El clima era frío, te calaba la piel, el viento era helado y el caminar se ponía difícil. A medida que luchaba por subir la calle empinada debido a la fuerza del viento, Layla, sostenía con fuerza entre sus brazos, un sobre, lo protegía como si fuera lo más valioso en esos momentos, incluso si llegaba casi congelada o sin energía debido a la fuerza que debía imponer al caminar, ese sobre debía de llegar a sus manos sin importar nada más.
~Horas antes~
—Iré a ducharme y a bajar a los niños. —algo nerviosa se envolvió en la manta del sillón y subió las escaleras dando pequeños tropiezos debido al largo de la cobija.
—Que noche ¿no? —habló Lorenzo de forma burlona moviendo las cejas de arriba a abajo.
Henry no hizo más que fruncir el ceño sentándose correctamente en el sillón, observó a su amigo por unos cuantos segundos, Lorenzo actuaba más extraño de lo normal, entrecerrando los ojos se acercó al hombre, tratando de descifrar que escondía. Henry miro directo a los ojos nerviosos, dejó ir una risa traviesa antes de arrebatar de las manos ajenas el sobre que guardaba detrás de sus espaldas. Lorenzo se rindió sentándose en el sillón a un lado de donde se encontraban, a nada de morder sus uñas debido a la ansiedad.
—¿qué es esto? —pregunta Henry divertido, más su sonrisa comenzó a desaparecer poco a poco al notar la cara preocupada de su mejor amigo.
Henry procedió a abrir el sobre con rapidez, se sentó de golpe sacando los papeles que se encontraban en su interior, leyendo con cuidado cada palabra una y otra vez, le costaba procesar lo leído.
Transacciones a su nombre que jamás hizo, compras en lugares cuestionables a los que jamás asistió, viajes y más pagos de los que no estaba enterado, no se animaba a seguir leyendo, no quería ni imaginar todo lo que esos papeles confirmaban sin su consentimiento.
—Esto significa...no puedo creer que ellos—sus ojos se llenaron de lágrimas, se encontraba demasiado herido en su interior como para fingir ser fuerte en ese preciso momento.—Con esto, ¿como haré si ellos tienen esto? —su puño golpea la mesa ratona frente a ellos.
Lorenzo dejó ir un suspiro, se la habían puesto difícil, los Harper hacían todo lo posible por arruinar la vida de los demás, cuanto más oscuro se viera el futuro de su único hijo más claro se veía el suyo propio, eran personas sin principios, en su mayoría no amaban a nadie más que a si mismos. El castaño volvió a leer los papeles en voz alta, pero ésta vez frente a su ex esposa, Layla observaba en silencio, sin decir una palabra, pensando en su próximo movimiento, tal parecía ser que la familia de su ex era más lista de lo que imaginaba.
—Podemos demostrar que todo es falso ¿no es así? —pregunta Lorenzo con esperanzas en su voz.
—La única forma que tenemos es grabando el momento exacto en el que utilizan tu firma.—habla Layla dirigiéndose a Henry.
—¿pero como?
Las tres personas en la oficina de la casa de Henry se quedan calladas, pensando en una solución rápida y sobre todo inteligente. Henry observó en silencio a las otras dos personas que lo acompañaban en la habitación, los miraba en total silencio, guardando en su mente cada detalle de ambos, y sonrió en cuanto una idea iluminó sus ojos.
—Un infiltrado, alguien con un buen negocio ilegal que necesite mi firma a lo grande. —Layla y Lorenzo se volvieron a ver.
—¿pero quién? —preguntaron al unísono, Henry se volvió hacia una de las tantas fotografías que descansaban en su pared.
Era un hombre bastante mayor, su cabello lo cubrían algunas canas y su rostro detonaba nada más que experiencia.
Walter Guzmán entró con una gran sonrisa a recibirlos, hacía tiempo no veía a sus queridos compañeros, saludos con alegría y jubilo invitándolos a tomar asiento en los sillones de su Oficina, fue una sorpresa total para él volver a verlos, cuatro años sin saber de ninguno de ellos y de la nada aparecían justo frente a su nariz, el hombre no dudó en cancelar todas sus citas para atender a entrañables amigos.
—¿en que puedo ser útil? —preguntó, siendo honestos él sabía que su visita no era con fines simples.
—¿no podemos para a ver a uno de nuestros viejos y queridos amigos? —Lorenzo habló de forma burlona y Layla dió un suave codazo en su abdomen.
—Jeje, olvida al idiota, hablaremos solo los adultos. —dijo Layla acomodando su camisa morada que la hacía ver como una total diosa.
—Tenemos un enorme favor que pedirte. —esta vez habló Henry—pero no será algo fácil.
El ambiente de había tornado tenso, los ojos iban y venían al igual que las palabras, tenían en sus manos documentos importantes a firmar, una Cámara oculta los grababa sin darse cuenta, Walter tenía su cara sería, impecable, nadie se daría cuenta que desde el punto negro en su corbata estaban presenciando todo lo que sucedía en aquel lugar, Layla desde su computadora observaba con atención cada detalle, junto a ella Henry y Lorenzo guardaban silencio esperando el momento exacto en el que su tío sacara el sello con su firma.
Era increíble lo lejos que podían llegar, cuando creían que esta familia no podía llegar a más los sorprendían de una forma asombrosa y única, más retorcida e ingeniosa, no llegaban a entender del todo como tales seres humanos, si podían llegar a llamarlos así, podían ser, de alguna forma, tan listos como para cubrir todo lo malo que hacían de aquella forma.
—Un placer hacer negocios con usted, señor Guzmán. —habló con voz ronca ese sujeto.
Walter simplemente sonrió y estrechó la mano ajena con total serenidad, tal vez podía parecer que esta clase de negocios eran para el mayor cosa de todos los días, pero nada más lejano a la realidad, Walter moría de miedo por dentro, temblaba con cada célula de su ser y le pedía a Dios salir de ese maldito lugar lo más pronto posible.
—Nos veremos pronto.
Los ojos azules de aquel hombre se dirigieron directo a la Cámara oculta en la corbata, y las tres personas detrás de ella tragaron con rudeza.
Editado: 15.10.2024