Dulce venganza

Capítulo 44

Jackson se acercó a aquella rubia que con sus bonitos ojos buscaba una rápida salida para alejarse de la persona con la que se encontraba hablando. Sin quererlo escuchó las palabras de la anciana que, aunque trataba de usar un tono bajo de voz, no logró su cometido pues, no solo Jackson se había vuelto en su dirección, varias miradas lo hicieron y cuchicheos se oyeron.

Layla no esperaba demasiado de su indiferente familia, pero su abuela había comenzado a enloquecer al no oír la respuesta que esperaba por parte de la joven, los padres de su esposo se acercaron a ella y de forma algo brusca su suegra la jaló del brazo.

—¿No estás en cinta?— Sus ojos serios y fríos la miraban fijo, si su boca soltaba la respuesta que la mujer no deseaba escuchar lo más probable sería que la colgarían ahí mismo.

—No.

Una respuesta que salió por si sola, Layla fue arrastrada con furia del brazo hasta la vacía cocina, detrás de ellas venía media familia, la rubia lo que menos necesitaba era tanta gente a su alrededor en ese momento. Matías entró y observó directo a la bonita figura a unos pasos de él, Jackson de igual forma se paró a unos metros, observandó todo en silencio, tal vez esperando el momento adecuado para actuar.

—Si no estás embarazada entonces ya no le sirves de nada a esta familia, como lo obligamos a casarse una vez lo volveremos a hacer. — Jackson abrió grande sus ojos, entonces las palabras que habían salido de la boca de la abuela de la rubia eran ciertas.

—Es un matrimonio por conveniencia, al igual que el nuestro.— piensa, volviendo su vista en dirección a la joven de largo cabello negro que sonreía con incomodidad a algunas personas en el salón.

Su estómago se sintió revuelto, su corazón agitado y de cierta forma feliz al pensar que Layla no se encontraba enamorada de Henry, de igual forma se sintió triste al pensar en lo que tuvo que pasar la rubia por su familia y su avaricia de siempre querer más de lo que pueden masticar. Henry llegó y pudo oír con claridad los gritos de su madre, al ver la situación frente a él se acercó con total rapidez, escuchar los insultos de su madre hacia su esposa fue algo que jamás se imaginó, una mujer como ella no era de llamar la atención de aquella manera en medio de una fiesta y menos cuando se trataba de algo tan grande como lo era la fiesta del abuelo.

—¿Qué sucede? ¿Qué están haciendo?— su voz se alzó, haciendo notar su presencia.

—Tu esposa no sirve, a este paso no tendremos un heredero a tiempo.

—Madre, ya hablamos sobre ese tema la última vez.— Henry se paró frente a su esposa, no tenía idea alguna de lo que estaba haciendo, pero no quería volver a ver esa mirada en sus ojos.— Layla es mi esposa y será la madre de mi hijo, tarde o temprano.

No estaba seguro de las palabras que su boca soltaba, no tenía idea alguna de lo que decia, solo hablaba tratando de aligerar las cosas, no deseaba volver a casarse con otra mujer y vivir la misma historia otra vez, pasar por lo mismo era algo que evitaría a toda costa, si tenía que arrodillarse y suplicar lo haría, nadie lo sabía pero prefería mil veces más a Layla que a una desconocida nueva como esposa, no era que la joven le agradara pero la prefería ante cualquier otra.

—Esto es algo que nos cocierne nada más que a nosotros dos.— Layla no podía creer las cosas que su esposo estaba diciendo, la realidad era que ella no esperaba verlo enfrentar a su familia por ella.

Pero todo ese brillo que su esposo comenzaba a desprender se volvió oscura niebla en cuanto una hermosa y conocida joven se paró en la entrada de la mansión. Toda la atención fue en su dirección, llevaba puesto un vestido de noche color rojo, sus manos lucían unas hermosas joyas junto a impecables y largas uñas, sus piernas eran largas y torneadas, su cintura era perfecta al igual que sus demás atributos. Layla analizó el bello rostro que sonrió con delicadeza, era una de las mujeres más hermosas que sus oscuros ojos habían visto y tal parecía que los de su esposo igual.

—Lucille.

Y ese nombre lo decía todo, Jackson se paró a su lado, en completo silencio, del otro lado se paró su primo que con celular en mano se despidió de ella, su esposa había llamado y no podía dejarla esperando demasiado con su pequeño hijo. El rubio a su lado sonrió de lado, una vez más le estaba por echar leña al fuego, tomó del brazo a la joven a su lado y la paró justo a un lado de su esposo. Henry notó la presencia de Layla a un lado, los ojos de Lucille se dirigieron a ella, y una sonrisa tierna se posó en sus labios.

—Lucille, te presento a Layla, mi esposa.— La chica observó de forma rápida a la rubia, no iba a negar que era hermosa, pero no más que ella.

—Un placer conocerte al fin.— Layla no podía soltar palabra, estaba algo shockeada debido al cambio repentino de ambiente, y conocer a la mujer de la que su esposo estaba enamorado no era algo agradable para ella, después de todo la lista de humillaciones se hacia cada vez más larga.

—Layla— la voz de su esposo tenía ese caracteristico tono de enfado que tan normal se le habia vuelto.— estas comportandote de forma grosera.

La rubia volvió su vista a su esposo y con sus ojos negros trató de expresar que no fue su intención, Henry no quería hablarle mal ni tratarla de mala manera, él simplemente trató de recordarle a la joven que era una de las anfitrionas de la noche y no podía dejar a los invitados con las manos extendidas. Jackson se sintió algo culpable por la mirada de Layla, tal vez la chica no quería demostrar lo que su corazón tanto quería ocultar, pero sus ojos no podían evitar gritar los sentimientos que al parecer ninguno de los dos deseaba ver.

Tomó a la chica de cabello oro y casi a rastras la sacó de la casa. Dejando a Henry parado en su lugar, observando como su esposa era llevada lejos de él por ese odioso de Jackson.




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