Dulce y agria

Prologo: Un nuevo Bautizo

Ella se encontraba semi inconsciente, con su cuerpo boca arriba al lado de la piscina donde sus pulmones se habían llenado de agua, en un estado donde la luz y la oscuridad luchaban para ver quien se la quedaba, a su lado un joven, que hasta entonces había pasado desapercibido para el resto de las personas que se encontraban en  el lugar, fue el responsable de sacarla a la superficie.

Ya estuvo en esa situación antes, colocó las rodillas de ella a un lado, era realista, la ayuda tardaría en llegar y para entonces sería tarde, tenía que actuar tal y como se lo habían enseñado.

Extendió la cabeza lo más posible usando las dos manos, vació la boca de la chica de agua y con una mano pellizco su nariz para mantenerla cerrada.

Él respiró profundamente para llenar sus pulmones de aire mientras se encontraba de otros adolescentes al borde del pánico, por un segundo analizó la situación, sería la primera vez que tocaría los labios de una chica, pero el sentido de emergencia pudo más que la vergüenza, sino hacía las cosas bien el “primer beso” de él sería el ultimo de ella.

Puso sus labios sobre los de la chica cubriendo completamente su boca, aún mantenía la nariz pellizcada con una mano, la otra la usaba para elevar el cuello, soplaba poco a poco aire para que el pecho de la joven se inflara, despegó sus labios para que los pulmones de ella pudieran sacar aire.

Pasarón unos segundos, el muchacho sintió que no estaba haciendo lo suficiente para ayudarla a ganar la batalla para poder respirar, comenzó a hacer un masaje cardiaco externo, estaba claro que no era un experto, de que cada segundo contaba, fue en ese instante, donde los nervios y la tensión del joven sirvieron para que los recuerdos se manifestaran en una sola frase.

—¡Vamos, mamá!, ¡no te mueras! —murmuró, desesperado.

La joven comenzó a escupir agua por lo que él la enderezó teniendo aun su mano sobre su pecho, ella, al darse cuenta de lo sucedido gritó moviéndose para atrás, con el grito sus pulmones se llenaron de aire, igual que cuando un recién nacido sale de los líquidos de su madre, él vio a su alrededor avergonzado, se abrió paso entre la gente para poder ir a cambiarse y salir de allí.

Las amigas de la adolescente, que hasta antes de eso estaban disfrutando de los juegos y el sol, se acercaron a ver como estaba y brindarle su apoyo, ella no dejaba de respirar apresuradamente, muy asustada para llorar, muy concentrada recordando como había llegado a ese punto como para contestar preguntas, entre la angustia de ahogarse y las ganas de respirar surgió la curiosidad de saber quién fue su salvador, quien, de entre todos los que estaban allí, fue el que estuvo con ella luchando por su vida.

Minutos después, cuando sintió que podía articular palabras, camino hasta un grupo de jóvenes que podía saber su identidad, comentó que no pudo nadar por un calambre y eso le impidió salir a flote, fue entonces cuando otra adolescente le dijo su nombre.

Eventualmente la joven rescatada saldría de la fiesta en la piscina, estar cerca del agua era algo que no quería hacer en mucho tiempo, regresó a casa asustada pero agradecida, contó a sus padres todo lo que había pasado, reaccionaron de la misma forma como lo haría cualquier padre ante el riesgo de perder a su hija.

Llegada la hora de dormir la adolescente quedó sola en su cuarto, allí, ya con conciencia de lo que pasó lloró en silencio, el agua, liquido de da la vida, estuvo a punto de quitársela en ese horror silencioso que es el ahogamiento, en momentos difíciles recurría al papel y al lápiz para calmarse, pensando en prosas, versos y canciones.

Fue hasta su armario, sacó un cuaderno con poesía escrita de su puño y letra, un diario escrito en verso, cada poesía era un himno a sus fantasías tangibles, a sus realidades ficticias.

Nunca discriminaba entre sus recuerdos, no importaban si eran finales felices que nunca ocurrieron o historias que jamás debieron ocurrir, esperaba que en esas letras pudiese haber algún escudo o alguna espada que le permitiera enfrentar a la noche, enfrentar a ese nuevo miedo que prometía no dejarla en paz.




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