Dulcemente Locas

Capítulo 11

 

Bajé del taxi y pagué la tarifa, acomodé mi traje y miré ambas direcciones de la calle, el cielo estaba nublado y me pregunté qué estaría haciendo mi hermana justamente ahora, quizá esté haciendo otra de sus estupideces para olvidar lo que le cuesta afrontar.

Eso es, nadie conoce la realidad de la situación más que mi padre y mi hermana menor, esa hermosa chica extrovertida y mal pensada a la que tanto quiero, sin embargo, gracias a mi constante apoyo creo que ella ha podido salir adelante (me refiero a todos los problemas existenciales que tiene encima) y puedo darme por bien servido, está en mis manos ayudarla y tratar de que olvide lo que pasó. Una situación demasiado difícil, conociendo los constantes cambios a los que se ve sometida y las imprudencias que hace a diario. Pero bueno, no me puedo quejar, ella es como es, por distintos motivos en los que la vida le hizo una mala jugada y me alegra enormemente que también esté dando de su parte para tratar de salir adelante.

Entré al hospital por undécima vez como hacía desde los últimos 2 años, necesitaba ver a mi padre quien aún sigue abatido por la actitud que su hija tomó hacia él, desde el momento en que mi hermana volvió a casa se niega a dirigirle la palabra, pues dice que él tiene la culpa de todo lo que pasó y la entiendo, cuando sucedió la separación de nuestros padres hace unos años, fue ella quien más afectada se vio y no lo digo por el divorcio, porque en verdad fue la mejor decisión que pudieron haber tomado, mi madre quería quedarse con la custodia de su hija y mi padre en ese entonces no conocía verdaderamente las intenciones de su ex- esposa así que lo consintió, obviamente mi hermana no estuvo de acuerdo y le rogó a nuestro padre que no le hiciera eso, pero con todo el pesar del mundo, mi padre no cambio de opinión.

Caminé por los largos pasillos blancos con enfermeras jalando carritos, entré a la oficina de él y ahí estaba, con unas ojeras pronunciadas bajo sus ojos y su cabello entre negro y blanco, no parecía ser un hombre de 54 años, el peso de la culpa ya no lo dejaba vivir en paz.

— Hola cariño— me saludó.

Me acerqué a él, lo abracé y le di palmadas en su espalda, hace algunos días no lo veía.

— Hola papá, ¿Qué tal el trabajo?— dejó su café encima de la mesa y me miró, mi hermana y yo tenemos el mismo tono de ojos que él.

  • — Hace un rato salí de cirugía, así que estoy aprovechando para descansar antes de que mi turno vuelva a comenzar— Lanzó un suspiro de frustración y volvió a re-acomodarse en su asiento de cuero—. ¿Tú hermana cómo está?

— Bien, haciendo las mismas locuras de siempre, nada novedoso, de hecho creo que tiene otra fiesta esta noche.

Ya sabía lo que estaba pensando, su pequeña hija se convirtió en todo eso en lo que él no quería y más, no podría hacer nada.

— ¿Algún día querrá perdonarme?

Cada vez que venía, hacia la misma pregunta, no puedo ponerme en el lugar de mi hermana, ni cómo debe sentirse cada vez que se ve al espejo, ni qué sentimientos debería sentir por nuestro padre.

No respondí.

Suspiró—. En todo caso, dile que la amo y si necesita dinero que me avise.

— Papá, sabes que ella no acepta nada de lo que le envías, hasta recibe forzosamente el dinero que le doy, ella dice que no necesita apoyo monetario porque trabaja— aunque eso último sé que es una de las tantas mentiras que ella dice. 

Le dio un sorbo a su café.

— ¿Sabes cómo me siento al saber que no cumplo en ningún aspecto con ser el padre de esa pequeña?— se levantó de la silla y caminó hasta el gran ventanal que hay en su oficina, tiene una preciosa vista de toda la ciudad—. No la protegí cuando más me necesitó, no le creí nada de lo que dijo, cuando volvió, lo único que hice fue encerrarla en un centro para personas con déficit mental, hasta hace unos meses que llegó el informe de que había escapado y se desconoció su paradero, comenzó a importarme.

Nunca podré sentir lo que significa eso.

Mi relación con mi hermana no es la misma que ella lleva con mi padre, yo si le creí desde un inicio e incluso lo planeé todo para que ella pudiera escapar y llevar una vida normal como las demás chicas de su edad, hice desaparecer todo su expediente del psiquiátrico, por eso no siguieron con su búsqueda.

— Papá, tarde o temprano ella te perdonará, es una buena chica y de las que no guardan rencor para toda la vida, solo debes darle tiempo.

Me miró y en sus ojos pude diferenciar un sentimiento nuevo, un sentimiento que desde hace muchos años no se hallaba en su mirada, esperanza.

— Eso espero hijo, he tratado de dirigirme a ella de tantas formas pero nada tiene resultado, ella es una chica demasiado difícil, estoy feliz de ello.

Caminé hasta él para quedar frente a frente.

— Tú deberías tratar de dormir en tú tiempo libre, no es bueno que te desveles por tanto tiempo de seguido.

— Luego lo haré, tal vez mañana.

Salí del consultorio de mi padre tras unas horas más de conversa, en unos días volveré a casa y tal vez hable con mi hermana respecto a eso, toda la vida ella no podrá huir de sus problemas y la verdad es que no me preocupo, sé que tarde o temprano algo la hará despertar del mundo en el que se vió sumergida y desee volver a comenzar con su vida. Mientras tanto, deberé seguir cuidándola sino quiero que termine peor de lo que ya está.




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