color marfil que la resguardaban de todo aquel que planeaba dañar su sueño.

Cuando estaba a nada de caer dormida la puerta de su cuarto fue abierta de par en par causándole un gran susto a la pobre mujer,algo asustada volteo en dirección a la puerta y la figura de su esposo entró de lleno con una gruesa manta que lanzó sobre ella sin explicación alguna,los ojos de Henry la miraron de arriba a abajo antes apagar la luz y salir volviendo a cerrar la puerta,su esposa quedó desconcertada debido a su comportamiento.

—Cada día es más extraño—susurra sin darle demasiada importancia para volver a acomodarse y dormir.

A la mañana siguiente Layla se despertó gracias a los rayos de luz que daban de lleno en su rostro,alguien había abierto las cortinas solo para fastidiarle la vida.

Al abrir los ojos y mirar a su alrededor pudo notar varias cosas extra en su cuarto.

—Maldito seas—se levantó con apuro casi cayendo al verse enredada en las sabanas.

Buscó a su esposo por casi toda la casa y al no dar con su paradero le preguntó a una de las chicas que iba pasando a su lado.




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