Dulcemente Locas

Capítulo 17

LIZ      

                                               

Recogí mi cabello rubio en una coleta bajo la estricta mirada de mi esposo, hacía un calor que te jodes y no podía luchar contra la ropa que llevaba puesta, me moría por volver a utilizar un lindo vestido veraniego pero debo reservármelo hasta llegar a casa.

— ¿Estás bien amor?

Acabamos de bajarnos del avión, de improviso nuestra luna de miel se fue a la mierda hace dos semanas, veníamos de Kansas de hacer una visita a cierta persona.

— Un poco cansada.

Él sonrió con esa sexy boquita suya mata ángeles, llevaba las maletas para que no hiciera ningún esfuerzo físico, si supiera lo mucho que me excitaba verlo en ese estado tan caballeresco. Llevaba unos jeans desgastados, con una camisa polo blanca con cuello en pico y una chaqueta negra de piel.

— ¿Quieres que paremos a cenar algo?

Negué, en estas condiciones sé que si meto comida en mi estómago terminaré arrodillada en un sanitario y no quiero eso, he escuchado que los aeropuertos son el centro de las plagas.

— Entonces, vamos a casa.

Mi teléfono sonaba por décimo sexta vez, lo saqué de mi bolso y tenía un sinfín de llamadas perdidas de un desconocido.

— ¿Hola?— contesté, Matt levantó su ceja y de soslayo vi como un par de chicas se le quedaban mirando mientras caminábamos, si supieran que estar con él no es cosa fácil.

— ¿Es usted la señorita Liz Lenpad?— preguntó una voz femenina al otro lado.

— ¿Qué necesita?— corté antes de que empezara con el discurso, tenía la leve sospecha que nuevamente me llamaban para ofrecerme productos de maquillaje.

— La llamamos de la clínica Boston memorial para informarle que la señorita Tamara Hawkins se encuentra ingresada.

— ¿Qué ha dicho?— repitió la misma información con total paciencia, Tamara fue ingresada por sobredosis de drogas, otra vez—, En un rato estaré ahí, gracias.

Matt se detuvo y sentí un leve mareo por un momento, me señaló la silla para que me sentara y eso fue exactamente lo que hice.

— ¿Miranda está bien?

— No lo sé— admití

— Llámala.

— No, sea lo que haya pasado, si la llamo se alertará y sabrá que tú estás de intermedio, se asustará y escapará.

Matt se colocó rojo quizá por el enojo y se sentó al lado mío, aún no podía entender cómo es que un hombre como él, que se desvelaba por el bienestar de su hermana no podía ni acercársele 1 metro porque esta ya le cantaba los versos de odio hacia su persona.

— Quizá no es nada grave— sugerí, intenté que sonara convincente.

— Miranda no hace más que hacer lo que se le venga en gana, es una chica imprudente y no entiendo cómo carajos actúa.

— Estas hablando por hablar, ni siquiera sabemos qué es lo que pasó.

— Daniel canceló la cuenta de Miranda, mi padre ya lo sabe porque le llegó un aviso y quiere venir— lanzó la bomba como si fuera algo normal.

— No quiero imaginar cómo será ese encuentro.

— Yo tampoco, sé que él se está cansando de esperar.

Acaricié su cabello puntiagudo pero suave bajo el tacto, cerró los ojos y suspiré.

— Iré a ver a Tamara y de paso veré si puedo hablar con Miranda.

— Voy contigo.

— No.

— ¿No?

— Ajá, iras a casa, comerás algo y prepararás la tina para darte un refrescante baño, luego, me esperas en la cama, trataré de no demorar y si las cosas no están para nada bien, te llamo ¿Vale?

Matt arrugó completamente su entrecejo, no estaba de acuerdo con mi plan.

— No sé por qué, pero últimamente tengo la sensación de que me ocultas algo— dijo desconfiado.

Me reí irónicamente, justamente él no era quien debía preguntarme eso, probablemente Matthew ocultaba más secretos que un sacerdote.

— Sí, estoy saliendo con un hombre mucho menor que tú— se puso pálido—, anda, que es broma cariño— me burlé.

— Liz, no juegues con eso— susurró dolorido.

— Sabes que te amo y jamás sería capaz de cambiar lo mejor que tengo en mi vida por algo insignificante, soy tu luz y tú mi oscuridad, somos el equipo dinamita, ¿Lo recuerdas?

— También te amo— se acercó para dejar un beso sobre mis labios, una vez recuperada nos pusimos en pie y fuimos hasta la parada de taxis.

Cuando el taxi arrancó y la figura de mi marido se perdía a lo lejos, relajé mi cabeza contra el espaldar del asiento. Mierda, debía encontrar el momento para decirle que estoy embarazada.

Ððð

Divisé a mi hermano esparramado en el sofá en la sala de espera junto a su mejor amigo, mi corazón se comprimió al ver a Max dormido, hace unos años él estaba enamorado de mí, yo siempre lo he visto como un hermano. Tal vez me hará preguntas del por qué fui a su casa hace dos semanas, pero no podría decirle nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.