Dulce venganza (edición)

Capítulo final: La belleza del caos

Los caminos de Mirko y Kaled volvieron a dividirse algunos minutos antes de que la fiesta que NexGlobal convocaba para sus trabajadores, iniciara. Los hermanos Ruiz se despidieron con un apretado abrazo en la entrada del hotel, y prometieron reencontrarse otra vez el domingo en la mañana, cuando su viaje a la región de Atacama diera inicio a un sinfín de cambios para los dos.

 

Florence y Kaled disfrutaron de su noche en compañía de Guillermo y Paz, quienes se mantuvieron tensos en compañía de algunos socios y representantes de la competencia.

 

—Deja de moverte —siseó Flor en el oído de Guillermo, quien no dejaba de bailar de lado a lado y de mirar hacia la puerta principal, como si estuviera esperando a alguien—. Parece que te pica el culo —burló y el hombre la miró sonriente para luego guiñarle un ojo con gracia.

 

—Buscaba a Wilma —respondió después y le miró con nervio.

 

También miró a Samantha, quien se veía feliz en compañía de Facundo. No quería que nadie le arruinara su noche.

 

—Se fue con el hermano de Kaled —respondió Flor, comprendiendo desde donde provenía la intranquilidad de su primo.

 

—Esto se puso bueno —ronroneó el hombre con mirada sucia.

 

Flor rodó los ojos con fastidio y se preocupó de Kaled, quien charlaba algunos metros lejos de ella, con un par de desconocido a los que nunca había visto.

 

—Ella es Flor, mi novia —indicó Kaled y tomó a la aludida por la espalda para acercarla un poco más al grupo de desconocidos con los que conversaba. Ella les dedicó un ademán—. Él es Facundo Zabaleta, el nuevo Director Ejecutivo de NexGloblal y el jefe de tu primo —agregó y su novia le miró con la cejas en alto.

 

—Mucho gusto —siseó el hombre, cortés y amable.

 

—El gusto es mío —respondió Flor y miró a la mujer que le acompañaba.

 

—Ella es Samantha Contador, trabaja en OpenGlobal y es la compañera de Facundo esta noche —presentó Kaled con esa cortesía que siempre le había caracterizado y con una sonrisa pícara en sus labios.

 

Flor los miró a los dos con las cejas en alto, recordando entonces lo que Guillermo le había contado el miércoles por la tarde, cuando se habían ido de compras. Le costó disimular lo mucho que conocía de ellos, también a Kaled, quien estaba enterado de todo el grueso chisme.

 

Los dos se miraron, cómplices y enamorados, pero no dijeron nada que agravara la situación.

 

Samantha, delicada y sonriente, se acercó para besarle la mejilla y la tomó por los hombros para continuar con ese curioso saludo. Florence respondió de la misma forma y se miraron a los ojos por breves segundos.

 

—¿Y trabajan para la competencia? —preguntó Flor, risueña y divertida, intentando suavizar todas las tensiones que sentía sobre sus hombros.

 

Todos los presentes que le rodeaban se rieron a un divertido compás que calmaron los aires y que hicieron de esa presentación y reunión, algo un poquito más mágico, algo muy característico de una descendiente de un Diaz.

 

—Más o menos —respondió Facundo y tomó la mano de Samantha para besarle los nudillos.

 

Flor entornó los ojos con ternura y luego miró a Kaled, quien seguía anonadado con lo que veía. Actuaba solo por costumbre, porque se le daba bien experimentar con ese tipo de rigidez que se apreciaba en el ambiente, pero si hubiera sido solo un novato, de seguro habría arruinado toda la escena.

 

—¿Más o menos? —preguntó un hombre atractivo y de altura considerable y los miró a todos con cara divertida.

 

Se unió a ellos con naturalidad, como si ya se conociesen. Traía una copa de champán en la mano y le acompañaba una pequeña señorita de facciones delicadas, de melena ordenada y ojos brillantes.

 



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En el texto hay: amor y odio, cambio de cuerpo, trastorno alimenticio

Editado: 01.02.2021

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