Dulce venganza

Capítulo 74

Esa noche salieron de la casa de los padres de Henry con sobre en manos, las evidencias necesarias para darles cadena perpetúa a cada uno de los involucrados en toda esa monstruosidad, demostrar su inocencia y recuperar cada centavo que le pertenece a su esposa e hijos.

Una camioneta negra frenó de la nada frente a ellos, Lorenzo tuvo que frenar de golpe haciendo que el auto se arrastrara varios metros sobre la calle, quedando a nada de ese otro vehículo. Un hombre grande bajó del mismo, con un arma en su dirección, Lorenzo maldijo por lo bajo, Henry ocultó el sobre debajo de su asiento sin apartar la vista de aquellos hombres, susurró a Lorenzo que no se moviera hasta que él se lo dijera.

—Esto se va a poner bueno. —Lorenzo bajó su mano a un lado de su asiento, tocando el arma que ahí aguardaba a ser usada.

—No hagas nada estúpido. —Lorenzo se volvió a verlo con una sonrisa.

—Por favor, estás hablando con el gran Lorenzo Williams, con varios premios y mucho pero mucho dinero. —Henry lo seguía mirando serio, Lorenzo le sonreía cerrando sus ojos.

—¡Dejen sus homosexualidades y bajen de una vez! —Lorenzo se volvió a ver a aquel hombre con el ceño fruncido, bajando de su auto con lentitud, ocultando su arma justo detrás de su espalda.

—Demostrar mi preocupación por mi mejor amigo no me hace Homosexual, soy un hombre sentimental, que le gusta demostrar sus sentimientos a todos— su mano rápidamente tomó el arma detrás de él y disparó directo a la cabeza de ese molesto ser humano. —tú, por ejemplo, me caes de los huevos.

Los disparos comenzaron, los golpes de igual forma se hicieron presentes, Lorenzo agitado se colocó justo a espaldas de Henry, dando a entender que ahí se encontraba, que no estaba solo. Un disparo se oyó, Lorenzo sintió el frío recorrer su cuerpo y un dolor intenso en su vientre, cayó al suelo segundos después, Henry se volvió a verlo y el pánico lo envolvió al ver a su mejor amigo en ese estado. Sus ojos fueron directo a la persona que había tirado del gatillo, sus ojos verdes lo miraban brillantes.

—Ven conmigo. —habló firme. — o volveré a disparar y esta vez no voy a fallar. —Henry se quedó en su lugar, observando a Lorenzo en el suelo.

—No vayas. —susurra, Henry niega.

—Vuelve a casa, entrega ese sobre, nos vemos. —ayudó al hombre a pararse y entrar al auto, una vez Lorenzo dió marcha a casa él se volvió hacia su madre.

—Te sigo. —habló acercándose a ella.

—Mi buen y obediente hombrecito. —la mujer sonrió ampliamente, haciendo que Henry apriete los puños.

Si tan sólo su abuela siguiera con vida, ¿ella sería una mujer diferente? Henry comenzaba a creer que su madre era un demonio que jamás iba a cambiar, así nació, la única víctima en esa familia había sido su abuela, la bondad se había extinguido por completo el día que murió. Henry subió al auto de su madre, el conductor no decía una sola palabra, su madre no dejaba de mirar cada rasgo en él haciendo que se sintiera pequeño.

—Recuerdo cuando eras niño, tan frágil y fácil de quebrar. —una de sus manos apartó uno de los mechones de pelo de Henry de su rostro. —cuando tu abuela se fue al cielo me sentí libre por primera vez, esa mujer era mi infierno. —Henry se volvió a verla con odio, ella no tenía derecho a hablar sobre su abuela.

—Ella era un Ángel, los únicos seres del infierno son tú y tú miserable padre. —una risa se oyó, era escalofriante.

—Tú solo quieres ver lo que a tí te conviente, mi niño tonto e inocente. —Henry no quería seguir oyendo sus mentiras.

—Cállate.—pidió.

—Tu querida abuela fue la que empezó todo esto, ella dió comienzo a todo. —Henry negó, no iba a creer sus inmundas palabras.

—No es cierto, ella era dulce, amable y un ser humano encantador. —la rabia se estaba acumulando en su interior. —todo lo contrario a tí, un ser repulsivo y manipulador.

—Querido, todo lo que soy lo aprendí de ella. —sonrió de forma sinica, adoraba ver a su hijo de esa forma, dudando hasta de lo más importante para él.—Mami jamás te haría daño directo a tí, eres mi pequeño tesoro. —acarició la mejilla ajena con su mano, apretando ambas mejillas al segundo, hundiendo sus uñas largas en su piel.

—Eres despreciable. —Las sirenas de la Policía se oyeron a lo lejos. —y juro que pagarás por todo y todos. —Lorenzo dió el número de placas de tu auto, información valiosa a la policía y sobre todo, una denuncia por varias violaciones a la ley, y voy a hundirte tan profundo que te será imposible volver a salir. —tomó con fuerza la muñeca de su madre haciendo que suelte su rostro con fuerza.

—No te será tan fácil.—Henry sonrió.

—Ya lo veremos.— la mujer se sentó derecha, esperando a que las puertas del auto sean abiertas por los oficiales que esperaban arrestarlos.

Así llegando hasta la comisaría, hasta el Juzgado y finalmente a la pronta sentencia de los malditos Harper. Lorenzo se acomodó en el sillón para dormir un rato, luego de tanta habladera se encontraba cansado, había pasado por tanto en tan poco tiempo que sentía su espíritu deseando salir de su cuerpo, Layla le ayudó con la manta para cubrir su cuerpo, el invierno había llegado poderoso, Henry le hizo seña a la castaña para ir a darse un baño, subieron arrastrando los pies, Henry preparó la bañera y Layla escogió los pijamas más calentitos que tenían en el armario. Después de un relajante baño fueron por sus pequeños niños a la sala de cine, les hizo extraño no sentir ruido alguno desde hace un buen rato, de vez en cuando se oían las risitas pero se habían apagado de hacía un rato.

Al bajar pudieron verlos dormidos en el sillón, abrazados a Lorenzo, Layla tomó su celular con prisa para tomar una fotografía con una enorme sonrisa. Lorenzo se había convertido en algo indispensable para esos tres niños en un corto período de tiempo, al menos para los Mellizos, Jonny tuvo el cariño y atención de Lolo desde su nacimiento.

Al fin parecían una familia, al fin se sientan en una familia.




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