Callie podía sentir que se encontraba en una superficie suave y acolchada, a diferencia del duro suelo en el que había caído antes de perder la conciencia.
Aún con los ojos cerrados, distinguió como algo quisquilloso era pasado por su nariz, junto con otra sustancia que no era alcohol, pero que es lo suficientemente fuerte como para sacarla de su trance.
Sus movimientos fueron tan rápidos, que Grant no tuvo un reflejo para quitar su mano a tiempo.
—¡Auch!. —jadeó Callie de manera adormilada, llevando una de sus manos al puente de su nariz.
—Lo siento, me tomaste por sorpresa. —manifestó Grant, dándole un poco de espacio.
¿Donde carajos estoy? Se preguntó sin abrir los ojos, teniendo breves flashes diciéndole a su jefe que era un loco acosador y psicópata.
—Graham Blackstone. —murmuró para si misma.
—Me gusta como se escucha mi nombre completo en tus labios. —comentó Grant sonriendo.
Ella abrió sus ojos de golpe, topándose con el semblante divertido y relajado de su jefe.
—Eh... Señor Blackstone... ¿Que me pasó? ¿Dónde estoy?.
—Estas en mi oficina, te desmayaste al saber que habías insultado al jefe de tu jefe.
Callie se pasó la mano por el rostro, sintiendo su garganta seca. Sin comunicarle nada a Grant, este se levantó para llenar un vaso con agua y dárselo a ella.
—Gracias. —murmuró, tomando algunos sorbos. Suspiró antes de levantar la mirada hacia él—. Lo siento por lo de antes, no tenía idea de quién eras ¡Que vergüenza!, Si piensas despedirme... —trago fuerte—. Lo comprenderé perfectamente.
—¿Piensas que te voy a despedir?. —Callie no hizo ningún movimiento para responder a su pregunta—. No te preocupes, no soy esa clase de persona. Además, yo si sabía quién eras.
—¡Espera! ¿Que significa que ya me conocías?. ¡Me dejaste decir todas esas cosas, sabiendo quien era!.
—Me gusta tu sinceridad. —Grant no dejo en ningún momento su sonrisa—. La gente me suele decir lo que quiero escuchar, normalmente piensan que obtendrán algunos beneficios económicos. Me gusta la gente honesta y no se encuentra esas cualidades tan fácilmente.
—Pero bueno yo...
—Estabas siendo sincera. —terminó, acallando el tono dudoso de Callie—. Pero te perdonaré a cambio de algo.
—¿Que cosa?. —ella preguntó de manera cuidadosa.
—Que cenes conmigo esta noche. —concluyó—. Sería una buena idea conocernos antes de meternos en todo el lío del compromiso y la boda.
—Cancelaré eso, nadie tiene que hacerlo. Les mandaré un correo avisando que no podemos ir. Agradezco tus intenciones de ayudar, pero ciertamente temo que esto se salga de nuestras manos.
—Somos 'prometidos'. —enfatizó—. Da lo mismo si somos reales o ficticios—. Además... —Grant se acomodo a su lado—. Esa chica, Genevieve...
—Ginny. —acortó Callie.
—Esta bien, Ginny, o como sea que se llame la fanfarrona y envidiosa. Y ese tipo, el que tiene cara de...
—¿De que?. —Callie interrogó, esperando que prosiguiera.
Grant se detuvo para corregir las palabras vulgares que estaba a punto de pronunciar, estaba hablando con una dama, a una que no acostumbraba usar tales vocabularios, por lo cual, debía amenorarlas.
—El cara de pez... ¿Acaso no viste la reacción en sus caras ayer? No tenían comparación.
Así que... Ella distinguió como el tono de Grant cambiaba al hablar de Fred, eliminando así sus sospechas de que el dueño de Blackstone industries era un buen amigo de su ex.
¿Entonces? ¿Quién le estaba enviando las cajas con dulces?.
—No... —Grant levantó una ceja en su dirección, por lo ella volvió a centrarse en el tema—. Sí, bueno... Creo que fueron bastante notables.
—Exacto, eso era lo que quería escuchar. Pasaré por tí.
En esta ocasión, Callie no rechazo su propuesta o intento persuadir con engaños. De forma vaga, ya estaba pensando en lo que usaría durante la cena.
Grant se levantó antes de que ella pudiera darle un rechazo, en dirección a la salida de su oficina.
—¿Qué debería usar esta noche?. —murmuró para si misma, conciente de que su jefe estaba lejos para escucharla.
Antes de que Grant desapareciera, sus ojos se encontraron, tomándola por sorpresa al momento que este le dirigió un guiño junto a una gran sonrisa.
Decir que estaba jodida era poco.
Sus problemas parecían empezar y terminar con una solo nombre: Graham Blackstone.
Definitivamente, estaba en severos líos.
*****
Reflexionando sobre las últimas 72 horas, al día siguiente, Callie caminaba de un lado a otro por su oficina. Lo más probable es que formará un denso agujero en el piso con sus altos zapatos, pero por el momento, lo que ocupaba su mente, era más grande que eso.
Sabía que su vida estaba llena de pequeñas fachadas, pero está última, lograba ponerla a prueba. Nunca se sintió mal por las cosas que hacía, sin embargo, no esperaba menos de una completa noche sin dormir, y episodios de cansancio y frustración, que no eran tan frecuentes en su vida.
Sabía que ya no podría evadir a Grant y la cena. Pudo haberse excusado ayer diciendo que estaba con un dolor de cabeza, que realmente era una verdad a medias, por qué el golpe que había sufrido había sido bastante fuerte. Sin embargo, está vez no tendría escapatoria.
La noche anterior había pasado decidiendo que podría ponerse ¿Algo casual? ¿Elegante? Y lo más importante ¿Era una cita real?.