Dulce y amarga espera (dyae) // Clichés musicales

6. Encuentro en un bar

El primer encuentro que tuvimos fue cuando hubo un convivio entre la facultad de arte y literatura en un especie de bar, la verdad solo acepte por la insistencia de un compañero, y también porque mi madre me obligo a ir, pues ya estaba cansada de verme siempre solo en mi apartamento. Ella pensaba que sería una buena oportunidad para conocer gente nueva, pero para mí solo era una reunión para presumir y quejarte de tus estudios, en especial estas dos facultades. Claro que yo era un novato en este tipo de convivios, por lo que me sorprendí de ver lo equivocado que estaba. Los chicos solo buscaban coquetear con las jóvenes y estas hacer lo mismo.

Entonces decidí sentarme lo más alejado de ellos, no tenía ningún interés de ese tipo. Para mí esa no era la forma de conocer a una chica, pues la reunión no tenía ese propósito, era solo para hacer amistades, según entendí de mi compañero. Sin embargo parecía que ese propósito era solo una excusa, todos parecían saber a qué venían excepto yo. De hecho llegué a pensar que fui engañado.

Mi paciencia social estaba al punto limite y me notaba muy incómodo en ese ambiente, todos sonriendo y riendo como tontos, teniendo contacto físico y compartiendo cumplidos unos con otros. Eso era todo lo que precisamente evitada y odiaba de los convivios.

 ¿Por qué ser tan deshonesto con el otro? ¿Cómo pueden fingir ser otra persona con tanta facilidad? ¿Para qué impresionar con mentiras? Todo esto me cuestione en silencio, mientras tomaba un café negro.

Pero en medio de mi reflexión, una voz suave y un tanto chillona, me saco de mis pensamientos. Al dirigir mi vista hacia la voz, vi a una chica de cabello ligeramente ondulado de un color café oscuro con un par de ojos negros grandes. Estos parecían inquietos, mirándome con curiosidad.

 

—Es raro ver a alguien solo en estas reuniones... —comentó soltando una risilla, yo solo asentí confundido de que se me acercara.

 

Ella al ver que no respondí con una sonrisa como cualquiera haría, se incomodó un poco, pero eso no la detuvo.

 

—¿Eres de la facultad de literatura, cierto?

 

—¿Quién más sería? ¿Acaso ya nos hemos visto antes? —inquirí con obviedad, acomodándome mis lentes.

 

La chica me miro asombrada por mi agresividad.

 

—Tienes razón, solo quería confirmarlo. No tienes por qué enojarte...—respondió en voz baja, parecía que estaba por rendirse en seguir platicando o mejor dicho, tratando de sacarme platica, cosa que sería difícil.

 

—¿Cómo te llamas? Yo me llamó Abigail

 

—Dante

 

—¿Dante? —repitió de forma suave y añadió formando una ligera sonrisa en su rostro— Es un nombre muy sofisticado y elegante

 

Al ver su rostro cuando lo dijo, supe que lo decía enserio y por primera vez supe lo que un buen cumplido honesto podía hacer a una persona orgullosa como yo. Aun así, no pude, como estudiante de literatura, ignorar la redundancia que dijo.

 

—Decir que es sofisticado y elegante no es correcto.—expliqué firme y añadí— Solo tenías que decir que era “elegante” o “sofisticado”.

 

Hubo un silencio entre nosotros y vi la vergüenza reflejada en su rostro. Podré ser grosero y altanero, pero no tenía intenciones de avergonzar a una mujer.

 

—Pero... gracias —dije y continúe tratando de arreglar mi desastre— ahora que lo pienso, tu nombre tiene un bonito significado.

Pensé que lo que había dicho no era suficiente, sin embargo mis dudas se aclararon cuando la vi sonreír de nuevo.

 

—¿En serio? ¿Qué significa? —preguntó curiosa acercándose un poco a mí.

 

Retrocedí unos pasos al ver que la distancia entre nosotros se acortaba.

 

—“Fuente de alegría” o también “Alegría del padre”

 

Y vaya que era cierto, ella era la encarnación humana de la palabra en todo su esplendor.

Después de eso por alguna razón que desconozco hasta hoy en día, comenzamos una amistad. Aunque fue difícil que yo la considerara una “amiga”, pues al principio era bastante entrometida, preguntona y empezó a traspasar mis límites. Sin embargo, cuando lo hizo no la detuve, porque de alguna forma ella era mi debilidad y ahora solo quiero que siga cruzando la línea que yo mismo trace.




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