Dulcemente Locas

Capítulo 9

THEODORE

 

No lo podía creer, un acosador, en eso me había convertido; me quité las sabanas de encima, calcé mis vans grises rápidamente y ajuste mis jeans, tenía que ver a Miranda sí o sí, no puedo imaginarme que hará hoy en la fiesta, ¿Se acostará con alguien o solo bailará toda la noche como hizo la anterior vez?

Abrí mi armario a oscuras evitando prender el bombillo de mi habitación, no quiero mirarme al espejo y ver mi cara de desesperación y arrepentirme de ir a la inauguración del pub. Aprisa me puse mi jersey y salí de mi apartamento.

Piensa, piensa, piensa.

Son la 1:13 am de seguro el club está en su punto más alto de fiesta, hace dos noches nos fuimos a las cinco y solo tal vez existe la posibilidad de que ella siga ahí. Max dijo que estaría toda el día con Tamara, es un buen indicativo si quiero que pase algo con Miranda justamente ésta noche.

  1. Salí de mi auto y luego de haber pagado el cover, la música estalló en mis oídos, caminé fijándome en cada detalle de las chicas que se cruzaban por mi lado, reconocer a Miranda es una tarea muy difícil, esa mujer anda de por aquí a por allá, es un caso total.

No entiendo que es lo que me está pasando, mi cuerpo siente como si pequeñas hormiguitas caminaran provocando un estremecimiento agradable en toda mi piel pero a la vez atemorizante, no estoy acostumbrado a este tipo de situaciones y es demasiado difícil persuadirme de que eso es algo completamente normal. Me moriría de angustia al acostumbrarme a no ver a Miranda y no sentir nada.

Los bellos erizados de mi nuca y brazos presentían que ella estaba cerca, ¿dónde?

Aun no estaba tan desesperado como para buscarla por cada rincón del local, si ella aparece, tal vez aparecerá, es una forma irónica de plantearlo, de cierta manera estoy tentando al destino de que nos una esta noche.

Tomé asiento en un taburete que da a la barra, no bebería esta noche, voy a estar con los cinco sentidos.

— ¿Qué le gustaría tomar señor?— preguntó el hombre detrás de la barra.

Sonreí—. Dame una de ginebra— respondí. El barman me miró sorprendido por mi elección, tal vez piense que no sé cuál es el grado de alcohol que posee ésta bebida.

Increíble, no llevo más de diez minutos aquí y ya empecé a contradecirme.

Una vez que tuve el mini vaso entre mis dedos y antes de dar el primer trago, una chica de contextura no muy delgada pero tampoco obesa, se acercó al barman y susurró algo en su oído, inclinó todo su cuerpo por encima de la barra y sus piernas estilizadas quedaron descubiertas ya que el vestido se subió hasta un poco más abajo de la curvatura de sus nalgas, era perfecta. Su cabello castaño con rallas moradas caía en cascada por su espalda.

— ¡Oh, pero miren a quien tenemos aquí!— dijo al voltearse la chica.

¡Lo sabía!

Sonreí satisfecho, gracias destino, te debo dos.

— Ah, ¿Estabas aquí?— respondí indiferente.

Miranda se sentó en el taburete libre que estaba a mi lado, acomodando su vestido para que quedara entre sus muslos.

— ¿Quién te dijo que estaría aquí?

Levanté mis hombros—. Me llegó la notificación a Instagram.

Sonrió incrédula y pasó un mechón de cabello morado por detrás de su oreja.

— Dale otra vez con lo mismo— refunfuñó molesta, no iba a desmentir mi mentira.

Bajé mi vista para escanearla hasta los pies y vi los tacones, ni que diga ¡taconazos! en los que estaba esa mujer.

— Creo que no deberías bailar con esos zapatos— sugerí.

Ella me miró como si le estuviera relatando una locura

— ¿Acaso pedí tú opinión?—  sonrió al ver como el barman prendía fuego a un vaso en la barra y luego de treinta segundos con la llama en la bebida, se lo extendió a ella.

— ¿Qué es?

— Bala de fuego— dio un trago y una sonrisa de placer se tatuó en sus labios—, si me vas a reprochar porque no pedí un maldito mojito, no lo hagas, no bebo trago para niñatas.

Ah, ¿Si? ¿Cómo le decimos a su majestad? ¿Vejestorio? ¿Madura? ¿Mujer con más años?

— Se nota que no sabes ni siquiera de que va este club ¿Me equivoco?

Miré a mi alrededor y tenía un airé extraño y por primera vez no reparé en la música, esta no es la que acostumbro a escuchar. Esto tiene un aire ¿latino?

— Podría apostar toda mi cuenta bancaria que fue tu amiguito ese el que sale con mi amiga, quien fue el que te lo dijo— Me miró con recelo y se bebió de un solo golpe su bebida. Justo a tiempo de que un chico extendiera su mano y ella aceptara gustosa.

El sonido calmado de un piano y unas trompetas se adueñaron del lugar seguido de la palabra Merecumbe, me quedé en mi lugar solamente para observar a Miranda quien había comenzado a mover sus hombros y sus caderas al ritmo de la canción.

Muy pocas veces me quedo ahí, pasmado, embobado, enmudecido e impactado de lo que mis ojos ven y claro, esta era la clase de vez en la que me quedaba así, el ritmo con el que ella marcaba sus pasos generaba una combinación perfecta con el movimiento armonioso de sus caderas y las patadas fuertes y rítmicas que daba con cada vuelta que el chico le daba. Su cabello sudado estaba pegado en su rostro pero ella ni se preocupaba en devolverlo a su lugar, lo que más le importaba era seguir el paso de su acompañante y disfrutar de una buena danza.




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