Dulce y amarga espera (dyae) // Clichés musicales

9. Cita en el museo

Aquel mismo día, Abigail no perdió el tiempo y propuso que tuviéramos nuestra primera cita al día siguiente. La idea me entusiasmaba, así que acepte gustoso. Claro que, antes de irnos cada uno por su camino, decidimos la hora y el lugar.

 

—¿Qué lugar será bueno? —cuestionó un poco dudosa en voz baja mientras caminábamos por el camino interno del parque.

 

—Cualquier lugar será bueno. La compañía es la importante —comenté entretanto que admiraba el paisaje, pues si soy sincero, no tenía la menor idea. Nunca había que tenido que pensar en un “buen lugar” para una cita en pareja.

 

—Eso no ayuda... —soltó un suspiro, agotada de darle tantas vueltas al asunto.

 

—¿Y si piensas en cualquier lugar al azar?

 

Se quedó un momento en silencio con el ceño fruncido, como si eso le diera alguna respuesta.

 

—¡Ah! —exclamó chasqueando sus dedos— ¡El acuario!

 

«De todos los lugares, ¿Tenía que ser ese? ...» pensé soltando un suspiro.

 

—¿Qué te parece, Dante? —preguntó volteando a verme con una sonrisa.

 

No podía decirle simplemente que no, sería muy grosero de mi parte, pero no puedo evitar recordar que fue ese lugar donde rechazo al payaso de su amigo.

Estaba por decirle que estaba bien, hasta que fui interrumpido.

 

—¡Ya sé! —exclamó de nuevo, pero esta vez con mayor seguridad— ¡Vayamos al museo!

 

Cuando dijo eso, me alivie tanto que solté un suspiro sin darme cuenta.

 

—Ahora solo queda la hora... —dije mientras pensaba en ello, pero de nuevo fui interrumpido, al parecer ella ya lo tenía todo en cuestión de segundos.

 

—A las 4 pm una calle antes de entrar al museo —confirmo con la mirada puesta en el camino.

 

—¿Una calle antes? ¿Por qué? —le cuestioné confundido por la precisión del lugar.

 

—Quiero que entremos juntos, ¿Acaso no se puede? —me miró un tanto extraño, parecía ofendida y avergonzada al mismo tiempo.

 

—Si se puede, solo que sería lo mismo si nos vemos en la entrada del museo... —no fui capaz de terminar mi oración por la mirada de Abigail, así que me limite a asentir.

 

Para sorpresa de ambos, ya habíamos llegado al final del camino y eso significaba que era momento de separarnos. Nos despedimos y estaba por subirme en el taxi que había parado, pero antes de subirme en el auto, me dijo:

 

—Deberías ser más emocional y no tan calculador

 

Al mirarla, su rostro que irradiaba alegría y calidez me hizo creer que tenía razón, así que solo sonreí levemente y en respuesta le dije:

 

—Y tu más pensativa.

 

En el trayecto camino a mi apartamento, no pude evitar sonreír varias veces como un tonto, recordando lo que me había dicho. En verdad ella tiene un poder increíble, puede hacer que crea lo que diga sin dudar en lo más mínimo.

Estaba nervioso por la cita, pero por alguna razón que desconozco, no tuve problemas para conciliar el sueño. Tal parece que estaba muy cansado mentalmente como para pensar en la “ansiedad” y es mejor que así sea. No quisiera estar cansado, pues puedo llegar a ser más irritante si no tengo mis horas de sueño.

 

-

 

Entonces llego la mañana, y como suelo levantarme temprano, tuve que matar el tiempo con algunos quehaceres del hogar. También aproveche para terminar un proyecto de la facultad. No había desayunado, pues pensaba comer algo con Abigail, pero no contaba con lo débil que era mi estómago. La cita era hasta las 4 pm y no creía poder aguantar, por lo que decidí tomar un café negro con un par de galletas. Cuando vi que la hora se acercaba, me dispuse a arreglarme.

Estaba en mi armario sacando un pantalón de vestir color negro con una camisa blanca. Era algo casual, pero decente.

Ya me encontraba desvistiéndome para ponerme la ropa, sin embargo mi celular vibró y cuando revisé quién me llamaba, me sorprendí.

 

—¿Abigail? ¿Pasa algo? —pregunté al otro lado de la línea mientras descolgaba la ropa que usaría.

 

—No pasa nada, solo quería preguntarte algo —responde soltando una risilla nerviosa.

 

Me quedo en silencio, esperando su pregunta.

 

—¿Qué colores usaras?

 

—¿Eh? —solté confundido.

 

—Quiero saber que tonos usaras, así puedo combinar contigo —explica con obviedad.

 

—¿Es necesario? —fue extraña su pregunta y me tomo desprevenido.

 

—Bueno, no realmente. —confiesa en voz baja— Siempre quise intentarlo, pero para eso necesitaba una pareja.

 

Aunque eso podría explicarlo, aun así no lo comprendía del todo. ¿Será esto cosas que hacen las parejas?

 

—Si tanto deseas saberlo, usaré negro y blanco.

 

—¿Solo esos dos tonos? —me cuestiona haciendo énfasis en el número.

 

—Si, ¿Acaso necesito usar más?

 

—Solo quería confirmarlo, Señor gruñón —responde soltando un bufido.

 

—No era mi intención... —estaba por disculparme, pero justo me colgó.

 

Tal vez mi respuesta fue un poco ruda, pero antes no le hubiera ofendido eso. De igual forma, continúe cambiándome y una vez que estuve listo, tome mis cosas. Pensaba en pedir un taxi, pero llegaría muy temprano así que preferí caminar, al fin y al cabo no estaba tan lejos.

Mientras iba de camino me puse a repasar la llamada con Abigail y me pregunté que usaría para combinar conmigo. La verdad nunca había escuchado eso de vestirte como tu pareja, creía que eso solo lo hacían los gemelos. Ahora que lo medito, pareceremos más gemelos que pareja. ¿De dónde habrá sacado esa idea?

El concepto no me emocionaba, pero mentiría si dijera que no me intrigaba. Mis pensamientos se disiparon cuando vi que estaba a un crucé de llegar a la calle donde nos encontraríamos.




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