Dulce venganza

Capítulo 45

Layla se soltó del agarre de Jackson mirándolo con el ceño fruncido, el castaño agachó la mirada, si la rubia se enojaba con su persona tenía toda la razón, acababa de ser un completo idiota, sin darse cuenta, creyendo que sería una simple broma había, tal vez, herido sus sentimientos. Jackson no pensó en que sería incómoda para Layla la situación, él no tenía idea de hasta donde llegaba la cercanía con su esposo, pero estaba seguro de que sabía que Lucille no era nada más que una simple amiga. Los ojos negros no lograban ocultar sus sentimientos por completo, Jackson pudo notar el cambio en ellos al ver a la bella castaña que se encontraba con Henry, varias emociones se encontraban revueltos en ellos. Hasta ese momento Layla trató de respirar con calma, no podía flaquear en esos momentos, debía cerrar su corazón y apagar la parte de su cerebro que provocaba tales emociones confusas en su interior.

Henry observó como su esposa desaparecía de su vista, siendo arrastrada por el prometido de su prima, ese hombre no tenía ni una misera pizca de respeto por su futura esposa. El castaño dió un pasó para ir en busca de Layla, pero una mano sujetando la suya lo detiene en su lugar. Al volverse a la castaña frente a él su ansiedad disminuye, le sonrie y suelta su mano con lentitud, vuelve a ver en dirección a la puerta principal. Mil y un pensamientos pasan por su mente, todos dirigidos a una sola persona, antes de poder abrir la boca para disculparse con la chica frente a él y largarse en busca de la rubia, su madre irrumpe.

-Lucille, ¿cuando regresaste?- pregunta con alegría.

-¡Oh! señora Mari - La joven abraza con delicadeza a su mayor.-Regresè esta mañana, saben que no me perderìa un cumpleaños del abuelo.- Su voz suave se oìa con claridad a pesar de la mùsica alta.

-Lo sè querida, lo sè. - La rubia sonreìa de oreja a oreja observando a ambos jovenes.- Los dejarè un momento, irè a ver a los nuevos invitados. Un placer volver a verte pequeña Lu. - Se alejò de ambos meneando sus caderas, buscando a su pequeño gato que habìa pasado frente a ellos solo segundos antes.

Layla no permitiò que Jackson la llevara hasta la casa que compartian con Henry, la joven se despidiò despuès de recibir una disculpa por parte del rubio. Al llegar a la casa, se diò un rapido baño, pienò su cabello y se acostò a dormir en la habitaciòn de invitados, no estaba lista para volver a aquella habitaciòn con èl, por la tarde habìa dado la orden de mover varias de sus cosas a dicho cuarto. Quedò dormida rapidamente, su cansado cuerpo al fin descansò. Eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando oyò la puerta siendo abierta con lentitud, reconociò la figura de Henry pero el cansancio no la dejò observar por màs tiempo. El castaño habìa llegado a su casa y sabìa de antemano que su esposa no estarìa durmiendo en su cama, buscò en varias de las habitaciones de invitados hasta dar con ella, la observò desde la puerta, su cabello lacio y rubio caìa de forma desprolija sobre su hinchado rostro, pequeños romquidos se oìan y Henry pensò que eso era tierno.

-Debo de estar volviendome loco-. susurra.

Se acerca con lentitud hacìa ella para no interrumpir su sueño, cubre con cuidado su cuerpo y aparta el molesto cabello de su rostro, ese rostro tan familiar que hacìa mover cada nervio de su cuerpo, lo dejaba atontado durante tiempo y estaba seguro de que si sus ojos se quedaban observando los suyos por un solo instante caerìa ante ella. Poco a poco estaban surgiendo sentimientos que eran tan fuertes que casi le eran imposibles de controlar, sus manos acariciaron su mejilla, su piel era suave y de un suave tono rosa, Henry dejò ir un suspiro antes de alejarse de ella para salir del cuarto, cerrando la puerta con lentitud. Se acostò en su cama, ahora le resultaba demasiado grande, la habitaciòn sin la presencia de su esposa se habìa vuleto màs frìa, se podìa decir que hasta algo màs oscura, observò su foto de boda colgada en la pared a los pies de la cama, la mirada de Layla era muy diferente a la de ahora.

Layla se encontraba sentada en la silla del restaurante donde su querida suegra Mari, notese el sarcasmo, la habìa citado. Observaba el menù con detenimiento mientras esperaba, luego de pedir un latte sin crema y una tostada con mermelada de arandanos su suegra llegò, se sentò frente a ella y sin siquiera detenerse un solo segundo a saludar extendiò un sobre color mostaza en su direcciòn, la muchacha algo confundida lo tomò en sus manos, abriendolo para ver su contenido.

-¿Què significa esto?- pregunta leyendo el papel, sin poder creerlo.

-Es un acuerdo de divorcio, està màs que claro.

Lo primero que cruzo por la mente de la rubia fue que, su esposo habìa mandado a su madre para que los divorciara, pero nada era màs alejado de la realidad, Mari simplemente habìa tomado la decisiòn por su cuenta, estaba desesperada por un heredero lo antes posible. Layla negò, no podìan separarse justo ahora, su plan ya estaba en marcha y nada la harìa dar marcha àtras. Se parò de su silla llevando el paquete consigo, sin despedirse de la mujer tomò su tostada y saliò del sitio, se encontraba echando humo por las orejas, despuès de todo lo que la hicieron pasar querìan desaserse de ella como algo descompuesto, pero no iba a permitirlo, antes de ese divorcio ella los dejarìa sin nada.

Layla subiò al primer taxi que se cruzò en su camino y marcò el nùmero de Lorenzo.

-Si estan listos firmemos el contrato mañana a primera hora.

-¿De verdad?-Lorenzo saltò en su lugar.

-Solo haz que tu socio firme para cederme diez porcierto de las acciones.-Layla sabìa que su esposo ya habìa firmado, el tiempo que llevaban juntos era suficiente para saber lo que piensa a la hora de hacer negocios.

-Hecho.-La sonrisa del hombre al otro lado del aparato era de oreja a oreja y en cuanto su genio misteriosa colgò èl corriò en busca de su mejor amigo.

Henry entrò hecho una furia a la casa de sus padres, su padre lo recibiò sentado en uno de sus sillones, leìa uno de sus tipicos libros, al verlo saltò preguntando que era lo que lo tenìa asì de loco.




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