Dulce venganza

Capítulo 54

Se alejaron con rapidez en cuanto oyeron la puerta ser abierta, el doctor les sonrió a ambos mientras leía unos papeles, Layla una vez más pidió a su esposo que saliera de la habitación, esta vez Henry aceptó sin chistar, al salir se encontró con su prima, la hermosa joven se veía contenta, le sonrió y se sentó a su lado.

—Felicidades.—dijo.

—¿Hasta donde? —pregunta ella, su cabeza se apoya en el hombro de su primo. —Debido al miedo del fracaso he traído a esta familia un nuevo miembro, la culpa me carcome por dentro.

—La clave es que te centres en ser tu misma con él, lo más importante es que lo ames y respetes como persona, tu hijo te verá como lo más bello de este mundo y tú eres una persona increíble. —la azabache mira a con ojos grandes al hombre, sonríe de forma dulce y vuelve a apoyar su cabeza en su hombro.

—Gracias.—susurra y Henry no puede evitar sonreír.

Layla observa nerviosa al doctor frente a ella, con algo de ansiedad debido al rostro serio del hombre.

—¿Qué tengo, doctor? —pregunta.

—Felicidades, estás embarazada. —No pudo procesar la información al instante, su cerebro se negaba a procesar lo escuchado.

—En serio, dígame que tengo.

—A juzgar por las pruebas, usted tiene aproximadamente un mes de embarazo.

¡¿Embarazada?!

Después de todo habían logrado completar la misión, algo tarde pero se había completado, se apoyó con cuidado en la cama, preguntándose que haría a continuación, no quería que nadie lo supiera y menos los Harper o su propia familia.

—No le diga a nadie, ni a mi esposo, a nadie más que a mí. —el doctor asintió, dando su palabra salió de la habitación, dejando que la mujer analizara la situación en la que se encontraba.

Con cuidado llevó sus manos a su vientre plano, inconscientemente sonrió, pero al instante sus ojos se llenaron de lágrimas, ya ellos no serían necesarios en la vida de Henry, lo mejor era salir lo más pronto posible de ahí. A la mañana siguiente Matías fue a verla, ella con total confianza le dijo sobre su bebé y el hombre no supo como reaccionar, simplemente guardó silencio en espera de que su prima dijera algo más sobre su situación.

—Quiero tenerlo, en mi interior deseaba que él existiera. —fueron palabras suficientes como para que el mayor la abrazara.

—Cambio de planes entonces.

—Protegeremos a este niño de ambas familias, nadie debe saber de su existencia, estoy seguro de que sería una bomba total si se enteran.

Layla se paró frente a la casa que compartían con Henry, caminó por los alrededores, observando las plantas y el bonito jardín, se imaginó una vida diferente, acariciando su pancita pensó en que no quería una vida ni parecida a la que ella había tenido, le daría toda la felicidad del mundo, no le importaba destruirlo todo con tal de que su hijo estuviera seguro y feliz, ahora ya no luchaba simplemente por ella, y eso le daba aún más fuerza para lo que se venía.

A las pocas horas llegó Henry, Layla se encontraba sentada en la sala viendo una novela en la televisión, estaba algo obsesionada con la vida de estos personajes y no podía evitar pasar una que otra hora viendo como Liam y Ethan compartían su vida, apagó la televisión en cuanto su esposo se sentó a su lado, éste la miraba de una forma tranquila, parecía observar cada detalle de su rostro, sus orejas se pusieron rojas y no pudo evitar que sus mejillas igual.

—¿Te sientes bien? —pregunta, su mano se apoya en la frente de su esposa.

—Estoy bien, solo que hace calor.

Henry deja ir una risita, Layla lo mira con el ceño fruncido.

—Estamos a -15 grados afuera.—La rubia quedó aún más roja.

—Cállate.—bajó la mirada y su esposo sonrió.

Layla recordó al castaño besando a la bella mujer frente a la compañia y volvió a estar molesta, se paró del sillón para alejarse de él pero Henry la detuvo tomándola de un brazo, sin entender su repentino cambio de humor.

—¿Hay algo que me quieras decir? —pregunta él.

—Esa es mi pregunta.

Henry frunce el ceño en confusión.

—Olvídalo, tengo sueño, iré a descansar. —su brazo aún se encontraba en manos de Henry, el castaño la volvió a sentar.

—Mírame y dime que sucede. —Layla abrió la boca, iba a pedir explicaciones de su conversación con Lucille en la azotea e incluso del beso que la joven le dió en los labios pero se quedó callada, no eran una pareja real.

—Ya no tenemos que fingir ser amigos, un matrimonio real y sólido, podemos ser nosotros mismos y cada quien tomar su camino, tu ya no me necesitas. —Henry hizo una mueca amarga, no le gustaban las palabras que salían de la hermosa boca de su esposa.

—¿De qué hablas?—ella simplemente bajó la mirada.

—Tendrán un bebé, yo no pude hacerlo. —por la mente de Henry pasó la noticia del embarazo de Tiana.

—Ella es muy fértil al parecer. —Layla se soltó de su agarre aún más furiosa.

—Y lo dices como si nada. —camina con rapidez hasta las escaleras, siendo seguida por el castaño.

—Pues claro, ¿qué culpa tengo yo de que ella quedara embarazada y tú no?—Layla abrió la boca ofendida.

—¿Estás diciendo que la del problema soy yo? —llegaron a la habitación, entrando en medio de discusiones.

Layla se cansó y se sentó en la cama, Henry a su lado se volvió a verla, mirando como poco a poco el cuerpo ajeno caía con suavidad sobre el colchón, se tiró de igual forma, ambos boca arriba, mirando el blanco techo, envueltos en un cómodo silencio, Layla fue la primera en hablar.

—La primera vez que te vi sentí mucho miedo, me estaba casando con un total desconocido, fue duro pasar por todo sola, pero cuando llegué a conocerte más ya no me caías tan mal.

Sus ojos se encontraron.

—No creo arrepentirme jamás de haberte conocido. —Layla no supo como reaccionar, simplemente sonrió y dejó que el ambiente siguiera su curso.




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