El auto frenó de golpe, haciendo que Lorenzo se volviera en dirección a su amigo con el ceño fruncido, se acomodó en el asiento y agradeció traer puesto su cinturón de seguridad. Se bajaron con cautela, con lentitud procedieron a caminar hasta la puerta de los padres de Henry, el hombre abrió con lentitud aquella puerta, Lorenzo ya había comenzado a sudar, sentía que estaba cometiendo el peor de los delitos, se recordó a sí mismo que estaban ahí por una buena causa, debían de demostrar la inocencia de su mejor amigo.
—No hay un alma, es bastante extraño en realidad. —Henry conocía a su familia, no se tomarían días de vacaciones sin dejar a alguien a cargo de la mansión Harper.
—Buscaré por los alrededores, busca por aquí y en diez minutos nos encontramos para buscar juntos en el piso de arriba. —Dijo Lorenzo antes de salir y dejar a su amigo solo en la oscuridad de la mansión.
La luz era tenue, haciendo algo difícil la vista completa de el interior de la casa, Henry dió un vistazo rápido en la enorme Sala de estar para correr a la cocina, no había ni una sola persona en el lugar, algunas veces quedaban las chicas de servicio, una que otra, pero en esos momentos no había nadie, eso le daba un mal presentimiento.
A sus oídos llegó un ruido desde el exterior de la cocina, con pasos sigilosos se acercó a la puerta que se encontraba cerrada, se vió las manos vacías y barrió la cocina en busca de algo para defenderse, tomó la sartén que era lo más cercano y sin pensarlo demasiado se abalanzó a sartenazos contra la otra parte en cuanto cruzó la puerta.
—Soy yo, soy yo. —La voz de Lorenzo lo hizo pararse con firmeza en su lugar, prendiendo la luz observó por unos segundos a su mejor amigo que en el suelo se encontraba.
Lorenzo se acurrucó en forma fetal, sollozando por lo bajo, Henry dejó la sartén sobre la mesada y se acercó al hombre tirado en el suelo, disculpándose y ayudándolo a ponerse de pie.
—¿Por qué me golpeas?—preguntó tocando su cabeza comprobando que no hubiera una herida abierta.
—Creí que eras algún guardia o algo, me olvidé por un momento que habíamos venido juntos. —Lorenzo niega mientras sale de la cocina maldiciendo por lo bajo.
Henry apaga la luz, pero antes de retirarse toma la sartén, habían traído un arma, pero no quería matar a nadie sin querer, dió gracias a Dios por no haber utilizado eso en lugar de el utensilio para pegarle q su amigo o en esos momentos estaría vuelto loco. Con pasos rápidos subieron las escaleras que daban al segundo piso, Lorenzo hizo señales que Henry no comprendió, pero asintió como si lo hubiera hecho.
Poniéndose serios comenzaron a buscar papeles o alguna evidencia de las atrocidades de su familia. Después de veinte minutos de recorrer casi todas las habitaciones llegaron a la última, era un pequeño cuarto, bien al fondo del pasillo, el interior de la habitación daba escalofríos, no tenía nada que perturbara o cosas así, pero la energía que emanaba ese lugar era demasiado pesada, la oscuridad que allí se encontraba podías verla aunque el lugar estuviera iluminado al cien.
—Busca en los libros, buscaré en los cajones de por aquí. —Henry dió la órden con rapidez mientras corria hasta el pequeño mueble en una de las esquinas.
Habían varios papeles y fotografías, algunas de ellas eran de la boda de sus padres, otras de él cuando era pequeño junto a su prima. Se llevó la última, no tenía fotos de Tiana en su casa, la llevaría para enmarcarla en grande y burlarse de la mujer cuando fuera a visitar a Jonny.
Lorenzo lo llamó haciendo que su atención se enfocara en su amigo, con un par de pasos llegó a su lado y todo lo que vió hizo que las náuseas casi lo superaran.
—Y eso no es todo—Lolo abrió aún más de aquellos "libros".
Fotografías de niños menores de cinco años, atados, maltratados, golpeados, con sus rostros hinchados, más fotografías de niñas pequeñas en poses horribles, no quería seguir viendo, cada imágen era peor que la anterior. Sus manos comenzaron a temblar, metieron todo eso dentro de un bolso con su corazón roto, no entendían como era posible que las personas con las que crecieron podían llegar a ser tan atroces y aterradores.
Lorenzo fue el primero en salir de aquella habitación, Henry observó el lugar por un par de minutos, observó como debajo de uno de los muebles se asomaba un pedazo de tela, tragando movió aquél mobiliario, sus ojos no podían creer lo que veían, su respirar se volvió agitado, Lorenzo se asomó al ver la tardanza de su amigo y dejó caer el bolso en sus manos, sujetó a su amigo del brazo en cuanto este casi cae al suelo.
—¿Cómo es posible? —las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, no podía controlarse.
En esa pared, detrás de ese mueble alto, ocultaban una de las peores aberraciones que podían existir, cientos no, miles de fotografías colgaban de aquella pared sobre una delgada tela de color rojo, niños y niñas, adolescentes y mujeres jóvenes, todas y cada una de ellas en las peores condiciones, todas y cada una de ellas posaban sin vida al lado de una misma persona sonriente, Lorenzo no pudo aguantar más y dejó salir todo lo que había comido ese día, Henry temblando tomó fotos de lo que pudo, con sus manos temblorosas y torpes, su corazón latía con miedo.
—Salgamos de aquí—su voz era inestable, todo él estaba en shock pero debían volver a casa lo antes posible.
Lorenzo tomó el bolso y a su amigo del brazo, ambos subieron al auto y Lorenzo condujo con prisa de vuelta a casa, ninguno podía dejar de repetir todo lo que habían visto en ese cuarto, Henry tenía el estómago revuelto, no dejaba de temblar sintiendo que todo era una horrible pesadilla, ¿hasta donde podía llegar esta maldita familia?
¿Hasta donde podía llegar Melisa Harper?
Editado: 15.10.2024