Dulce venganza (edición)

Fiesta. Parte dos

Antes de leer: recuerden que esta fue una actualización doble, por ende, necesitan leer: Fiesta. Parte uno para poder entender este capítulo.

Actualización: 2/2.

Enjoy.

 

***

En el otro lado de la fiesta, Flor continuaba trabajando con insistencia, moviendo al personal con esfuerzo y apoyando incluso al catering con las preparaciones y el orden. Tenía una radio colgando en el pantalón, donde escuchaba todos los cambios y movimientos que se efectuaban en las afueras, lugar en donde la activa y exclusiva fiesta se llevaba a cabo. 


Estaba trabajando como nunca, confiando en que Kaled estaba haciendo lo mismo, esperando lo mismo de su parte, el mismo sacrificio.


Cuando creyó ver que todo estaba en orden, el cuerpo masculino que llevaba, estaba demasiado fatigado como para continuar. Las piernas le temblaban y una fea jaqueca se le empezó a meter entre las sienes y la nuca. 


Flor se asustó, puesto que no sabía que estaba pasando con ella y se tomó algunos minutos para sentarse en un taburete a descansar. Cerró los ojos algunos segundos, los cuales, de seguro, se convirtieron en minutos, y cuando pensó que tal vez necesitaba un trago para calmar los nervios que se la comían, un feo mareo la dominó por entero.


—Señor Ruiz, por favor —escuchó y aunque quiso abrir los ojos, solo oscuridad se posó sobre ella, causándole más y más confusión.


También miedo, pues seguía sin comprender lo que le pasaba a su debilucho cuerpo. 


—Estoy bien —siseó ella, y aunque acostumbraba a escuchar la voz de Kaled, en ese momento escuchó su propia y delicada voz. 


Se asustó todavía más y se alarmó al entender que algo extraño estaba sucediendo.


Apretó los ojos con fuerza y los abrió lentamente, conforme vio extrañas y distorsionadas imágenes ante ella. Sacudió la cabeza un par de veces y se fijó en la personas que le rodeaban. 


Se trataba del jefe de seguridad y una camarera delgada que le miraban y cuidaban con preocupación.


—Ya todo está en orden, Señor Ruiz, ¿por qué mejor no va a descansar un rato? —preguntó la joven y miró al jefe de seguridad con grandes ojos.


Flor titubeó. 


—Sí, sí, yo le voy a acompañar a su automóvil y puede dormir algunas horas hasta que el evento llegue a su fin.


—¡No! —refutó ella, aunque no sonó muy convincente.


—Vamos, señor Ruiz, Don Francisco también duerme en la Teletón —bromeó el jefe de seguridad y lo abrazó por la espalda para guiarlo hasta la zona de los estacionamientos—. Ha trabajado mucho, intente dormir un rato y antes de las seis lo vengo a despertar.


Flor se afirmó con torpeza del auto de Kaled y se vio las manos femeninas, pero los brazos velludos, algo que la confundió todavía más. 


Se dejó caer en el asiento del copiloto como un saco de papas, y el mareo se la llevó en un sueño profundo que la condujo a ese ansiado cambio. 


Kaled, por otro lado, buscó a Flor y a su cuerpo hasta el cansancio, todo bajo la insistencia y la manipulación de Moira, quien trabajaba codo a codo con Mirko, quien a su vez buscaba su propio beneficio. 


Y es que no podían darse el lujo de perder la agencia, y si bien esta le pertenecía a Kaled, eran muchas las personas que se beneficiaban gracias a ella, gracias a su mala administración y pésimas decisiones. Perder la agencia significaba perder una inversión y no solo física y emocional, también económica, más para ella, quien había apostado varios ceros con ellos. 


La mujer le pidió que buscara a Kaled y que lo convenciera de aceptar ese trato sucio que las hermanas Davies exigían. Como era el mismo Kaled el que estaba encerrado en el cuerpo de Flor, supo de inmediato que no existía opción y asumió que lo perdería todo conforme se quedó sentado en la barra bebiendo vodka. Aceptando que tendría que vender su departamento, su coche nuevo y sus acciones, esas que tenía protegidas en caso de emergencia. 


Cuando la borrachera le ganó, se quedó dormido con la cabeza apoyada en la barra de madera, con gritos, risas y música explosiva a su alrededor. Ebrio, en el cuerpo femenino, dormitando con aroma a alcohol, conduciendo a su alma a ese esperado cambio.


*** 


A la joven se le congelaron los pies y despertó por obligación, porque le dolía la espalda y la cabeza. Abrió los ojos lenta y cuidadosamente, escuchando voces molestas a su alrededor, voces que le parecieron alfileres despedazándole los tímpanos. 


Se tocó la zona afectada con cuidado y chilló agudo cuando se vio sus manos, sus brazos, sus piernas desnudas y los bonitos tacones altos que llevaba. Chilló frenética, feliz de haber cambiado, de haber regresado.


Le tomó algunos segundos asimilar que tal vez estaba soñando y cuando creyó que era así, se pellizcó los brazos con fuerza, clavándose las uñas con demencia.
Le dolió y se fijó en el color rojo que su piel cogió. Lloró entonces, de felicidad, de alegría al saber que estaba de regreso, que se pertenecía y que jamás otra vez iba a permitir que algo así le ocurriera.



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En el texto hay: amor y odio, cambio de cuerpo, trastorno alimenticio

Editado: 01.02.2021

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