Laurentino's se encontraba a una hora de la empresa, por lo que, el viaje en limosina de Callie y Grant fue aprovechado al máximo.
Hablaron de todo, desde su música, comidas y secciones favoritas, hasta pequeños detalles sobre sus acciones.
Callie prefería dormir al lado derecho de la cama.
Grant prefería ver programas basura.
Callie amaba leer novelas de romance.
Él optaba por la pizza.
Ella por la pasta y la lasagna.
Ambos amaban a los perros.
Llegaron justo a la hora estipulada por Ginny, que casualmente, se estaba estacionando frente a ellos. Grant salió del auto, ofreciendo su mano para que Callie saliera de el, ambos riéndose de palabras sin sentido.
No fue planificado.
Casi olvidaban en qué lugar estaban estacionados.
—¡Miren quienes llegaron puntuales!. —exclamó Ginny, con su típico tono chillón e irritable—. La parejita felíz.
Si no fuera por eso.
Grant sonrió, plantando un beso en los labios de Callie, quién se vio sorprendida por tal arrebato, aunque intento no darlo a demostrar, tal como había sucedido el día que lo presentó como su falso prometido.
—¡Y los casi esposos! ¡Qué emoción!. —exclamó Callie, intentando sonar lo más realista, aunque todo era una completa falsedad.
Ginny carraspeó. —Me alegro de que estén aquí. La puntualidad en este lugar es indispensable. Hemos estado esperando este momento por más de un año y medio.
—¿Encerio?. —Grant se mostró sorprendido ante esa revelación—. Es extraño, nosotros pedimos de aquí el otro día, no para degustación. Solemos comer los pasteles de Julián con regularidad.
Ginny frunció el entrecejo, luciendo irritada y molesta—. ¿Quien es Julián?.
—¡Oh! ¿No lo conoces? Es el dueño de este lugar. Lo vimos el otro día, y nos dijo que le llamaramos, estaría encantado de hacer nuestro pastel.
—Es verdad. —comentó Callie—. Fue super genial y agradable, a diferencia de... otros.
Por la expresión de Ginny, parecía que se estaba arrepintiendo de haberlos invitado.
El primer gane de la tarde.
—Suena bien. —musitó—. Pero debemos entrar, hay 'otros' que necesitamos probar para el pastel.
—Es correcto. —concluyó Grant.
Cuando Ginny y Fred dieron la vuelta, Grant apretó la mano de Callie, en una disculpa silenciosa por la improvisación que tuvieron que hacer en el último segundo.
Todo era un completo caos para el organizador, no entendía que método usar para añadir los gustos exigentes de los novios, algo contrapudente, por qué luego de un año y medio de espera, jamás habían discutido de sus sabores preferidos en el pastel.
El organizador pasó la siguiente hora intentando buscar alternativas.
Dividir el pastel por la mitad, con el fin de dividir de forma equitativa. Por lo que Ginny renegó de manera rotunda, viéndose horrizada ante la mezcla.
Crear plantas con diversos sabores. Tomando un sabor favorito de Ginny y otro de Fred, para rotarlo en las capas.
Por último, el organizador pensó dejar el pastel con 4 sabores distintos. Y crear pastelillos con diferentes sabores para que los invitados pudieran elegir a su gusto.
Mientras tanto, al otro lado de la mesa. Callie y Grant disfrutaban de las pruebas que depositaban frente a ellos, escogiendo de forma silenciosa y sin hablar, las combinaciones que podrían llegar a usar.
Claro, si su boda llegara a ser real.
Ginny notó esas acciones, y se vió ofendida de que se tomaran tales atribuciones cuando era su momento.
El coordinador de la pastelería se marchó junto al organizador, en un intento de seguir buscando opciones para la pareja, objetando lo exigentes que son sus paladares.
Ginny comenzó a parlotear sobre lo increíble que hubiera sido si Dominik Ansel hubiera elaborado su pastel. Pero el pastelero era exclusivo de La Glace, y sus reservas estaban extendidas por muchísimos años, y ni con todo el dinero que ellos ofrecían, lo hizo cambiar de opinión.
Callie, quien no tenía ni idea de quién hablaba, frunció el entrecejo antes de cometer el primer error de la tarde.
—Jamás he escuchado hablar sobre ese lugar... La Glace.
Ginny soltó una risa aguda. —¡Oh! ¿No lo sabes?. —de forma instantánea, Callie se arrepintió de abrir su boca—. Supongo que tú falta de cultura es normal... todo aquel con un respaldo sabe que es ese lugar. Pero descuida, se entiende de tí.
Tanto Ginny como Fred se rieron de lo último, por lo que ella tuvo que reírse. Esperaba que Grant, quien estaba a pocos pasos contestando una llamada de la oficina, no escuchará nada.
—Se muchas cosas. —comentó Callie, cuando dejaron de reírse—. Mi falta de cultura puede ser entendible de cierto modo... —se encogió de hombros—. Algunos realmente nos toca trabajar duro para lograr nuestros objetivos... Mientras que otros, solo extienden la mano hacía papi. Es extendible el por qué lo saben todo... —Callie soltó una risa divertida—. No tienen nada más productivo que hacer en sus vidas. ¡Oh! —exclamó, cuando su teléfono vibró—. Tengo que atender una llamada del trabajo.
No era trabajo. Si no, su hermana Joey llamando, pensando que la degustación había terminado.
Duro algunos minutos en línea, antes de colgar y regresar a su lugar, dónde Grant se había vuelto a acomodar.
La sonrisa de Grant era demasiado intensa como para no contagiarse. Por lo que Callie se vió devolviéndola de la misma manera.