Dulces Mentiras

Capítulo 8 [Desastres]

You

 

 

El tráfico era un completo desastre en la hora pico, agrégale a eso, los sonidos insistentes que los conductores realizaban al tocar la bocina de su auto con insistencia.

 

—¡Ahhhh! —Amber tocó la bocina como si fuera una baterista—. ¡Demonios!.

 

—¡Deja de tocar la bendita bocina!. —Callie le dió una mala mirada—. Me terminas de estresar.

 

—Odio tener que lidiar con los tráficos. —Amber colocó las manos sobre el volante, apretándolo con fuerza—. ¡Me sofocan!.

 

—Creo que ese sería el colmo de los taxistas.

 

Amber soltó una carcajada, girandose brevemente para ver a Callie. —Para mi lo es. Aunque la respuesta a eso es llamarse Uber ¿Te imaginas?.

 

Callie empezó a reírse. —Sería... ¿Interesante?.

 

—¡Diablos! Ya me imagino tener un nombre como ese "¡Uber, ven aquí!".

 

Ambas detuvieron su charla cuando los autos en la fila avanzaron por la carretera. Empezó a preocuparse al ver que su hora de entrada se estaba acercando, y al parecer el flujo de autos no iba a disminuir por alguna hora o dos.

 

Revisó la ubicación exacta en su celular, prediciendo cuántos minutos podía llevarle a pie hasta su destino.

 

—Haré el resto del camino a pie. —expresó Callie, girandose para tomar su cartera.

 

—Esta bien, debes llegar a tu trabajo a tiempo. Pasaré por tí, en la tarde.

 

—Claro, nos vemos. —tarareó cerrando la puerta del copiloto.

 

—Adios, querida. —Amber le gritó cuando empezó a caminar por la acera—. ¡Suerte!.

 

La cafetería estaba al otro lado de la calle, y después de eso, tenía que caminar dos cuadras con tacones de 9 cm.

 

¡Simplemente perfecto!, ironizó en su mente.

 

Mientras maldecia su mala suerte, no tuvo conciencia del camino que llevaba, hasta que uno de sus tacones se quedó atorado en una rejilla de desagüe.

 

—¡No!, ¡No!, ¡NO!. —exclamó quedándose estática.

 

Con todo el dolor de su alma, sacrificó el tacón de su zapato. Esforzándose por mantenerse erguida y razonando que no debía mostrar su ropa interior a media población que pasaba a su lado despreocupada.

 

El tacón permanecía unido, aunque tuvo que cojear la cuadra que le faltaba para llegar a tiempo al trabajo.

 

Callie no quería llegar siendo un desastre a Blackstone industries, tenía una apariencia de elegancia y confianza que sobrellevar. Llegar con una extraña cojera, sería arriesgado, poco profesional, y de mal gusto, ya que el personal la caracteriza por ser una de las mujeres con el andar más elegante en toda la empresa.

 

No era un título certificado, pero la gente la admiraba, y eso le da puntos a favor.

 

—Esta semana ha sido entretenida. —comentó Juliet de manera divertida, tomó los café de Callie y los dejo sobre el mostrador—. ¿Que te pasó?

 

—El tráfico es asesino a estas horas, tuve salir del auto y caminar, me preocupaba llegar tarde. Mi tacón quedó trabado en una rendija, y no tuve más opción que forzarlo.

 

—Llamaré a Antonio, puede que él tenga algo que funcione, por lo menos hasta que tengas tiempo de ir por otro ¿No tienes un par de respuesto en tu oficina?.

 

—No, nunca había tenido este problema. —manifestó—. Pero lo tomaré en cuenta.

 

Juliet la hizo que se acomodara en su silla, y salió rumbo a la sala de seguridad. A los pocos minutos, regresaba con Antonio a su lado.

 

—Parece que tienes una racha está semana, Callie. Pero puedo darte una solución, traje pegamento, es muy efectivo, puedes pegar cualquier cosa con él. Tengo plena conciencia de eso.

 

Callie miró sus zapatos. —Parece que estás imitaciones baratas llegaron a su límite de caducidad. —suspiró, admitiendo una de sus pequeñas mentiras—. Solo... Necesito hacer más tiempo, en lo que voy por otros.

 

Al igual que el día anterior, Grant entro por la entrada principal, su gesto no tardó contraerse, con una expresión parecida a la sorpresa, por ver a Callie detrás del mostrador.

 

Callie se levantó, con la intención de probar el tacón con pegamento, pero al parecer, era demasiado para soportar, y estuvo a punto de caer si no fuera por Antonio y sus reflejos.

 

Antonio paso una mano por su cabello. —Es extraño... —murmuró, asegurándose de que Callie estuviera sentada.

 

—¿Por qué no rompes el otro?. —intervino Juliet—. Caminarias en zapatillas bajas, pero eso es mejor a que tengas un desbalance.

 

—Perfecto. —ironizó Callie, mirando a Juliet y Antonio—. Nadie me ha visto nunca en zapatillas... —suspiró y se volvió a acomodar— hazlo.

 

Antonio, de la manera más ligera, agarró el otro pie, y se puso a jalar, con la intención de romperlo.

 

Grant, se acercaba con el ceño fruncido. Miró a su alrededor para ver quiénes miraban la escena, pero cada guardia o trabajador, estaba enfrascado en alguna conversación o tarea.

 

Desde la perspectiva de Callie, Antonio, y una Juliet divertida con la situación, solo estaban arreglando el zapato de ella.

Pero desde el punto de Grant, la postura lucía indecente, por la manera en que ella estaba inclinada, cubriendo a Antonio, solo se notaba como tiraba y empujaba, haciendo que los pensamientos volaran.

 

—¿Que pasa aquí?. —gruño, su tono de voz grave y demandante, se aclaró la garganta para disimular un poco su actitud—. No, no quiero una respuesta a eso.

 

—Mi tacón se rompió. —comentó Callie—. Antonio está tratando de niverlarlos... Buen día para ti también, Grant.

 

Grant, sabiendo que Callie tenía su modo bromista activo, no dudo en sonreír. —Buen día para ti también, prometida...




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